EL TOQUE INGLÉS

La alianza de los chicos gilipollas

El fútbol es ahora una experiencia como todo lo que toca el pijerío mental. Pero ni en la peor de las pesadillas lo devolveríamos al hooliganismo del cutrepatriotismo

Exteriores del estadio del West Ham antes de un partido de la Premier.

Exteriores del estadio del West Ham antes de un partido de la Premier. / periodico

Josep Martí Blanch

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Esta semana he conocido dos tontos muy tontos. Aunque para serles sincero conocer idiotas a partir de cierta edad no es un problema. Es una molestia menor que sólo enturbia una o dos cervezas. Lo dañino es que los bobos se crucen en tu camino en la adolescencia, cuando aún te sientes obligado a caer bien a todo el mundo y crees que tras cada encajada de manos hay una amistad eterna.

A lo que íbamos, mis dos tontos muy tontos de esta semana son personajillos del este de Londres que me comieron la cabeza durante un buen rato a cuenta, supuestamente, del fútbol. Cuando quiero charla me pongo una chaquetilla del Barça. Me siento ridículo y lo estoy (igual que todos los que salen de casa con prendas de su equipo como si fueran masajistas o entrenadores de porteros) pero es infalible como imán para la conversación: 'Do you support Barça? Yes, I do'. Y a partir de aquí, lo que salga. A veces vale la pena, a veces menos y otras mejor haberse quedado en casa.

Esta vez lo que salió fue poco y malo, como un melón de baratillo. Dos minutos bastaron para comprobar que mis nuevos cofrades eran más de banderas que de pelotas. El resumen de sus aportaciones en primera ronda fue que Inglaterra ha de luchar por seguir siendo inglesa, que la ultraizquierda quiere acabar con su país y que los musulmanes radicales son un problema. En segunda ronda, Inglaterra debía seguir luchando, pero ya literalmente, por ser inglesa; la extrema izquierda seguía deseando acabar con su país y con el mundo entero; y los musulmanes ya eran todos, radicales o no, un problema. No hubo tercera. De haberla habido puede que yo también me hubiese convertido en una grave molestia puesto que no cuelo como anglosajón. No sólo por la nariz.

Despido en el West Ham

Los pájaros dijeron simpatizar con la Alianza de Chicos del Futbol (Football Lads Alliance), una organización nacida en 2017 y que la mayoría de los medios de comunicación asocian con la ultraderecha y el supremacismo racista que en su día representaba la extinta organización política English Defence League. En octubre se manifestaron en Londres y la cosa acabó a tortazos con la policía. Sus integrantes no se cansan de decir que luchan contra todos los extremismos, pero lo cierto es que en ese todos falta uno, el suyo, que es igual de peligroso. Propio de cabezas que en su día fueron huecas y que han acabado llenas de inmundicia. Tras esa manifestación el West Ham despidió a uno de sus técnicos por haber asistido a la misma.

Con la idiotez no caben medias tintas. Igual que sabemos que si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, es un pato; también podemos dar por hecho que si uno se manifiesta con gente que saluda a la romana y ensaya cánticos racistas es un fascistilla. Siendo generosos hasta podemos comprender que sea más botarate que fascistilla;, pero fascistilla al fin y al cabo. Esto vale para Inglaterra, pero también para España, Catalunya y, como diría Carod Rovira, es tan verdad aquí como en la China popular.

Uno añora los tiempos en los que el fútbol profesional no había sido secuestrado por el dinero y el pijerío mental que todo lo vive como una “experiencia”. Pero desde luego ni en sueños lo devolveríamos al hooliganismo disfrazado de cutrepatriotismo infantil de los Football Lads Alliance. Con dos he tenido bastante. Vaya par de gilipollas.