Las racciones

El Gobierno central hace oídos sordos a la multitudinaria marcha

Imagen de la manifestación independentista de ayer, en Marquès de l'Argentera.

Imagen de la manifestación independentista de ayer, en Marquès de l'Argentera.

JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

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La multitudinaria manifestación independentista que ayer recorrió las calles del centro de Barcelona no ha logrado variar el discurso del Gobierno de Mariano Rajoy. Aunque tampoco estaba en las previsiones. El Ejecutivo central reiteró el mismo argumento de los últimos días; es decir, que no está el horno para bollos. O, tal y como resumió el presidente del Gobierno en la entrevista que concedió el lunes a TVE, que no es momento de «líos» ni de «algarabías» habida cuenta de las dificultades que atraviesa la economía española y, por ende, la catalana.

Por la mañana, antes de poder comprobar la auténtica dimensión de la marcha pero con el discurso institucional pronunciado la víspera por elpresidentsobre la mesa, Rajoy reclamó a Artur Mas que recapacitara sobre la ofensiva soberanista que ha emprendido el Govern. «Catalunya tiene problemas muy importantes», como la deuda y el paro, le recordó el jefe del Ejecutivo, para quien todos los esfuerzos de Mas deberían ir en esa dirección. «Si en algún momento de la reciente historia de España es fundamental que trabajemos juntos con el objetivo de mejorar la prosperidad de los ciudadanos, crear empleo, superar la crisis y dar soluciones, ese momento es ahora. Me gustaría que todo el mundo lo tenga claro», subrayó Rajoy.

Respecto a la marcha convocada por la tarde en Barcelona, el presidente del Gobierno evitó dar su opinión, pero expresó su «respeto por las formas de pensar de cada uno». Tampoco quiso avanzar si se prestará a negociar el pacto fiscal. Eso es algo, explicó, que abordará con Mas en su reunión del próximo 20 de septiembre. «No voy a adelantar nuestra conversación», añadió.

PREOCUPACIÓN EN LA MONCLOA / Después, a última hora de la tarde, cuando ya se sabía que la manifestación había sido más que multitudinaria, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, también se refirió a la Diada. Fue una nueva muestra de que el Gobierno, al menos en sus declaraciones públicas, no quiere calentar unos ánimos independentistas que preocupan mucho en la Moncloa. Sáenz de Santamaría se limitó a decir que en un «momento tan difícil como este», había que ser consciente de «las prioridades» y de por «dónde va el mundo». La salida de la crisis, insistió la número dos del Ejecutivo reiterando el mensaje de Rajoy, precisa que «trabajemos todos juntos» en la Unión Europea, «incluidos todos los españoles».

Mucho más explícita fue la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, quien amenazó alpresidentcon retirarle su apoyo en el Parlament si sigue por la senda soberanista. La dirigente conservadora mostró así su enojo por el discurso institucional de Mas. A su juicio, el jefe del Ejecutivo catalán evidenció en él su «sectarismo», además de «engañar a los catalanes» al asegurar que la batalla más urgente era alcanzar el pacto fiscal y no la salida de la crisis. Sánchez-Camacho también criticó la asistencia de miembros del Govern a la manifestación. «Quienes asistan quedarán retratados para siempre a favor de la independencia». Algo que, avisó, «puede traer consecuencias».