Joël Dicker, a por el cetro del verano

amargets34049121 barcelona   26 04 2016      dominical    el escritor joel di160729151827

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IMMA MUÑOZ

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El verano del 2013 fue suyo. 'La verdad sobre el caso Harry Quebert', del jovencísimo (y entonces desconocidísimo) autor suizo  Joël Diker, se hizo omnipresente en playas, piscinas, aviones, tumbonas y chiringuitos. Sin acercarse ni remotamente a las cifras de los años de vacas gordas (estábamos metidos hasta el cuello en una crisis que ha castigado con especial dureza a la industria cultural), en solo 6 días, entre el 29 de julio y el 4 de agosto, despachó 11.500 libros de su edición castellana, según datos de Nielsen, la agencia de referencia en medición de ventas, cuyas cifras temen las editoriales amigas de las fajas tipo "200.000 lectores lo avalan" porque en sus números no hay maquillaje posible. 11.500 libros en menos de una semana pueden parecerles poca cosa si retumban en su cerebro titulares del estilo de "'La catedral del mar' llega al millón de ejemplares" o "Carlos Ruiz Zafón rompe la barrera del millón de libros", pero con los tiempos que corren lo de Dicker fue casi un prodigio. Y le hizo merecedor del título honorífico de El libro del Verano, que podría revalidar este 2016 con su nueva obra  ‘El libro de los Baltimore’ . ¿Va a ser así?

UNA DECISIÓN ARRIESGADA

"Yo creo que sí –dice Isabel Martí, la editora de La Campana, que ya apostó por editarle en catalán en el 2013 y que ha vuelto a hacerlo ahora–. Será el libro del verano porque Dicker es un autor muy transversal, que gusta a mucha gente. Se pueden sentir cómodos leyéndole tanto chavales que empiezan a adentrarse en la lectura como gente con un bagaje lector". A Martí hay que escucharla. Su editorial es pequeña y no publica más de una decena de libros al año, pero donde pone el ojo, pone la bala. La edición catalana del libro que arrasó el verano pasado, 'La chica del tren', también llevaba su sello, como el fenómeno Jonas Jonasson o el aún más destacable fenómeno 'Wonder', el libro de R.J. Palacio que está desde el 2012 en las listas de libros más vendidos en catalán y que, en cambio, no ha tenido el mismo éxito en castellano, tal vez porque Nube de Tinta (del poderosísimo grupo editorial Penguin Random House) no le ha puesto la fe y la pasión que pone Isabel Martí en todo lo que emprende. Hacer de Dicker el libro del verano es en lo que ahora vuelca su entusiasmo. 

Y eso que ella creía que podían aspirar, con este libro, a un premio mayor: convertirlo en el ganador de Sant Jordi. "Por cuestiones entre editoriales, no pudimos sacarlo con antelación suficiente para preparar Sant Jordi con él. Habría arrasado". Pero, constatado que el momento Dicker iba a tener que ser el verano, Martí se lanzó a por ello, tomando decisiones (y riesgos) para lograrlo. "La portada catalana es diferente de las del resto del mundo, más veraniega. Yo quería que lo fuera, y también más humana, que reflejara mejor la melancolía de los veranos felices que impregna todo 'El libro de los Baltimore'. Incluso hemos comprado un montón de hamacas de rayas blancas y rojas para resaltar la novela en los escaparates", explica. 

¿Y vale la pena la inversión? ¿Realmente el verano se ha convertido en un momento tan relevante para la trayectoria de un libro? "Sí. No es una campaña tan importante como las de Navidad y Sant Jordi, pero hay un incremento de las ventas. Las librerías nos dicen que, de hecho, lo notan a partir de Sant Joan. Por nuestros ritmos de vida y los nuevos hábitos de consumo cultural, tal vez ya no haya tanta gente que lee un libro a la semana, pero sí que hay más gente que lee tres al año: Navidad, Sant Jordi y el verano", argumenta Martí. 

Que ella diseñe una campaña veraniega para un libro no significa que crea que su recorrido acaba cuando los lectores se quitan el bañador. "En absoluto: solo significa que empieza ahí. Si un libro es bueno, la campaña de verano, como la de Sant Jordi, es solo el punto de partida. Esta estación se ha convertido en plataforma de lanzamiento de long-sellers [best-sellers de larga duración]. Yo creo mucho en el boca-oreja para la difusión de un libro, y el verano es una época propicia para ello. La gente se encuentra y comenta lo que está leyendo, o lo cuenta a la vuelta de las vacaciones. En septiembre te das cuenta de si un título ha funcionado en verano, porque muchos lectores van entonces a comprar el libro que otro les ha recomendado tras haberlo leído en sus vacaciones. Septiembre determina cuál ha sido de verdad el libro del verano". 

LOS OPONENTES DE DICKER

El ejemplo de lo que sucedió en el 2015 le da la razón. Paula Hawkins, con 'La chica del tren', se convirtió en la autora revelación del estío. El thriller llevaba un par de meses publicado, pero no había tenido la repercusión que alcanzó durante las vacaciones. A la vuelta prosiguió la escalada de ventas, y en el pasado Sant Jordi se coronó como el más vendido. A día de hoy, sigue encabezando listas, y probablemente rivalizará con Dicker este verano. 

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No será el único oponente al que tenga que enfrentarse el suizo: todas las grandes editoriales presentan candidatos a encaramarse al podio de la elección estival. Planeta, el otro gigante editorial del mercado español (Alfaguara, la editorial española de 'El libro de los Baltimore', pertenece a Penguin Random House), ha apostado por seguir la estela de Hawkins con ‘La viuda' , un 'thriller' del llamado 'domestic noir' (género al que también se adscribía 'La chica del tren' y, antes, 'Perdida', de Gillian Flynn, un exitazo del 2014) plagado de personajes que no son lo que parecen y giros sorprendentes. La editora de Columna Edicions, que lo publica en catalán, Pema Maymó, no cree que haya libros "ideales para el verano". "Se trata de encontrar el lector adecuado y el momento oportuno, y el verano, las vacaciones, facilitan ese encuentro, porque ralentizamos nuestro ritmo diario y estamos abiertos a nuevas experiencias. Y un libro siempre, siempre, es una experiencia para quien se adentra en él", explica. 

‘La viuda’ fue elegido entre varios candidatos para centrar la campaña estival de Planeta. "Siempre tenemos más de un potencial libro del verano, pero hay alguno que destaca por encima de los demás. Y el género negro es una apuesta segura porque gusta a todo tipo de lectores. 'La viuda' atrapa, entretiene y provocará conversaciones de cena de verano por la identificación con alguno de los personajes. ¡Podrían ser nuestros vecinos!", asegura Maymó. El entretenimiento es algo que va asociado ineludiblemente al libro veraniego. ¿Cree que a los autores les molesta que se categorice así una obra suya? "¡Ni mucho menos! –responde Maymó–. El verano es una época de horas y horas de lectura, y es un placer encontrar a alguien con tu libro en el borde de una piscina o en la playa. A cualquier escritor le gusta encontrar sus libros allá donde vaya". 

Fiona Barton, la autora de 'La viuda', le da la razón. Esta veterana periodista británica, que ha vendido los derechos del libro, su debut como novelista, a Playground Television para una serie y que actualmente vive con su marido en el sur de Francia dedicada a escribir, asegura que no cree que haya libros para una época determinada del año, "porque un buen libro es un buen libro en cualquier momento", pero que espera que este verano los lectores opten por el suyo. "A mí me encanta leer en esta estación porque es la mejor para hacerlo sin interrupciones. De hecho, reservo libros especiales para mis vacaciones: títulos que me han recomendado y hallazgos sorprendentes", asegura. 

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EL PLACER DE RESERVAR PARA EL VERANO

Tampoco a Jacinto Rey, autor de la apuesta estival de Suma de Letras‘Dile a Marie que  la quiero’, le importaría que su libro fuera encuadrado en esa categoría. "Me encantaría que los lectores me leyeran en todas partes: en la piscina, en la pista de tenis, en la ducha, en el hipódromo, en Canadá y en la Costa Brava. Donde y cuando les apetezca". Para él, elegir un título para las vacaciones viene con un plus: "La anticipación, el placer de reservar un libro para un momento determinado, puede contribuir todavía más al disfrute". Y dice que le pide dos cosas: "Que proporcione una plataforma desde la que el lector pueda observarse a sí mismo en ese momento de reposo, de transición entre etapas de su vida" y "que ofrezca una buena historia que acelere la vida del lector en un momento en que este se encuentra, por la dinámica vacacional, más receptivo a esa intensidad".

Casi nada, y muy poco que ver con la banalidad que se suele atribuir a la etiqueta y que hace que algunos sectores rechacen a priori cualquier libro categorizado así. "Para un tipo de público, el sello libro del verano es una garantía de que se lo pasarán bien leyendo. A otros les echa para atrás –constata Isabel Martí–. Pero tiene que haber variedad y oferta para todos. En la literatura, una parte es objetivable, pero hay otra que es cuestión de gusto, nada más que eso. Es fácil editar y escribir un libro que sabes que va a ser minoritario. Entiéndame, no es que sea fácil, es que tienes la coartada si no funciona. Pero yo valoro mucho el mérito de escribir un libro con ritmo, con tensión, con buenos personajes, con identidad, con personalidad y que a la vez guste a mucha gente. Me parece que hay una tendencia a hacer ensayo en la novela. Y lo veo muy pretencioso. Yo quiero que me cuenten cuentos al calor de la lumbre, que me seduzcan con una narración. Y eso es muy complicado. Por eso en La Campana valoramos mucho el arte de narrar. Incluso cuando editamos un ensayo".

EL NUEVO REGISTRO DE DICKER

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Esos que ha enumerado son los méritos que Martí atribuye a la escritura de Dicker. "Mucho de eso estaba en Harry Quebert, pero está más aún en 'El libro de los Baltimore', porque Dicker se propuso profundizar en el tratamiento de los personajes, que él mismo admitía que era superficial en la novela anterior, y lo ha logrado. Es algo que me gusta de él: no ha sido esclavo de su éxito y no ha tenido miedo de ofrecer otro registro", asegura la editora. 

El propio autor lo explicaba en mayo, cuando vino a España a presentar su último libro. ¿Había esquivado la intriga para evitar encasillarse? "Evidentemente, el éxito ha tenido su influencia. Había una parte de mí que temía que le metieran en la casilla Joël-es-un-escritor-de-novelas-policiacas. Pero también tenía ganas de hacer algo distinto, de poder abrazar el placer que me causa probar cosas diferentes", aseguraba. ¿Y no tiene miedo de defraudar al lector que va buscando otro Harry Quebert? "No hay que escribir para los lectores, ellos no tienen que decidir qué escribes ni cómo lo escribes. Soy consciente de que no puedo gustar a todo el mundo, pero me tengo que mantener fiel a mí mismo. Además, si asumes riesgos y fracasas, se te perdonará; si además lo haces bien, doble triunfo. No tenemos que olvidar que los lectores no son ingenuos y no se dejan engañar". Respecto de si creía en libros para el verano y se veía ubicado ahí, respuesta enigmática: "Hay obras que estarán siempre fuera de los compartimentos. El autor tiene la libertad de entrar en ellos o no". 

LA PROPUESTA DE EDICIONES B

Quien tiene claro que existen libros ideales para esta época del año es Berta Noy, la directora editorial de Ediciones B, que aporta una definición que podría satisfacer a todos: "El libro ideal para leer en verano es aquel que uno se ha guardado para disfrutar cuando se tiene algo más de tiempo, y puede ser una novela negra, una saga familiar, un ensayo o cualquier otro género. Dicho esto, es cierto que un elevado porcentaje de lectores quieren que en verano les acompañe una lectura de entretenimiento, más bien ligera, de evasión". 

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La apuesta de su editorial es  ‘El método 15/33’ , el debut de Shannon Kirk, una joven abogada estadounidense. Los motivos:

"Te atrapa desde 

el minuto uno y tiene un personaje central original y atractivísimo, verosímil hasta el escalofrío. Es una perfecta novela de evasión y entretenimiento que, por el buen hacer de la autora, va un paso más allá y confronta al lector con un dilema moral". La campaña de verano, asegura Noy, "es uno de los picos de venta importantes del año, sobre todo para la literatura de evasión, y al autor, en principio, le beneficia publicar en ese momento, ya que le puede reportar mejores ventas que otra época del año más floja". Es por eso que ella no cree que los autores con los que trabaja Ediciones B puedan sentirse molestos porque se plantee la promoción de su obra con vistas a convertirlo en el libro del verano. "Ellos saben que tenemos una vocación abiertamente comercial", proclama. 

Pablo Álvarez, el director editorial de Suma de Letras y Aguilar, que apuesta por 'Dile a Marie que la quiero' ("una novela conmovedora ambientada en la segunda guerra mundial. Una niña perdida en medio del horror", la describe), está de acuerdo con Noy: "El autor, como el editor, quiere que su libro llegue al mayor número de lectores, y si es diciendo que es el libro del verano, no hay ningún problema. Los autores siempre agradecen que se apoye su libro, de la forma que sea". 

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UNA EXPRESIÓN PERVERSA

Pero no todos los editores ni los autores aceptan sin problemas la etiqueta. Laura Huerga, editora de Rayo Verde-Raig Verd, considera que responde a intereses puramente comerciales que poco tienen que ver con lo que la motivó a ella a fundar este sello, pequeño en tamaño pero inmenso en catálogo (su primer libro, 'Todo está tranquilo arriba', del holandés Gerbrand Bakker, ganó el Premi Llibreter en el 2012; han sido los primeros en traducir al catalán a Jean Echenoz, y compraron los derechos para traducir también a esta lengua a Svetlana Alexievich pocas semanas antes de que le dieran el Nobel), hace cinco años. "La expresión ‘ideal para el verano’ ya tiene en sí algo de perverso: ¿cómo saber que un libro es ideal para algo justo antes de leerlo? Esa etiqueta solo invita a comprar. Pero esa es la intención, ¿no?", plantea. 

Por eso, los requisitos que ella cree que tiene que tener un libro "ideal para el verano" dependen de si aplica los que ella defiende para los de su catálogo ("libros que conmuevan, inquieten o despierten una reflexión, que no te dejen indiferente") o "si hablamos del concepto mercantilista de la cosa". "Entonces, más de lo mismo: tratar un libro com un producto, con unos criterios poco exigentes, que sea fácil de vender". Las propuestas de su editorial para este verano son dos:  ‘Post Mortem’, de Peter Terrin, y  ‘Cuando los dioses bajaron a Varsovia y alrededores’ , de Ignacy Karpowicz.

Lo de "propuestas para este verano" es por la proximidad entre su fecha de publicación y el verano, no

porque vayan a tener un 

tratamiendo diferenciado del resto del catálogo. "Una editorial como la mía funciona más con libros de fondo, sin grandes picos de venta. Eso también lo favorece el hecho de que las librerías defienden nuestros títulos durante más tiempo. En el fondo, son futuros grandes clásicos de la literatura contemporánea. En Navidad y Sant Jordi sí es diferente. Pero lo bonito sería que se leyera durante todo el año". Un detalle: referencias a Rabelais, Bulgákov y Kundera al presentar, en su web, a Karpowicz. El resto de candidatos a libro del año, exceptuado Dicker, que no necesita más padrino que él mismo, emparentan con Paula Hawkins y María Dueñas, autoras con la cuenta de resultados como argumento inapelable. 

ESCRIBIR CON LIBERTAD

Más contundente todavía en su oposición a la categoría de libro de verano es Javier Jorge. Tal vez porque es aún mucho más 'outsider', dentro de la industria editorial, que Huerga: él ha recurrido a la autoedición, y a una tenacidad y una confianza en su libro espectaculares, para vender cerca de 8.000 ejemplares de ‘La última raya’, a fuerza de boca-oreja y agitación en las redes sociales. "No sé qué es un libro para el verano, cuál es su temática o cómo debe escribirse. Para leer, lo único que hace falta es un rato de paz, independientemente de la época del año. No tengo ninguna duda de que es una estrategia de las editoriales para incrementar las ventas. Diseñan campañas, como en Sant Jordi y en Navidad, dirigidas muy concretamente al lector medio-bajo, o directamente al lector bajo. El que lee todo el año, compra libros cualquier mes. Eso no quita para que yo mismo, siendo consciente de que en estas fechas se incrementa el consumo de libros, utilice el hashtag #LecturaDeVerano en algunas de mis publicaciones promocionales en redes sociales para ganar visibilidad con esas campañas ideadas por las grandes editoriales". 

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No es la suya una posición elitista respecto de la cultura: precisamente, a su libro, una historia de amor y búsqueda de uno mismo escrita con gran nervio narrativo y sin hacer ascos a las escenas de sexo descarnado ("como es") y al lenguaje más coloquial, las editoriales –y también algún lector, ya que la interacción con ellos es constante en las redes sociales– le han afeado lo poco académico que resulta. Su reticencia nace más bien del convencimiento de que la creación literaria no puede someterse a las leyes del mercado ni ser un producto que sirva para que saque mucha más tajada de él cualquiera antes que el autor, que es lo que ha hecho, también, que no haya aceptado ninguna de las ofertas que ha recibido para poner su novela en manos de una editorial. 

Escribe con plena libertad, como él cree que debe hacerlo, sin tapujos ni dobleces, y no está dispuesto a hacer concesiones ni a la industria ni al público. Por eso, cuando se le pregunta si cree que a los autores les molesta que se considere su obra un libro de verano, su respuesta no puede ser más dura y directa: "Don Omar, Juan Magán, Pitbull, Paulina Rubio, Tata Golosa, El Koala son algunos de los triunfadores de los últimos años con sus ‘canciones del verano’. Déjeme pensar... Sí, yo creo que a mí no me haría demasiada ilusión que me dijeran que soy El Koala o el Georgie Dann de la literatura". Aunque podría ser la Meghan Treinor, el Pharrell Williams e incluso el Daft Punk de los libros, que también han hecho estragos estivales pero con mucha más gracia.

LECTURAS PENDIENTES

Estas son sus opiniones y sus apuestas, pero ¿cuáles van a ser sus lecturas? "Yo voy a leer seguro  ‘El secreto de la modelo extraviada’ , de Eduardo Mendoza. En verano leo los libros que tenía en cola y no me ha dado tiempo de leer en primavera", explica Javier Jorge. Laura Huerga tiene una larga lista. "Necesito lecturas que me estimulen, me emocionen, me hagan pensar... En poesía voy a leer 'Ancoratge', de Míriam Cano; 'Tema de l’adéu', de Milo de Angelis, y releeré 'Fer camí', de Pep Cortès. También 'Fin de poema', de Juan Tallón, y ‘La guerra de les salamandres’ , de Karel Capek", enumera. 

El escritor Jacinto Rey apuesta por "una lectura, 'Graveyard of memories', de Barry Eisler, y una relectura: 'Les sirènes de Bagdad', de Yasmina Khadra", y su editor, Pablo Álvarez, por lo último de Rafael Chirbes'París-Austerlitz''Juegos reunidos', de Marcos Ordóñez, y la poesía completa de Jaime Gil de Biedma. Pema Maymó declara tener "una montaña de lecturas pendientes casi infinita", en la que habrá, seguro, "un clásico aún por leer, un par de ensayos de actualidad y todas las novedades de ficción" que le han despertado la curiosidad a lo largo del año. 

Berta Noy trabaja con dos listas, la larga y la corta. "Mi relación de lecturas para las vacaciones es siempre muy extensa y da para mucho más que un verano. Todavía tengo que decidir qué títulos de verdad me llevo. En la long list de este año están Karl Ove Knausgard, William Faulkner, Elena Ferrante, Jaume Cabré y algún otro. La short list la haré a última hora". Isabel Martí querría no leer nada relacionado con su trabajo estas vacaciones, pero, una vez más, le va a resultar imposible. "Hay 15 cosas que me tengo que leer por motivos profesionales en estas fechas. Creo que incluso he perdido el hábito de leer normal. Leo editando: ante un libro, no sé dejarme llevar. Si tuviera tiempo para leer libremente, elegiría una obra que me sedujera, que me arrastrara. De las últimas que recuerdo así, 'A sangre fría', de Truman Capote. Este año, si saco tiempo, leeré sus cuentos reeditados,  ‘Relatos tempranos’ . Eso es lo que le pido yo a un libro del verano: que me arrastre, que me permita entrar en un mundo, conocerlo y querer a los que viven en él. Por eso en esta época, además, gustan tanto las novelas largas: porque permiten todo eso y leer de un modo distinto de como lo hacemos el resto del año. Nada de lectura troceada, saltando de un sitio a otro. Sosiego y compañía durante mucho tiempo: mientras se lee y cuando, después, se recuerda esa lectura. Eso es lo que hace de verdad importantes a los libros".