Enganchados a la nostalgia

Los 80 llevan más años siendo recordados que los que duró la década. ¿A qué se debe esta fascinación? Es una cuestión generacional, responden los sociólogos. Pero hay algo más

JUAN MANUEL FREIRE

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En el siglo XVII, el médico Johannes Hofer inventó la nostalgia, como palabra y como concepto, para describir la condición –pensamientos sobre el hogar, melancolía, insomnio– que afligía a los mercenarios suizos que luchaban lejos de su país. Poco a poco, la nostalgia pasó a definir un sentir colectivo, y desde la segunda mitad del siglo XX, los nostálgicos echaban de menos, en gran medida, más que un país, la cultura pop de otra época. 

En el 'ranking' de décadas recordadas con nostalgia, los 80 se llevan la palma desde hace tiempo, mucho tiempo; más tiempo del que duró la propia década en su momento. Los 80 no se acaban nunca. La serie de libros 'Yo fui a EGB', que recuerda con humor los fetiches culturales y las costumbres de aquellos años, ha arrasado entre los regalos de varias Navidades. Hace poco se publicó 'Cuando éramos felices', álbum de fotos (comentado) de la primera generación que supo disfrutar de las libertades de la Transición. El cine Phenomena de Barcelona, modelado a la imagen y semejanza de los antiguos cines de barrio, aunque con nuevas tecnologías, no deja de programar la mítica 'Los Goonies'.

¿De dónde viene esta fascinación? ¿Es simplemente una cuestión generacional, porque quienes crecieron por entonces son ahora los proveedores de todo tipo de contenido (nostálgico)? ¿O hay algo más?

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Si preguntas a los sociólogos, te dirán que lo generacional es algo esencial. Según Jordi Busquet, profesor de la Universitat Ramon Llull, “en un momento de crisis, de cambio, incluso positivo, se necesita retomar el pasado y buscar referentes. El componente generacional es fácil de ver en cine y música”. Para Alberto Ribes, profesor de la Complutense, “los 80 son nuestro espacio de pasado compartido, claramente idealizado y mitificado, como es lógico”. (Nota del autor: sí, nuestro, porque nací el año de 'La guerra de las galaxias'). Y Ribes añade: “Se destacan y se recuerdan, y eso es bastante clarificador, los productos que consumíamos. Porque hemos sido una generación de consumidores sin freno; probablemente, la primera en la historia de nuestro país. Recordamos lo que consumíamos porque éramos, básicamente, consumidores”. En el primer volumen de 'Yo fui a EGB', la parte dedicada a helados y chuches es proustiana: ¡Bubo! ¡Chimos! ¡Pita Gol! 

UNA ÉPOCA ESPECIAL

Vivimos rodeados de productos con colores radiantes, el constante frenesí de la televisión, el ascendente pop electrónico, las películas más gozosamente frívolas y una completa ausencia de riesgo de cualquier clase, o casi. “La televisión ya estaba asentada en casi todos los hogares y la explosión de las marcas y del ocio empezaba –señala Javier Ikaz, cocreador de los libros 'Yo fui a EGB'–. Si a eso añadimos el hecho de que coincidía que éramos niños, todo se conjura para que nos parezca una época especial”.

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Los 80 fueron demasiado buenos con nosotros. De algún modo, nos malcriaron, como confirma Xavier Gassió, el autor de 'Cuando éramos felices': “La generación de los que eran niños y adolescentes en esta década, posiblemente la más privilegiada y mimada de la historia, chocan hoy con una realidad que cada vez se aleja más e irremediablemente de sus sueños. Es lógico que vuelvan su mirada con nostalgia hacia aquel periodo de sus vidas en que fueron felices”.

La falta de perspectivas sólidas de futuro ayuda a que muchos se queden viviendo, de algún modo, en esos días felices. (Busquet): “Existe una prolongación de la juventud. La infancia termina antes, pero la edad adulta nunca acaba de llegar. El futuro no está claro; y uno deja de ser joven cuando tiene trabajo, casa, pareja. Con toda esta sensación de incertidumbre, tenemos que ser jóvenes toda la vida”. (Ikaz): “Sin duda, si hay una generación con el síndrome de Peter Pan, esa es la nuestra”.

Hace unas semanas, el mentado cine Phenomena acogió un pase especial inaugural a medianoche de la nueva entrega de 'La guerra de las galaxias'. Pese a que Lucasfilm y el nuevo equipo liderado por J. J. Abrams quieren atraer a nuevas generaciones con su renovación de la saga, en aquella proyección golfa no había ni asomo de jóvenes-jóvenes y sí mucho treintañero y cuarentañero. ¿Una señal de inmadurez? ¿O una muestra esperanzadora de que el idealismo todavía existe? 

Según Ribes, la esperanza es que ya no somos tan idealistas. Nadie vendrá a hacer los cambios por nosotros: “Nos hemos vuelto muy pragmáticos y la gente se ha puesto manos a la obra”. Tarde, pero nos hemos puesto. “No es infrecuente que la gente de esa generación haya tenido un despertar político tardío. Estábamos todos sentados esperando a que nos sacaran a bailar, hasta que hemos visto que no queremos bailar ese baile, ni en ese salón, y que no tenemos que esperar a que nadie nos saque a bailar; solamente tenemos que bailar sin invitación o crear un nuevo salón de baile”.

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Nos preguntábamos al principio: ¿es solo una cuestión generacional? ¿O hay algo más? Tras hablar, también, con artistas del campo de la música o del videoclip, la respuesta parece un doble sí. Es una cuestión generacional y hay algo más. Los 80 fueron especiales. 

Tomemos la música, por ejemplo. Xavier Gassió destaca, de lo hecho aquí, “la primera etapa de Mecano, un pop brillante, divertido y estimulante que reflejaba cómo la superficialidad podía tener un nivel de Oscar Wilde”. Desde fuera, la década se observa con la misma fascinación y, por qué no, el mismo respeto. El crítico musical británico Simon Reynolds –autor de un libro clave sobre la nostalgia pop como 'Retromanía'– nos explica: “El pop electrónico de los 80 tiene ese aspecto de era dorada que Motown tuvo en los 60, o la música disco a finales de los 70. Es música universal que anima cualquier fiesta en la que suena”.

Por esta época se puede sentir nostalgia incluso aunque no los vivieras del todo. Por su edad (nació en 1985), Alba Blasi debería sentir devoción por los 90, pero los 80 son especiales para ella, sobre todo sus teclados; ella los toca en el grupo pop Extraperlo. “De los teclados me interesa la producción, las líneas evocadoras de sintetizadores, los sonidos nuevos que sonaban a futuro, la elegancia en los arreglos…”, cuenta. Otros grupos actuales del estado como El Último Vecino y Linda Mirada también beben de una década cargada de estímulos sonoros. Según Reynolds, “si la gente sigue reviviendo los 80 es porque hay muchos 80 entre los que escoger”.

Aunque los videoclips ya existían en los 70, los 80 fueron su era dorada. Muchas de aquellas piezas son objeto de culto, a pesar de (o gracias a) su dudoso gusto. Que en realidad igual no era tan dudoso: “Todo lo que nos parece kitsch fue, también, la mejor manera de superar unos setenta demasiado masculinizados –opina Lope Serrano, uno de los directores de la afamada productora de Barcelona CANADA–. Necesitábamos colores vivos en casa y los videoclips nos los proporcionaron. Un poco como la llegada de Almodóvar Mariscal al imaginario de la clase media española”.

Los colores siguen vivos, pese al desgaste del ánimo. 80s forever and ever