precariedad laboral

"A mi edad tengo que reaprender a buscar empleo"

María Luisa Guilera, de 56 años, acudió a una cita que acabó siendo un negocio de venta piramidal

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Gabriel Ubieto

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María Luisa regentó un bar durante 18 años justo al lado de la mítica sala de baile La Paloma, en el barrio del Raval de Barcelona. Hoy esta sala lleva más de diez años cerrada y el vacío que dejó fue uno de los motivos por los que Maria Luisa tuvo que bajar la persiana.

“Cuando La Paloma cerró, empezaron a venir menos clientes y, al poco tiempo, me caducó el contrato de alquiler y me lo subieron”, explica. Una ecuación fatal para esta autónoma de 56 años que lleva alrededor de uno en paro.  “Intenté aguantar hasta que volvieran a abrirla, pero nada”, se lamenta tras las esperanzas que puntualmente le daba algún titular de prensa con la inminente confirmación.

Antes de abrir su bar, Marisa, que es como María Luisa gusta que la llamen tras unos minutos de conversación, fue comercial de las de puerta a puerta y al quedarse en paro pensó que podía retomar la experiencia. “Pero ahora todo es muy diferente. El trabajo ya casi sólo se encuentra a través de internet, aplicaciones, nuevas plataformas… A mis 56 años me veo reaprendiendo para moverme en un mundo que no domino”, cuenta resignada, pero sin renunciar en su búsqueda.

Cuando el pasado diciembre la citaron en un hotel del centro de Barcelona para lo que ella pensaba que era una entrevista de comercial y acabó siendo un negocio de venta piramidal, cuenta que les vio venir en seguida. “Las formas puede que sean nuevas, pero el fondo no. Esto ya lo he vivido yo muchas veces”, explica.