EL PULSO DE LOS SELECCIONADORES

El látigo de Deschamps contra el rosario de Dalic

El seleccionador francés aspira a ser el tercer hombre que gana el Mundial como jugador y entrenador mientras el croata persigue completar el milagro

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Raúl Paniagua

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Poco tienen que ver las dos finalistas del Mundial. Su estilo de juego no se asemeja en casi nada. Poseen futbolistas de perfiles muy distintos, pero especialmente dos técnicos antagónicos, tanto en su personalidad como en su idea. Didier Deschamps (Bayona, 49 años) y Zlatko Dalic (Livno, Bosnia, 51) protagonizan el pulso de banquillos. El experimentado y disciplinado francés contra un técnico de perfil bajo que se ha ganado el cariño de todos los jugadores por su pasión y cercanía.

El capitán de la campeona del mundo en 1998 aspira a hacer doblete, algo que antes solo han conseguido Mario ‘Lobo’ Zagallo (1958 y 1962 / 1970) y Franz Beckenbauer (1974 /1990). Sería un éxito tremendo de Deschamps, un tipo sobrio que ha prolongado en la libreta su estilo como futbolista.

La sombra de Zidane

En la Juventus vivió sus mejores jornadas y se impregnó de ese carácter ganador y mezquino que a veces demuestra Francia. Tienen los ‘bleus’ mimbres para hacer un fútbol más atractivo, pero su entrenador no está para alegrías ni liberaciones. Lo primero es la fiabilidad y el resultado.

"Erá feliz yendo a misa. Mi madre me enseñó y me dirigió a la fe" (Dalic)

Seis años lleva en el banquillo ‘bleu’ y solo le vale el título esta tarde. Un fiasco como el de la Eurocopa sería difícilmente asumible teniendo en cuenta que Francia es la favorita y que la sombra de Zidane como probable sucesor es cada vez más alargada.

"Hay una diferencia de 14 jugadores entre esta final y la del 2016. Tenemos mucha calidad, pero sabemos que enfrente hay un equipazo. Es un reto para todos", valoró este sábado Deschamps. El técnico resaltó la "experiencia" de algunas de las estrellas croatas, un factor que le tortura teniendo en cuenta los aspectos básicos de su libreto.

Desgaste psicológico

Entre su etapa como jugador y la actual como técnico se queda con la primera. "Está claro que es más bonito estar en el césped. La sensación es diferente. En el campo tienes un desgaste físico tremendo y en el banquillo el desgaste es psicológico". El preparador confía en la fortaleza de sus estrellas para desactivar a Modric, su gran obsesión. "Es un jugador impresionante, con una influencia tremenda en el juego. Lo sabe hacer todo. Marca goles, da pases, trabaja...".

Solo el alemán Joachim Löw, con un sueldo de 3,8 millones de euros anuales, cobra más que Deschamps (3,4) entre los seleccionadores del Mundial. La cifra contrasta con los 550.000 euros pactados con Dalic cuando se hizo cargo de Croacia en unas frenéticas horas que cambiaron el presente y futuro de la selección.

Todo empezó el 6 de octubre del 2017, cuando el equipo blanquirrojo empató con Finlandia y quedó al filo del abismo. El seleccionador Ante Cacic tenía al vestuario en contra y Davor Suker, el presidente de la federación, fue contundente. Quedaba un partido ante Ucrania y solo valía ganar para ir a la repesca.

En los Emiratos Árabes

Suker fulminó a Cacic y se decantó por Dalic, que procedía del Al Ain de los Emiratos Árabes pero conocía a varios jugadores por sus trabajo con los juveniles. El cambio fue mano de santo. "No hubo dramas ni dilemas. Mi sueño era ser seleccionador, no hacía falta ni firmar el contrato".

Croacia venció a Ucrania, arrolló a Grecia en la repesca y este domingo estará en la final del Mundial con un técnico de perfil bajo, capaz de presentarse a una rueda de prensa con la camiseta de la selección o de hacer el trenecito con los jugadores después de eliminar a Inglaterra

Monaguillo en la infancia

Para medirse con Francia no hará locuras. Seguirá con la misma sencillez que hasta ahora. "Hemos sido una familia estas seis semanas. No voy a poner presión a mis jugadores. Todo el mundo nos estará mirando y yo solo diré: "'Salid y hacer vuestro mejor fútbol. Pasadlo bien, chicos'".

En su bolsillo no faltará su clásico rosario, el talismán de un fiel creyente en Dios que fue monaguillo en su infancia en un monasterio franciscano junto a la casa de sus padres.  "Era feliz yendo a misa, mi madre me enseñó y me dirigió a la fe. Todos los domingos intento ir a eucaristía", confiesa Dalic.