Largo Plazo

La delgada linea roja

OLGA Grau

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Los medios de pagos, asépticos, neutros y amantes de las cuentas corrientes bien provistas, son permeables a las presiones del poder. O al menos así se desprende de la reacción que han tenido la mayoría de ellos en el caso Wikileaks. A la web liderada por el exhacker Julian Assange, dedicada a airear los secretos diplomáticos mejor guardados y otras verdades incómodas, se le van cerrando día a día las fuentes de financiación.

Visa Europa ha suspendido todos sus pagos a Wikileaks porque, según la empresa, sus «actividades van en contra de las reglas de funcionamiento de Visa». Mastercard, rival de Visa en el mercado de las tarjetas de crédito, también ha bloqueado los pagos a esta web, a raíz de sus actividades «ilegales». Postfinance, el banco de Correos suizo, también ha cerrado la cuenta corriente de Assange alegando que no era correcta la dirección postal, mientras que Paypal, el sistema de pagos más utilizado en la red -asegura las compras de ebay-, ha cancelado la cuenta de una ONG que recogía fondos para Wikileaks.

El portal todavía mantiene cuatro sistemas de pago para sostenerse: vía tarjeta de crédito por una entidad suiza, a través de dos cuentas corrientes en Islandia y Alemania y mediante el envío de cheques postales a una dirección en Australia.

El montaje alrededor de esta web se ha convertido en un guión digno de la trilogía de Los hombres que no amaban a las mujeres, del sueco Stieg Larsson. El colofón fue el ataque de piratas infórmaticos a Mastercard y Visa como represalia por cerrar el grifo al portal. Al margen de que nos guste o no lo que hace esta empresa, ¿por qué los dos medios de pagos más importantes del mundo han bloqueado a Wikileaks?. Realizada la pregunta a expertos financieros, aquí está una respuesta: «Por presiones de lobbies de poder no conformes con las actuaciones del portal».

Avanzamos hacia una sociedad de dinero virtual en la que un reducido grupo de empresas privadas son las responsables de que no nos convirtamos en parias sociales. Parias porque si el futuro está en pagar con dinero plástico el café, el periódico, el cine y el colegio de los niños, quién no tenga acceso a estas tarjetas tendrá dificultades.

¿Pueden estas empresas decidir si bloquean a un cliente? Sí cuando se dedica a actividades ilegales demostradas, que no es el caso. También está claro que, cuando se trata de prestar dinero, cada banco puede decidir en quién confía. En el caso de Wikileaks, Visa y Mastercard no asumen ningún riesgo del cliente, porque no le prestan dinero, sino que gestionan las donaciones de particulares a este portal. Estaría bien que alguien explicara cuál es la delgada línea roja que divide a los que estamos en el sistema de los que ya no lo están por una decisión interesada.