CICLISMO LA RONDA ESPAÑOLA

Purito pone las cartas boca arriba en el horno de la Vuelta

El ciclista catalán suma la primera bonificación ante un Contador con ansia

Michael Matthews ganó en Arcos de la Frontera.

Michael Matthews ganó en Arcos de la Frontera.

SERGI
LÓPEZ-EGEA

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Joaquim Purito Rodríguez siempre acostumbra a decir la verdad. «Yo, a nadie engaño. Si estoy bien, como ahora, lo digo, y si estoy mal, como en el Tour, enseguida se ve». Habla Purito, como si fuera a jurar bandera ante las autoridades navales españolas, en el portaviones Juan Carlos I, de donde partió la tercera etapa de la Vuelta, insólito y original.

En el ascensor del buque, que lo devolvía al muelle donde tenía aparcada la bicicleta, Purito hablaba con los suyos, los corredores del Katusha, un idioma algo extraño, una mezcla de italiano y castellano. Allí preparaba la estrategia de una batalla terrestre y no naval, en el horno gaditano de Arcos de la Frontera, por las cuestas del Ubrique de Jesulín  y El Bosque, donde los primeros andaluces se levantaron en armas contra las tropas de Napoleón, pueblos blancos pero calurosos.

Conocía muy bien el territorio, porque aquí fue donde lo bautizaron como Purito, ya que siendo el recluta más joven del ONCE atacó a todos sus compañeros en una concentración invernal por las cuestas donde se desarrolló ayer la tercera etapa de la Vuelta. Los atacó y los esperó y al final del repecho les hizo ver que ni había sudado mientras gesticulaba con los dedos y la boca que hasta había tenido tiempo de fumarse un puro, y como él es pequeñito, Purito se le quedó por los siglos de los siglos. Y para su mayor gloria.

«Si no se corta Contador gano la etapa, fijo. Estaba a su rueda y cuando Matthews (el vencedor y nuevo líder) y Martín (segundo en Arcos) atacaron, Alberto cedió un hueco y ya no tuve tiempo suficiente para reaccionar». Lo cuenta Purito con un arroz con leche en la mano, tras la etapa, que se dispone a comer en el coche del Katusha que lo devuelve al hotel de Jerez, donde duerme por última vez (hoy, como el resto, pernoctará en Córdoba, etapa llamada a ser escenario para los esprinters).

Purito enseñó sus cartas, que no tenía marcadas, porque él no esconde que quiere ganar la Vuelta y para ello lleva dos meses de preparación, en los que incluyó el recorrido del Tour. «Estoy como el año pasado». Y como suele hacer en la Vuelta tiene anotadas las etapas donde no solo cree que puede ganar sino arañar segundos de bonificación, ayer cuatro como tercer clasificado en Arcos.

VALVERDE SE CAE / En el guión esperado de la llegada solo le falló al catalán la presencia de Contador, inesperada, porque nadie podía pensar que en una meta explosiva made in Purito, al madrileño se le ocurriría tratar de disputar el triunfo, o intentar descolgar a rivales incómodos. Se lanzó Contador a más de un kilómetro de meta y cuando los que debían actuar en su hábitat, como Purito, pasaron a la acción, el madrileño ya estaba al límite. Fue otra muestra para exhibir cuáles son sus intenciones. Valverde cedió siete segundos y el liderato. Se enganchó con sus compañeros Castroviejo y Malori, cuando le entregaban el último bidón y ya no pudo remontar.