'Supergarcía' en la hora cero

José María García.

José María García. / periodico

ANTONIO MERINO / MADRID

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No debe resultar fácil glosar la figura de uno de los periodistas más sobresalientes de las últimas décadas, pero Vicente Ferrer Molina se ha lanzado a esa aventura con gran éxito. Su libro, 'Buenas noches y saludos cordiales', frase con la que José María García comenzaba sus programas y que está prologado por Pedro J. Ramírez, camina ya por la segunda edición. Arranca el 7 de abril del 2002, año en el que García cierra el micrófono «quemado por las batallas entre los grandes grupos mediáticos».

En las 293 páginas del libro se recogen con un excelente ritmo las batallas del comunicador. Desde su guerra con Florentino hasta la noche del golpe del 23-F pasando por sus ataques a Josep Lluís Núñez, lo que le llevó a entrar en el Camp Nou rodeado de policías. También cuenta de dónde arranca el apelativo de 'Butano'. Fue Jorge Griffa, central del Atlético, quien al verle con un anorak de color butano le dijo que parecía una bombona. Luego, según el periodista, fue César de Navascués el que le bautizó así. «Yo llevaba el anorak butano y con mi altura me quedé en ‘El Butanito’», recuerda García, que ha mostrado su satisfacción por una biografía que define como «no autorizada, pero consentida».

LAS GUERRAS

Florentino y el Barça piden su cabeza 

Unos días antes de realizar su último programa en la Cope el 14 de julio del 2000, dos días antes de las elecciones en las que gana Florentino, José Ramón de la Morena desvela en 'El larguero' el acuerdo del Madrid con Figo. García se quedó sin la exclusiva, pero ya desde Onda Cero apuntó que esa operación se llevó a cabo por «un clamoroso» favor político de una entidad bancaria. A eso unió una dura campaña contra la recalificación de la Ciudad Deportiva. García desvela cómo desde el entorno de Pérez se le intentó comprar. «Fue la única vez en toda mi carrera», cuenta el periodista.

La otra gran batalla de clubs la libró con el Barcelona. A finales de los 80, García saca a relucir el contenido de una cinta en la que Rifé, entrenador del equipo, critica al club y llega a calificar de «ninot» a Núñez. Poco después, García tiene que entrar en el Camp Nou rodeado de fuerzas de seguridad. El 14 de febrero de 1983, poco después de que el periodista llamara «verdulera» a la esposa de Núñez, el club azulgrana le declara persona non grata «por los insultos y ataques reiterados contra el club».

SUS INICIOS

Del diario 'Pueblo' a secuestrar a Legrá

García se considera un periodista deportivo «por accidente». En el diario 'Pueblo' pidió hacer información general, pero el peso de la censura le llevó a decantarse por el mundo del deporte. Algunas noches no dudaba en dormir en la redacción. La fe en sí mismo le hacía invulnerable, atrevido e insolente. 

«Nunca fue un lameculos, sino más bien rebelde, indisciplinado e individualista», recuerda el periodista Jesús María AmilibiaRaúl Cancio rehuía a García porque aseguraba que le trataba mal. Sin embargo, cuando el fotógrafo enfermó, el reportero fue a verle todos los días. «Como periodista no tenía amigos, como persona era sensacional», recuerda César Navascués, compañero de García en el rotativo madrileño.

Los modos del periodista no tenían límite. En una ocasión encerró en casa se sus suegros al boxeador José Legrá para que nadie le pisase su entrevista exclusiva. No dudó en hacer lo mismo con Gabino Moral, aquel hombre que se llevó una quiniela de cuatro millones de euros. Según Vicente Ferrer, García sigue fumando puros pese a haber sufrido un cáncer de garganta, que superó.

UN VOCABULARIO PROPIO

Del "Pablo, Pablito, Pablete" al 23-F

En sus batallas contra todo lo que entendía como dirigentes corruptos, García empleaba una jerga muy particular, que se recuerda en el libro. Palabras como «engañabobos, jerifaltes, hipócritas, abrazafarolas, chupópteros, lametraserillos, correveidiles, panda de vividores dispuestos a beberse el agua de los floreros», eran algunos de sus dardos. Como dice su gran amigo Raúl del Pozo: «García es un genio. Se ha hecho multimillonario con 20 palabras». Otra de sus frases perduró muchos años. Se trata de aquel «Pablo, Pablito, Pablete», dedicado a Pablo Porta, que presidiera la Federación Española.

En el capítulo del 23-F se recuerda en el libro que cuando Tejero entra en el Congreso, García está en el médico con su mujer. «Me fui echando leches a la emisora», dice el periodista. «Por la noche cojo una furgoneta y un técnico y al llegar a la Carrera de San Jerónimo un capitán de la Policía Nacional me dice: «¿A dónde vas? ¡Ahí no está Pablo, Pablito, Pablete!». Se fue al hotel Palace, situado frente al Congreso, para informar de todo lo que sucedía hasta que Fernando Ónega, director de informativos de la Ser, «me dice que vuelva a la emisora porque estoy siendo demasiado protagonista».         

SUS COLORES

Madridista desde los tiempos del colegio

Siempre se ha querido saber el color de la camiseta de García, algo que el periodista solía disimular. Pese a sus duras críticas al expresidente Ramón Mendoza y a Florentino, en el libro queda claro su afinidad por el club blanco. Cuando estaba en el colegio jugaba con el equipo de su clase, cuyo uniforme era un pantalón azul y una camiseta amarilla. Sin embargo, García se vestía todo de blanco, aunque para hacer la foto del equipo le obligaban a ponerse el uniforme oficial.

El periodista reconoce su vinculación con los colores del Madrid, pero en su etapa profesional mantenía que si lo hacía público perdería credibilidad ante sus oyentes. García es un amante del fútbol sala, deporte que practicó. En una ocasión tenía que volar a A Coruña con un equipo para acudir a un acto benéfico y no había billetes. Al final, un avión con destino a Zúrich realizó una escala no prevista en Santiago, según revela Amancio, exjugador del Madrid, en el libro. Una muestra más del poder de García, que llegó a desconvocar una huelga de Iberia

EL CONFLICTO

La guerra y la paz con De La Morena

García fue número uno durante 25 años, un liderazgo en el que tenía mucho que ver la constante vigilancia hacia su rival y viceversa. José Ramón de la Morena oía los programas de García y a este le daban la cinta del de su enemigo, que escuchaba en el coche mientras iba a su casa. En una ocasión, De la Morena entrevistó a José Plaza, responsable arbitral. García se mofó de la entrevista, a lo que De La Morena respondió con una crítica durísima, de la que se tuvo que disculparse a instancias del director general de La Ser. La paz llegó tras una comida de reconciliación entre ambos. «Tengo muy claro que como reportero fue el mejor. Como profesional, ¿qué le vas a discutir? Yo no he llegado a los niveles de García. A mí me decepciona cuando se sube al púlpito y llega al ‘Gobierno’ porque García gobierna. Y a mucha gente le hizo daño, como seguramente yo también. Nunca deseé aquella guerra ni la organicé», afirma De La Morena. En los últimos tiempos, ambos ya comieron a solas.