EL RETO DE LA DIADA

El divorcio que viene

El deseo de independencia crece entre los catalanes de toda la vida y los catalanes de la inmigración

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RAMON FOLCH

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Algunas voces, empezando por la del presidente del Gobierno español, piden alpresidentde la Generalitat que se centre en la crisis y abandone pactos fiscales y soberanismos. Me parece sorprendente. Catalunya no habría tenido que pedir su rescate a nadie de haber gozado de un concierto económico como el vasco o, más expeditivamente, de ser un Estado soberano. El principal componente de la actual crisis de las finanzas públicas catalanas es el trato fiscal que recibe de España. No es una opinión, es una evidencia. La deuda de la Generalitat resulta de prestar a los ciudadanos catalanes los mismos servicios que tienen los de otras comunidades autónomas, pero sin disponer de los recursos que aquellas sí reciben, en parte porque los aporta Catalunya. No es una explicación simplista. Es una inequidad simplemente escandalosa. A partir de este tipo de indignantes elementalidades se comprende el creciente malestar en el que vive la sociedad catalana. Una sociedad que, encima, ha de soportar toda clase de impertinencias y vejaciones: cornudos y apaleados.

HAY MUCHO más. La marea a favor de la independencia sobrepasa con creces la cuestión fiscal. Catalunya quiera dejar de verse supeditada al trasnochadoancien régimesociológico que prevalece en España. Según algunos estudios de opinión, más de la mitad de los catalanes desean que Catalunya sea un Estado independiente dentro de la Unión Europea; cuatro o cinco años atrás, la voluntad de independencia anidaba en un 15% de la población. Esos mismos estudios indican que la oposición clara a la independencia es ahora francamente minoritaria, menos de un 20%. Estamos ante una cuestión política mayor, pues. En tal contexto, ¿qué significa centrarse en la crisis y dejarse de soberanismos? Significa no entender nada. Creo que este es el principal componente de la cuestión. Los sucesivos gobiernos españoles de la democracia (de los anteriores para qué hablar) no entendieron nada del asunto. La inopia perceptiva es ahora total. Tanto, que las decisiones gubernamentales son el principal avivador del independentismo, al pretender apagar el fuego con gasolina. Hacen como los jueces carcas ante los casos de mujeres maltratadas: se preocupan por los maltratadores.

Catalunya es una mujer mal casada que, harta de todo, está por pedir el divorcio. Más que eso: es una mujer maltratada previamente casada a la fuerza. Si culmina el proceso ya espontáneamente desencadenado -la espontaneidad de las masas existe, aunque no esté de moda admitirlo-, habrá que argumentar jurídicamente el origen de los sentimientos y de las voluntades y, pues, habrá que recordar que los representantes legítimos de Catalunya nunca pidieron incorporarse a la España unitaria nacida con el absolutismo borbónico. Perdimos una guerra y fuimos -somos- tratados como vencidos. Eso es lo que se conmemora, reivindicativamente, el 11 de septiembre.Peces- Barba,padre de la Constitución española vigente, oTorrente Ballestera propósito de lospapeles de Salamanca, vinieron a decir lo mismo, recuérdese.

A estos referentes históricos de la vindicación de independencia se añaden muchas más razones. Hablo de independencia y no de independentismo. Es distinto. La independencia es el objetivo del independentismo; para mí, es una premisa, sin la que no puedo concebir la Catalunya que deseo. El mero independentismo, que no me interesa, seduce a una fracción reducida de la sociedad catalana, una respetable minoría que hizo su abnegada travesía del desierto. El independentismo, como el nacionalismo, es una ideología; la independencia es una manera de estar en el mundo. Los daneses o los portugueses son independientes, no independentistas. El independentismo pierde sentido tras la independencia. Esa mayoría creciente que desea la independencia de Catalunya, hecha de catalanes de toda la vida y de nuevos catalanes llegados de todas partes, no es necesariamente independentista. No es divorcista, simplemente quiere el divorcio porque este matrimonio sin amor no le trae más que disgustos y mala vida. ¿Tanto cuesta entenderlo?

EL ACTUAL deseo de independencia, aunque progresivamente mayoritario, podría revertirse, claro. Si prospera, forzará decisiones políticas. Espero que sean juiciosas, tanto por parte del Govern y del Parlament como de las autoridades españolas. Juiciosas, no falsamente prudentes. No habría imprudencia mayor que el sostenella y no enmendalla. El PIB de Catalunya es el noveno entre los 17 estados de la zona euro, por delante del de Portugal, Irlanda o Finlandia. De los 27 estados de la UE, 10 llevan menos de un siglo de independencia. España debe hacer de una vez su revolución industrial (que es más que la industrialización que ya hizo) y convivir amigablemente con sus vecinos europeos, incluida una presumible República Catalana. Todos ellos han de ir construyendo la Europa política que tenemos empantanada, para cuyos superiores y compartidos intereses sí que vale la pena ir renunciando a las soberanías nacionales. Para mantener escenografías basadas en la inequidad, no. Socioecólogo. Presidente de ERF.