El FMI mantiene a España al margen de la ralentización global

El Fondo, pese a mantener la previsión, rebaja la euforia oficial para este año y el 2016

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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España fue a principios de año una de las sorpresas para el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su previsión de crecimiento aumentó en verano más de medio punto y ahí se ha quedado pese a las turbulencias en las bolsas y la debilidad de América Latina, uno de sus principales mercados. En su último diagnóstico de la economía mundial, el organismo internacional vuelve a situar a España al frente del crecimiento en las economías avanzadas. Cerraría el año con un alza del 3,1% del PIB, el doble que la media de la eurozona. Son buenas noticias para el Gobierno a dos meses de las elecciones generales, aunque el Fondo enfría su euforia al rebajar en dos décimas su estimación para este año y en cinco las del 2016.

El contexto global no es el mejor. Aunque las economías avanzadas seguirán repuntando ligeramente, el paso de las emergentes, que impulsaron la salida del agujero de la Gran Depresión, se ralentiza por quinto año consecutivo. El resultado es el peor crecimiento mundial desde 2009. «Seis años después de que el mundo emergiera de su más amplia y profunda crisis desde la posguerra, la vuelta a una expansión global y robusta sigue mostrándose huidiza», dice el informe presentado en Lima (Perú), donde el guardián de las finanzas internacionales celebra esta vez su reunión de otoño.

La eurozona no está para fiestas, pero se va alejando de la recesión gracias a los bajos precios del petróleo, el estímulo monetario y la depreciación del euro. «Al mismo tiempo --añade el Fondo-- su potencial de crecimiento sigue siendo débil como resultado de los legados de la crisis, pero también de la demografía y el factor total de la productividad». El envejecimiento de la población aparece mencionado en el informe. Esta Europa vieja rejuvenece o muere, una de las razones que explican porqué Alemania ha sido tan generosa con los refugiados. Según el análisis del FMI, la integración y las ayudas a los asilados en Europa generará costes fiscales a corto plazo, según explicó ayer su nuevo economista jefe, Maurice Obstfeld, neokeynesiano de Berkeley. Pero «finalmente será positivo para el crecimiento».

Latinoamérica está técnicamente en recesión. Para este año tendrá un crecimiento negativo del 1,6%, debido fundamentalmente a la deriva de Brasil (-3%) y Venezuela (-10%) y a los problemas de Argentina (0,4%). Pero España apenas lo ha notado en su crecimiento porque, según el FMI, la mejoría de la demanda interna compensa la caída de la externa. El año que viene, sin embargo, se irá perdiendo fuelle. El crecimiento se prevé del 2.5%, medio punto por debajo de la estimación del Ejecutivo de Mariano Rajoy. También se ralentizará la caída del paro, que en el 2016 quedaría en torno al 20% de la población activa. Solo Grecia superaría la catástrofe española y eso que seguirá en recesión los dos próximos años.

Pero la verdadera preocupación de la institución que dirige Christine Lagarde ya no está en esa Europa a medio hacer sino en los mercados emergentes. La transición china de una economía de exportación e inversiones a otra de consumo y servicios, dirigida más al mercado interno, tiene a medio mundo angustiado.

Pero no es el único factor que les afecta. Hay otros como el abaratamiento de las materias primas y las fugas de capital especulativo --con la consecuente presión para sus divisas-- que ha desatado la inminente subida de tipos de interés de la Reserva Federal de EE UU. «Los riesgos de recaída han aumentado, especialmente en los mercados emergentes y los países en desarrollo», advierte el FMI.