LONDRES 2012

El rompedor de esquemas

DANNY BOYLE destaca la «oportunidad única y extraordinaria» de dirigir la ceremonia inaugural

El cineasta británico Danny Boyle, director de la ceremonia de apertura, ayer.

El cineasta británico Danny Boyle, director de la ceremonia de apertura, ayer.

BEGOÑA
ARCE

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El director de cine Danny Boyle ha pasado los últimos dos años concibiendo y ensamblando el sueño olímpico de una noche de verano. La fantasía con la que han arrancado los Juegos de Londres 2012. Que le encargaran la tarea fue una sorpresa. Grata y bien recibida, pero una sorpresa. Las obras de Boyle pueden resultar chocantes y perturbadoras. En su película28 Days Later, un virus devastador acaba con la población de Londres. La Escocia deTrainspotting, la cinta revelación con la que se dio a conocer, es la de la droga asesina. Incluso su mayor éxito,Slumdog Millionaire, muestra la miseria espantosa de los barrios marginales de la India. Es, sin embargo, un maestro en el manejo del drama y la emoción. Mezcla humor y sufrimiento y sabe imprimir humanidad hasta en sus personajes más patibularios.

Si los responsables de los Juegos le eligieron fue, sin duda, por su experiencia en multitud de géneros. Boyle empezó en el mundo del espectáculo desde abajo. Su primer trabajo fue como conductor del camión de una compañía de teatro. Aquel ambiente le apasionaba y con el tiempo ha llegado a convertirse en un excelente director de escena. Su último montaje, el pasado año en el National Theatre de Londres, fue una versión impresionante y descarnada del personaje de Frankenstein.

«Ateo espiritual»

Boyle también trabajó como productor de series dramáticas de la BBC en Irlanda del Norte, cuando la violencia sectaria hacía estragos en la región y nadie quería ir allí. Inglés de Manchester, pero nacido hace 55 años en una familia trabajadora y católica de origen irlandés, en su adolescencia pensó ser cura. Cambió de vocación a tiempo. Ahora se describe con un «ateo espiritual».

Dentro de la profesión, el cineasta es una auténtica excepción. Todo el mundo habla bien de él. Algo insólito en el mundillo de los superegos y las vanidades. Divertido y poseedor de una pasión inagotable, quienes han estado a sus órdenes le describen como una persona afable y accesible, que escucha a los otros. Esas cualidades humanas le ayudaron a ganarse al equipo local y a los extras en el rodaje deSlumdog Millionaire, en un barrio de chabolas de Bombay. Aquella era una producción de bajo presupuesto y, mucho antes de que se convirtiera en un inesperado taquillazo, Boyle ya se había preocupado de garantizar el coste de la futura educación de los niños protagonistas.

El saludo a los voluntarios

Esta semana, pese a la presión y las urgencias, el director artístico sacó tiempo para saludar personalmente a los 15.000 voluntarios del espectáculo olímpico y darles las gracias por su ayuda. Quizá por eso también, le han sido leales y, en la era del tuit, han respetado el secreto de la ceremonia. Ayer Boyle dijo estar nervioso por todos ellos:«Ha sido un largo camino. Pienso en los voluntarios. Al final los directores se sientan, pero es una actuación en vivo y son los actores, que en este caso son voluntarios, los que tienen que salir y hacerlo».

Para Boyle acaba una aventura única en la vida de un creador. Él jamás hubiera pensado que participaría en una Olimpiada. Que sería uno de los indiscutibles protagonistas de Londres 2012. Su físico, bajito y menudo, nada tiene que ver con el de un atleta pero posee, como ellos, la tenacidad y la energía de un deportista de élite.«Lo que pase, pasará»,decía ayer cuando le preguntaron qué esperaba.«Es una oportunidad única. No lo voy a volver a hacer nunca más. Pero es extraordinario haber participado en ello».