CICLISMO SEXTA ETAPA DE LA VUELTA

Valverde se ciñe la corona en la primera montaña

Contador se entona definitivamente y salta ya a la tercera plaza de la clasificación en La Zubia

Alejandro Valverde, del Movistar, celebra su triunfo en la sexta etapa, al cruzar la meta en La Zubia.

Alejandro Valverde, del Movistar, celebra su triunfo en la sexta etapa, al cruzar la meta en La Zubia.

SERGI
LÓPEZ-EGEA

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«¿Pero no estás cansado?». Chris

Froome, escondido detrás del furgón del control antidopaje, soltaba las piernas a base de una sesión de rodillo, algo así como un spinning improvisado tras 161 kilómetros y una recta tan empinada que ahogó a casi todo el pelotón. Él que solo habla inglés y un poco de francés nada entendió, pero se echó a reír cuando su masajista, español, le tradujo la broma de un feliz Alejandro Valverde, que se orinaba, que decidió pasar el análisis pertinente antes de atender a los periodistas y explicar la tremenda alegría por su victoria en la Vuelta. Ocurrió en Cumbres Verdes, por encima de Granada, en La Zubia, primera llegada en alto de una ronda española que ya pedalea al ritmo de cinco corredores: un líder murciano, Nairo Quintana, Froome, Alberto Contador y Purito Rodríguez.

Valverde estaba feliz porque él en la Vuelta se entona, porque su pedaleo no es tristón como en los Pirineos -léase Tour-, porque se pasa varias semanas al año -como un monje de clausura- encerrado en Sierra Nevada y porque entrena en los parajes donde ayer se vistió de rojo. «Trabajé en la subida para Nairo, aunque de hecho, como la cuesta era tan explosiva -cinco kilómetros de subida-, daba igual tirar que ir a rueda».

«¡ASÍ, ASÍ, ASÍ!» / Fue como lanzar un córner y rematar el gol de cabeza. Algo que, en ciclismo, solo sabe hacer Valverde. «¡Así, así, así!» Era lo que oía de vez en cuando por el pinganillo, una voz entrecortada por el esfuerzo, la de Quintana, para quien trabajaba. «Nairo es el líder del Movistar, pero yo ni me puedo descuidar ni perder tiempo». Quizá, cuando apenas faltaban 500 metros, Purito se precipitó en su primer ataque de la Vuelta 2014. Solo respondió Valverde. Y los dos se marcharon unos metros. Pero Purito aflojó el ritmo. «Yo iba detrás, pero vi que Froome adelantaba posiciones. Temí un demarraje suyo y por eso no lo solté ni un metro. Subí tan pendiente de él, que seguramente hasta podía haber entrado segundo porque a Valverde no lo pillaba. Pero estoy muy feliz». Así habló Contador, que solo se preocupó de vigilar a Froome, prólogo del duelo que dos caídas evitaron en el Tour, otra puesta en escena que demuestra que el madrileño, tercero de la general, está bien físicamente y que su único objetivo es la victoria. «Todos sabíamos que si Contador se había apuntado a la Vuelta no era solo para venir y pasearse», confirmó Valverde.

Froome cruzó la meta de Cumbres Verdes en segunda posición, delante de Contador, enganchado como una lapa a una roca. Purito, con rabia, porque solo le gusta ganar, poco dijo al llegar. Y Quintana, que no con cierta sorpresa se soltó en los metros finales, confesó que todavía le falta un poco de ritmo. El motor del colombiano es más tipo diésel y él para destacar necesita más kilómetros de subida, más cumbres entrelazadas, más enemigos cansados, la tercera semana en escena.

En la cima de La Zubia tres eran los ciclistas felices: Valverde, que bromeaba con Froome; el británico, que le reía la broma tras la traducción de su auxiliar, y Contador, porque si tenía alguna duda, se le borró totalmente en la ruta granadina.