EL RETO DE LA DIADA

Por la corresponsabilidad fiscal

Si se invierte en las comunidades más capaces de crear riqueza, las otras también saldrán beneficiadas

ANTONI ABAD

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Todos los indicadores anuncian que los próximos meses no van a estar exentos de conflictividad. El último trimestre del año, tradicionalmente ya malo, será con toda probabilidad una continuación de la tendencia negativa en la economía de nuestro país que, incluso, podría verse agravada si, como se anuncia, la recesión se extiende a toda la UE. En este contexto, llega una vez más el Onze de Setembre --cargado de simbolismo-- y muy poco después, la negociación del pacto fiscal con el Gobierno del Estado.

Aunque es una obviedad, creo pertinente decir que la conflictividad no conviene a nadie. Ni es bueno para nuestra economía interna, ni lo es tampoco para la imagen de nuestro país en el exterior, que ya de por sí está bastante deteriorada. También me parece una obviedad decir que el modelo fiscal actual está absolutamente caduco.

A riesgo de equivocarme, diría que una relación tan asimétrica como la que representa un déficit fiscal en Catalunya de más del 8% del PIB es un caso absolutamente único en Europa y hasta posiblemente en el mundo. Es más, el país de referencia en Europa, Alemania, tiene limitado por ley ese déficit al 4% y en revisión a la baja de ese tope.

Finalmente, a los empresarios catalanes nos da igual el nombre que se le dé. No es relevante si se le llama concierto, pacto o cualquier otro sinónimo. Lo que sí es realmente relevante es dejar claro que una parte muy significativa del problema que ahora estamos viviendo en los déficits autonómicos lo ha causado precisamente la falta de corresponsabilidad fiscal. Y creo, sinceramente, que ahí está la clave. Tiene que haber siempre una relación entre lo que generas y lo que tienes disponible para poder invertir o gastar desde la esfera pública. No solo Catalunya debería evolucionar hacia un modelo más coherente y responsable. También deberían hacerlo el resto de comunidades autónomas y los ayuntamientos.

Por supuesto, estamos de acuerdo en que debe haber un porcentaje de solidaridad con las comunidades que menos recursos tienen. Pero también en eso debería haber más corresponsabilidad. Ese dinero debería estar condicionado y determinado en el tiempo a que esas comunidades hagan el esfuerzo de mejorar su capacidad de generar riqueza. Lo que ha ocurrido en estos últimos 40 años, desde la perspectiva de Catalunya, es absolutamente desesperante. Las comunidades netamente receptoras, no han priorizado y mejorado en su capacidad relativa de generar riqueza respecto a las que más generan, a pesar de las cantidades ingentes de dinero recibidas no solo de España sino también de Europa. Y la pregunta es de cajón, ¿por qué debe haber solidaridad en el reparto del dinero y no debe haberla también en el esfuerzo para conseguir riqueza?

Se arguye ahora que no es el momento. Que «con la que está cayendo no hay que dividir sino sumar». Pero mi mentalidad de empresario me dice que precisamente este es el mejor momento. Cuando hay pocos recursos, el sentido común me dice que hay que priorizar aquellas partidas que sean capaces de generar mayor riqueza en el futuro y con mayor eficiencia. Es obvio que redistribuir los ingresos fiscales más acorde con lo que cada uno genera haría que algunas comunidades recibieran menos. Pero eso sería a corto plazo. Si se invierte el dinero en las comunidades que son más capaces para generar riqueza de forma eficiente, eso hará más grande el pastel y que el resto de las comunidades se beneficien también. Aumentar los ingresos fiscales de Catalunya (retener más dinero del que ya se genera) obligará a reducirlos en otras partes y eso comportará insatisfacción. Pero hacer lo contrario (es decir, mantener la situación actual) es simplemente clientelismo y no puede justificar lo injustificable. Necesitamos criterios y decisiones económicas para las finanzas y la economía.

Hay quien se pregunta qué tiene que hacer Catalunya si finalmente el nuevo pacto fiscal no sale adelante y me parece que esa no es la cuestión. Más bien pienso que quien tiene un auténtico problema y, por ello, debe hacerse esa pregunta es el Estado. ¿Qué piensa hacer España? La realidad es tozuda y el actual reparto del pastel solo nos va a empobrecer más. Y eso solo va a traer más conflictividad social.

El Onze de Setembre se van a producir dos manifestaciones que creo son complementarias. La primera es la del pacto fiscal y, aunque muchos catalanes no conocen los detalles, no hay ninguna duda de que la inmensa mayoría está a favor de una mayor equidad fiscal para Catalunya (correlación entre lo que se genera y lo que se percibe) y de una mayor corresponsabilidad en la gestión. La segunda es la de la independencia. Todas las posturas son respetables y desde mi punto de vista es positivo que se manifiesten. Sería absurdo hacer oídos sordos.

Cada uno podrá pensar lo que quiera, pero lo que es indudable es que el sentimiento de insatisfacción con el statu quo actual está creciendo exponencialmente en Catalunya y eso, no es bueno ni para nuestro país ni para el Estado. Y la conflictividad no la genera quien piensa distinto, sino aquellos que no admiten que otros lo hagan.

Presidente de la patronal Cecot.