Análisis

Sandro dialoga con la historia barcelonista

Rosell ayer en el acto junto a Serra Ramoneda y Manel Vich.

Rosell ayer en el acto junto a Serra Ramoneda y Manel Vich.

Josep Maria Fonalleras

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Hay momentos en la vida que son epifánicos. Es decir: que nos desvelan un secreto, que nos acercan a una verdad, que nos iluminan.Sandro Rosell vivió uno de estos cuando tenía 9 años y su padre le presentó al «señor que anuncia las alineaciones». EraManel Vichy entonces ya recitaba con su voz profunda y ceremoniosa el once azulgrana: «Buenas tardes y bienvenidos al estadio». De hecho, su vocación locutora había nacido mucho antes, en el campo de Les Corts, y todavía está vigente, a lo largo de más de 50 temporadas, con solo tres días de fiesta. Dos por enfermedad y otro porque se casaba su hija. El padre deSandro identificó a su hijo como «el niño que recoge pelotas». El ahora candidato entendió entonces (y desde entonces, con los años por venir) que la información que recibía como un mantra («Sandro,este es el mejor club del mundo») no se refería a triunfos deportivos o grandes fichajes o gestas épicas sino a la existencia de personajes comoManel Vich,la esencia barcelonista en estado puro.

Desde hace más de 50 temporadas, desde el cielo de la cabina de sonido, perfuma el aire del Camp Nou (y de Les Corts, antes) con una prosodia que forma parte de la banda sonora de la historia del Barça. Y gratis. Por vocación, por afición, por espíritu culé. Para ello, aquel niño de 9 años –ahora favorito para ser el nuevo presidente del club– quiso que fueraVich,«la voz del socio», quien lo presentara. «En el acto que me hace más ilusión de la campaña»,Rosellquiso rendir homenaje a quien hace corpórea el alma azulgrana. «Hoy tengo más ganas de ser presentador que ser presentado».

EL CANDIDATO, que cuando ríe cierra los ojos, huyó de la mesa presidencial para compartir atril conVich,untête à tête de amigos que sirvió para escenificar el mensaje clave deRosell.Hablo con la historia, vino a decir, hablo desde la emoción, con el corazón. Tras preguntar aSandroalgunos detalles muy concretos, (accesos, espacio Barça),

Vich,que ayer llevaba una camisa que pálidamente era azulgrana, fue al fondo de la cuestión. Con una comparación un pocoancien régime,de otra época, le planteó: «Como marido has tenido que aprender en la cocina a lavar platos», y enseguida le preguntó si es que tenía ganas de romper algunos.

Rosell es de una generación que sabe que los maridos se dedican a otras cosas, pero, en el guión establecido, enlazó la metáfora de la rotura con las críticas que lo presentan como un punto y final a la gloriosa etapa que bebe de la filosofíaCruyff.«¿Romper? De ninguna manera, sino ayudar a mantener este impacto deportivo». Fue entonces cuandoVichayudó a hojear la enciclopedia barcelonista y recordó que el Barça acumula más de un centenar de años y que, en todo este tiempo, ha existidoCruyff,claro, y también han existido las dos últimas décadas triunfantes, pero tambiénGamper ySamitieryKubala.«Las seis copas también son un poco deNúñez,por La Masia, y deGaspart,por el fichaje deMessi», remachóRosell.Es decir: este es un club que es un tesoro acumulado de camisetas y sufrimiento, de heroicidades y calamidades. Y «la voz del socio» reclama un diálogo con la historia.

PARA COMPLETAR la inmersión en los sentimientos, de entre el público, con un tono potente y alocado, otro socio, el número 578, describió la cadena genómica del club: «Sangre, sudor y lágrimas, como dijoChurchill.Sangre, la del presidente mártirSunyol;sudor, la del sufrimiento, y lágrimas, las de la emoción por la victoria».

En medio,Sandro aseguró que las mujeres no van al campo por el mal estado de los servicios, que le encantaba la camiseta de Unicef, que en elasunto Brasiliano hay nada de nada («han pinchado en hueso, como dicen los toreros»), que uno de sus negocios es una empresa de barro («con el que juegan sus hijos y nietos»), y que, si gana, lo primero que hará será llamar aGuardiolapara ponerse a su servicio. Después, aLaporta,para que todo se deslice con la suavidad propia de una transición civilizada.

También dijo que quería asegurarse de que los compañeros de junta le evitarán el canto de las sirenas («que no se me vaya la olla») de la prepotencia. Sentado,Vichasentía.Rosell, seguro, convencido, jugaba con el barro de la historia para asentar su futuro como presidente a partir del próximo domingo.