IDEAS DE NEGOCIO
Biotecnología popular
Iproteos recurre al 'crowdfunding' para financiar el desarrollo de un fármaco para combatir enfermedades como la esquizofrenia y la epilepsia con la meta de poderlo licenciar a finales del 2016
Hasta la fecha, a ninguna biotecnológica se le había ocurrido recurrir al crowdfunding o micromecenzago para obtener recursos. Iproteos, fundada en el 2011 por los doctores Teresa Tarragó y Ernest Giralt, optó por esa vía, a través del equity crowdfunding --quienes hacen aportaciones obtendrán una participación en la compañía en función de los recursos con los que contribuyan-.
La idea ha calado porque de los 100.000 euros que piden ya superan el 80% y han ampliado el plazo para participar a través de la plataforma www.creoentuproyecto.com hasta finales de este mes.
Si se alcanza el objetivo, como parece, las aportaciones se convertirán en una ampliación de capital en la que los mecenas recibirán acciones en función de la cantidad con la que hayan contribuido.
La doctora Teresa Tarragó, que es la consejera delegada, está satisfecha de la experiencia. «Inicialmente habíamos pensado en el micromecenazgo, como las plataformas que recogen aportaciones y luego los mecenas reciben una recompensa. Pero vimos que el equity crowdfunding era una fórmula mejor por la tipología del proyecto, que es a largo plazo».
El objetivo es financiar un fármaco para el tratamiento de la esquizofrenia con unas pruebas preclínicas. «Una vez alcanzada esa fase se incrementa el valor del fármaco cara a un posible inversor industrial», afirma Tarragó.
Iproteos nació en el 2011 del Institut de Recerca de Biomèdica de Barcelona (IRB) y la Universitat de Barcelona (UB) en junio del 2011, que en la actualidad son accionistas minoritarios de la firma. Después de más 12 años como investigadora en el IRB en el equipo de Giralt, estos dos científicos pioneros en el campo de los péptidos terapéuticos en optaron por crear una empresa, por «el potencial de la tecnología» con la que trabajaban.
Este paso era, explica, «la mejor forma de valorizar la investigación realizada». Consiguieron la primera patente y ahora ya cuentan con dos protecciones internacionales de este tipo. La joya de la corona de Iproteos es su plataforma tecnológica que, en definición de la doctora Tarragó para que se comprenda con facilidad: «permite que los fármacos lleguen al cerebro».
La previsión es que a finales del 2016 ya podrán sellar algún acuerdo de licencia con alguna farmacéutica. «Las primeras pruebas con humanos podrían ser a principios de ese ejercicio», agrega. En todo caso, no es un camino recto y fácil. Para llegar hasta ese punto son necesarios unos dos millones de euros. Han contado con bastante financiación por parte del Ministerio de Economía, así como de la Unión Europea (UE), a la vez que con recursos aportados por inversores profesionales.
ESTALLIDO / Tras el estallido de la crisis en el 2008, se complicó la obtención de recursos en el sector biotecnológico. «Se tenían que demostrar resultados muy claros y espectaculares» para atraer capital y este, además, con la recesión tendió a apostar más por tecnologías y dispositivos médicos que por proyectos más largos e inciertos para desarrollar fármacos. En este sentido, el gran salto dado por Oryzon con la firma de un acuerdo con la suiza Roche ha supuesto una cierta alegría. «La biotecnología necesitaba una historia de éxito para conseguir un efecto de arrastre» y una mayor atracción por parte del capital, explica Tarragó.
La compañía, que tiene su laboratorio y sede en el Parc Científic de Barcelona, ha obtenido recientemente el premio Expoquimia a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en la categoría de biotecnología, un galardón al que se presentaron un total de 14 proyectos.
El proyecto de empresa de Iproteos se centra en el descubrimiento de fármacos de tercera generación para enfermedades del sistema nervioso central. La propuesta de la compañía catalana supone un gran avance. Actualmente no existe ningún fármaco en el mercado que se dirija a los déficits cognitivos de la esquizofrenia.
Los fármacos antipsicóticos tratan los síntomas positivos (delirios, alucinaciones, etcétera) y negativos (dificultad en el habla, emociones impropias, etcétera), y solo algunos -los antipsicóticos atípicos- pueden paliar los pequeños aspectos de los déficits cognitivos provocados por la enfermedad, pero con graves efectos secundarios.
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