¿Superatleta o sherpa?

Jornet se crio a 2.000 metros de altura y a los 7 años ya había hecho cimas en los Alpes

Kilian Jornet.

Kilian Jornet. / periodico

JORDI TIÓ / BARCELONA

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No tiene sus genes pero podría considerarse un sherpa más. Y es que la doble gesta de Kilian Jornet en el Everest bien podría atribuirse a uno de los miembros de esta etnia nepalí tan aclimatados a las alturas y al bajo nivel de oxígeno en el aire porque muchos de ellos han nacido ya por encima de los 3.500 metros. No es el caso de Jornet, pero este superatleta catalán tiene la particularidad de que desde bien pequeño se crio en el refugio de Cap del Rec (Lles de Cerdanya), a 2.000 metros de altitud, y antes de cumplir los 7 años ya había realizado ascensiones a cumbres superiores a 3.000 y 4.000 metros. No es lo mismo, cierto, pero sí que está habituado a desenvolverse muy por encima del nivel del mar.

«Puede condicionar algo, pero no todo. Lo que sí le ha ayudado es que está muy habituado a hacer grandes esfuerzos en altitudes muy considerables desde bien pequeño», explica Eduardo Garrido, doctor en medicina y cirugía, experto en fisiopatología de la altitud (ha publicado numerosos estudios científicos sobre esta temática e, incluso, algunos realizados en sherpas de élite) y que conoce como pocos a Jornet pues detectó precozmente su excepcional potencial aeróbico y durante años controló minuciosamente su evolución y asesoró su preparación.

COMO UN FONDISTA OLÍMPICO

«Todo el entrenamiento que ha hecho Kilian a lo largo de su vida, asociado con cierta carga genética, incide en sus excepcionales parámetros fisiológicos», agrega Garrido, pero algunas cualidades físicas de Jornet «no son mucho más extraordinarias que las de un fondista olímpico. La diferencia es que Jornet es un hombre perfectamente acondicionado al ambiente de la alta montaña. Ese es su medio, donde muestra esa perfecta coordinación del aparato locomotor, que parece que tan solo roce el terreno, que casi vuele».

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Así que no se asemeja a las condiciones de un sherpa. «Tiene diferencias fisiológicas muy significativas respecto a ellos pues son de linajes genéticos muy distantes. Kilian está aclimatado a la hipoxia (disminución de oxígeno) de la gran altitud de forma intermitente, mientras que los sherpas están adaptados crónicamente a ella, desde milenios. Lo que pasa es que las cualidades aeróbicas de Jornet son mucho mejores que las de un sherpa».

LA MENTE ARRASTRA AL FÍSICO

Garrido añade: «En la cumbre del Everest en esta época del año la capacidad máxima de captar oxígeno puede llegar a ser de tan solo una quinta parte respecto al nivel del mar, por lo que dicha cualidad de Jornet compensaría a otras muchas ventajosas que ostentan los organismos de los sherpas. Ese potencial fisiológico de Kilian le permite hacer ascensiones breves hasta altitudes extremas, evitando el desgaste y el riesgo a una exposición prolongada en este ambiente tan enrarecido en oxígeno».

Lo que también tiene claro Garrido es que un factor decisivo en Jornet es su cabeza. «Tiene una mente especial que arrastra al físico, unas cualidades mentales que gestionan extraordinariamente bien la adaptación a la dureza, a la fatiga y al riesgo. Mente, cuerpo, esfuerzo y pasión por la montaña convergen de forma óptima en él. Y ahí están los resultados de sus hazañas deportivas».