Teresa Llordés, de Barnacentre: "Tenemos que aprender a convivir con los turistas"

La presidenta de los comerciantes del Gòtic abre una nueva turronería en la calle de Boqueria

Llordés, en el estreno de su tienda en Boqueria, 31, la semana pasada.

Llordés, en el estreno de su tienda en Boqueria, 31, la semana pasada.

ÓSCAR HERNÁNDEZ / BARCELONA

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Dulce como el chocolate que vende en sus cuatro tiendas barcelonesas de Torrons Vicens d'Agramunt. Y apasionada por el comercio en el que aterrizó en pleno inicio de la crisis tras dejar un alto puesto en una multinacional del sector hospitalario. Teresa Llordés Ros (Guissona, 1952) dirige sus tiendas de chocolate y turrones en continua expansión. La semana pasada inauguró la última en la calle de Boqueria, en el corazón del Gòtic, donde está la veterana asociación de comerciantes que preside, Barnacentre.

-¿Cómo empezó con los dulces?

-Hace cinco años monté una tienda de chuches en la calle de Creu Cuberta y me especialicé en bolsitas para bodas y comuniones. Otra tienda cercana de toda la vida empezó a perder clientes hasta que se puso las pilas y arregló su escaparate. La competencia es buena, hace que cada mañana te tengas que esforzar.

-Por eso el local es importante.

-A mí me gusta tener las tiendas bonitas. Es una actitud. Si quiero un gran mostrador de cristal, lo pongo.

-Así vende turrón todo el año.

-Tengo casi todas las tiendas en  zona turística: Petrixol, Boqueria y Universitat. Por eso no sólo vendo en invierno. Se da el mensaje de que hay mucho turismo y el barcelonés no baja por eso tanto al centro como antes. Pero hay locales muy bonitos en calles muy agradables. Tenemos que aprender a convivir con los turistas.

-¿Por qué aceptó hace unos meses presidir Barnacentre?

-Javier Cottet quiso dejar el cargo. Desde la fundación de Barnacentre, en 1973, no había habido una mujer presidenta y eso que nosotros somos más constantes, más currantes y más sensibles (ríe). A mí, medio me lo pidieron y medio me ofrecí. Y ahora estoy satisfecha. Hasta he conocido el mundo de la política. Por cierto, en una reunión vi a concejales de distintos partidos tirándose los trastos. A la salida, me los encontré tomando juntos una cerveza. Y pregunté: «¿Pero no son enemigos?». Me gustó.

-La relación con la alcaldesa Colau no parece tan idílica.

-Es que nos hace sentir mal. Los comerciantes no nos sentimos respaldados en sus discursos. Y no le pedimos dinero, sino una palabra que nos reconforte porque nuestras ventas no van del todo bien. Colau no puede llegar y cambiar todo porque piensa que es la única que lo hace bien.