La penúltima 'nadalada' de Toni
Jaume Pujol-Galceran
Periodista
JAUME PUJOL-GALCERAN
Sse va Natali, lo deja. Y lo anunció con una de esas nadaladas tan típicas de Toni Nadal y tan conocidas en el entorno de Rafael Nadal. Él es así y difícilmente le cambiaran.
Natali, ese futbolista imaginario que triunfaba en Italia, según le contaba a su pequeño sobrino; el hombre que ha acompañado a Rafael Nadal desde que cogio por primera vez una raqueta, que le ha guiado en una carrera espectacular durante casi tres décadas; ese segundo padre que ha forjado el carácter del campeón, la persona que le ha enseñado a mantener los pies sobre la tierra, que ha forjado su personalidad; el entrenador que en muchos momentos, asegura el tenista: «Me acojonaba y me hizo llorar», por la dureza y la exigencia con la que le trataba desde pequeño en la pista, ha decidido poner fin a la aventura.
"APRENDER CUESTA"
«Cada vez cuento menos y algún día no contaré nada» aseguró en una convención de entrendores la pasada semana en Budapest. No era ninguna crítica, confesó el técnico después. Era su opinión. Una observación sobre la evolución de su relación con ese niño que le admiraba, ese adolescente que creía en lo que decía ciegamente, ese jugador que aceptaba la manera de trabajar, su exigencia, que no toleraba la dejadez, la queja y la falta de esfuerzo y a quién ha ayudado lograr retos y superar dificultades, que han sido muchas, casi tantas como los éxitos que han compartido juntos.
«Hay que saber aceptar que aprender cuesta», le ha dicho siempre Toni Nadal al exnúmero 1 y ganador de 14 Grand Slam. Nunca ha creído ser el forjador del campeón, pero siempre se ha empeñado en hacerle crecer como persona. «Mi trabajo ha sido estirar y tensar, un poco de locura y mucho de sensatez», explica. «Mi tío es una persona muy especial, que piensa mucho y que, si lo escuchas, dice cosas que no son habituales. Hay que hacerle caso», reconoce el mismo Rafael Nadal.
TRABAJO FINALIZADO
Socarrón, punzante, irónico, Toni Nadal admite que es una persona que va a contra corriente, que tiene dudas, que lo discute todo. Por eso, de su decisión sorprende el momento elegido para anunciarla, el foro y, aún más, que no se lo dijera a su sobrino antes que a nadie.
Ha admitido el error. «No pensaba que se le diera tanta importancia. Hablé sin pensar», se ha excusado. Sorprende de alguien que le da tantas vueltas a las cosas, pero Toni Nadal ha llegado a la conclusión de que su trabajo está ya hecho, que su sobrino vuela solo desde hace tiempo y que, si lo necesita, volverá a su lado.
Ahora toca impregnar de su filosofía a los jóvenes valores de su academia. Lo va a tener más difícil que con Rafael Nadal. Seguro.
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