El problema es el fax de Florentino

Se puede 'fusilar' a Chendo, culpar a Ancelotti o a la canallesca, pero la responsabilidad es de la máquina

RAMÓN LOBO / MADRID

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La primera medida que debería tomar un presidente como Florentino Pérez es precintar el aparato de faxes del Santiago Bernabéu. Algo no funciona; tal vez sea un virus blaugrana o un mourinhismo oxidado que extravía papeles y enreda los contratos de último minuto con el Manchester United. Tiene que ser la misma máquina que descarriló el fichaje de David de Gea. Es la explicación lógica de por qué tampoco llegó a tiempo la circular de la RFEF en la que advertía de los jugadores sancionados en la temporada anterior, papel que recibieron el Villarreal y el Athlelic, entre otros equipos. En la lista estaba Cheryshev.

Se puede fusilar a Miguel Porlan, Chendo (lo más probable), culpar a Ancelotti, sacar a pasear la herencia de Zapatero, culpar a la canallesca o señalar a una periodista de un célebre diario de Madrid a quien Florentino amenazó nada sibilinamente con su despido. Se puede decir misa o hacer 'strip tease', pero la culpa es del fax.

Haría bien el presidente en crear una comisión de investigación sobre la máquina en cuestión y dejar de liarse como un opositor atolondrado con los artículos de los reglamentos o de jugar con el Derecho como si fueran los estatutos del Real Madrid obviando un principio básico: el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento. También resulta patético que la culpa sea de Cheryshev, que no sabía nada. Según el ser superior son los jugadores los que deben saberse los reglamentos y no los clubs que mueven millones de euros.

Estoy convencido de que existe un caballo de Troya escondido en las alfombras de la planta noble del Santiago Bernabéu, así llamada por numerosos informadores madrileños sin explicar jamás en qué consiste la nobleza, si en las asambleas dirigidas o en las giras australianas que producen, por casualidad, contratos millonarios para ACS, de la que el ínclito también es presidente. Después de escucharle en rueda de prensa tengo la sospecha de que el caballo de Troya es el propio Florentino.

Si no es el fax, no existe una conspiración exterior y no cuela lo de colgarle el muerto a Chendo o al jugador, habría que despedir al director deportivo, que suele ser la persona que vigila los faxes, los lee, comprende e introduce los datos en la intranet para que un perfeccionista como Benítez no tropiece dos veces en la misma alineación indebida (ya le sucedió en Valencia). Además tiene una gran virtud: se le puede culpar de todo, como a Zubi o Valdano, y ponerle de patitas en la calle.

En un mundo de palcos, pelotazos y márketing, como el de Florentino, no hay directores deportivos que valgan, solo empleados que deben colmar cada capricho del mandamás. Este Madrid del sí señor, señor, al que tanto afecto le tengo desde niño, me recuerda a la corte de Haile Selassie, dictador de Etiopía, que recreó Kapuscinski en su gran libro 'El emperador', y en la que uno de los empleos más delicados era el de cepillador de los reposapiés del rey de reyes. ¿Quién será el encargado en Concha Espina?

Si una investigación sobre el fax determinara que el aparato es inocente, que no hay manos negras ni virus extraños, la única posibilidad es que el presidente de Real Madrid despida al presidente del Real Madrid y convoque elecciones en junio. Quedamos mientras en manos de la jueza de los estatutos con esperanza de que no sea del Barça y sentencie alineación indebida de Florentino, el presidente que cambió las elecciones por las entronizaciones.