El SOS de Open Camp

El parque temático del deporte de Montjuic llega al primer aniversario en una situación financiera delicada y pide al Ayuntamiento "más implicación"

La moto de alta tecnología interactiva en las instalaciones del Open Camp.

La moto de alta tecnología interactiva en las instalaciones del Open Camp. / periodico

ALBERT GUASCH / BARCELONA

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Un grupo de niños de la misma escuela se posiciona para correr los 100 metros al lado de una especie de holograma de Carl Lewis. No tienen ni seis años. Victoria fácil para la leyenda norteamericana. Otro grupo de escolares se turnan para subir a una Yamaha e inclinar la moto como Valentino Rossi frente a un plasma interactivo. En el césped, bajo un sol aplastante, algunos chicos buscan rebasar una barrera y batir al portero en una serie de libres directos. Saltan chispas de los partidos de fútbol en Play Station, y más cuando el ganador aparece en la pantalla gigante del Estadi Olímpic de Montjuïc.

El Open Camp tiene una notable actividad para ser una calurosa mañana de entre semana. Es el parque temático del deporte que se despliega por el anillo olímpico de Montjuïc. Un fascinante parque basado en la alta tecnología para sentirse atleta olímpico por un día. Hace ahora un año que abrió sus puertas, pero su nombre resulta aún muy desconocido por la ciudadanía. "Nuestro drama es que el taxista de Barcelona no sabe qué es el Open Camp. Tenemos un grave problema de promoción", admite Paco Medina, director general de la compañía que puso en marcha la idea con la ayuda de inversores locales..

Interés foráneo

Es un primer aniversario que cumple con un grito de SOS, más que con una tarta con vela. La cifra de visitantes va creciendo, las valoraciones de media en redes sociales son extraordinarias, el interés de otras ciudades olímpicas por el aprovechamiento de las instalaciones resulta constante. Aun así, el Open Camp se tambalea. La semana pasada trascendió que la empresa ha entrado en suspensión de pagos y 150 empleos corren peligro. 

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El SOS es este: "Necesitamos más implicación del Ayuntamiento de Barcelona. Que lo asuma como un proyecto de ciudad, que lo haga suyo", afirma Medina. "Somos una ‘start-up’ de gente normalita de aquí, no hemos recibido ninguna ayuda pública pese a rehabilitar la infraestructura y recuperar un espacio infrautilizado, que ha permanecido cerrado durante 24 años salvo para actos puntuales, la mayoría banales", expone este empresario de Reus.

Se queja, por ejemplo, que deberá desmontar parte de las instalaciones y cerrar durante 20 días para los conciertos de U2 y otros 20 para el de los Rolling Stones, cancelando con ello reservas de tour operadores. Son menos días, aducen del Ayuntamiento, y se trata de compatibilizar el uso del parque por una empresa privada con actos de dinamización de la ciudad.

Copiar la idea

La utilización de los espacios olímpicos es un desafío en todas las ciudades que han albergado unos Juegos. Al cabo de unos años, el abandono, la ruina y el óxido son moneda corriente. Más de 17 delegaciones de ciudades de todo el mundo que acogieron un gran acontecimiento deportivo, incluidos unos JJOO, han visitado el Open Camp para imitar la idea de convertir los recintos en unas olimpiadas permanentes. "Y puede darse la paradoja que tengamos que irnos de donde empezó, porque es un parque único en el mundo", lamenta Medina, hoy en Dublín, ya que el Open Camp es finalista de los premios Stadium Awards en la categoría Sostenilidad y Comunidad.

En BSM, la empresa que gestiona los recintos municipales, se conocen y se lamentan las dificultades de esta empresa privada, que han sido expuestas y tratadas en alguna reunión extraordinaria del Consejo de Administración. 

Como si se dirigiera al Consistorio, Medina recita las virtudes del parque: "Permite descongestionar el turismo, es un producto de entretenimiento para las familias, los colegios, las empresas y todo tipo de colectivos sociales. Y es una actividad para niños y mayores, seas un atleta o tengas michelines. La alcaldesa debería venir a verlo".