Lamela no es un caso aislado

Lamela posó para EL PERIÓDICO durante los Juegos Olímpicos de Sídney, en el 2000.

Lamela posó para EL PERIÓDICO durante los Juegos Olímpicos de Sídney, en el 2000.

SERGI LÓPEZ-EGEA / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando se produce la muerte prematura de un deportista, como la de Yago Lamela, antes de cumplir los 37 años, siempre hay preguntas que quedan sin respuesta, sobre todo cuando eran un secreto a voces los problemas psicológicos por los que atravesaba el atleta fallecido. ¿Se le auxilió lo suficiente? ¿Son eficaces los programas de ayuda que ponen en marcha organismos públicos e instituciones privadas?

En el caso de Lamela, según diversas fuentes, fue el propio exdeportista quien rechazó varias veces el ofrecimiento del Comité Olímpico Español (COE), concretamente el programa de ayuda que este organismo ha puesto en marcha para deportistas con problemas. Los estados de depresión y ansiedad por los que había atravesado estos últimos años parecían conducir al exsaltador a un túnel sin salida, sobre todo porque, como apuntó la prensa local, «Lamela estaba abstraído, desmejorado y casi no conocía a nadie». La familia estaba ayer a la espera de la autopsia.

Y, en este aspecto, Manuel Martínez, considerado como el mejor lanzador de peso en la historia del atletismo español, amigo y compañero de Lamela, cuestionó ayer que debería haber «un mayor respeto y más apoyo hacia los grandes atletas que han entregado varios años de su vida al deporte».

Para Martínez, responsable de lanzamientos en el equipo español de atletismo, desgracias como la de Lamela deben replantear la política de ayuda a los deportistas con problemas. «Sería necesario establecer fórmulas para que estos deportistas ilustres ayuden a los jóvenes atletas y no dejarlos en el ostracismo. Su muerte se ha debido a un cúmulo de cosas, quizá no haber podido encontrar su lugar al dejar el deporte, pero también fruto de la mala fortuna en algunas decisiones o iniciativas que quiso poner en marcha».

La situación de Thorpe

Y, por desgracia, también, su muerte no ha sido un caso aislado. Existen muchos precedentes, no solo en el deporte español, sino en el internacional . Y son muchos más los deportistas que siguen con problemas (el caso más relevante es el del nadador australiano Ian Thorpe) o algunos que los han superado, aunque para ello han tenido que emplear años de terapia y mucha ayuda tanto de médicos como de familiares o amigos. Hace unos meses, en este diario, el médico psiquiatra Néstor Szerman, especializado en transtornos mentales con conductas adictivas, preguntado sobre los problemas de adaptación a la sociedad de antiguas estrellas del deporte, afirmó que «en algunos casos, la falta de estímulos exteriores puede ocasionar problemas muy graves». En opinión de este especialista «cuando algunos deportistas no se sienten el centro de atención, cuando el público les da la espalda o simplemente se olvidan de ellos, entonces es cuando aparecen los graves problemas que provocan depresiones o  consumo de productos estupefacientes, principalmente la cocaína», la droga letal que tantas muertes de deportistas ha provocado, como por ejemplo la del ciclista italiano Marco Pantani, hace ahora diez años.

Internado en un hospital

Sin embargo, según personas próximas al entorno de Lamela, no habría sido esta droga el desencandenante de la muerte. El saltador tuvo que ser internado por sus padres en un centro psiquiátrico, en junio del 2011, para ayudarle a superar la depresión. Estuvo ingresado durante cuatro meses. Al parecer, según periodistas locales, Lamela hasta el jueves llevaba mucho tiempo encerrado en su cuarto.

Su caso, por desgracia, es uno más en la lista de deportistas que no se integraron y que han tenido una muerte prematura, como le sucedió a José María 'Chava' Jiménez, que murió en la clínica que lo ayudaba a superar una adicción que lo llevó a la tumba. O a Jesús Rollán, que se arrojó al vacío en un hotel de La Garriga. O, ya con edad más madura, a verdaderos número uno en su deporte, como el gran campeón Luis Ocaña, que se pegó un tiro en la sién -el próximo día 19 hará 20 años- con 48 años, arruinado, con el hígado destrozado por una hepatitis crónica, con su matrimonio y su vida personal en una situación desastrosa.

Porque no solo son los problemas con las drogas o el alcohol, sino que muchas veces el no saber conducir los negocios o las inversiones lleva también a trágicas decisiones como la que tomó José Manuel Urtain con 49 años cuando, asediado por los acreedores, se arrojó por la ventana de un décimo piso en Madrid.

Lamela había intentado sin éxito reconducir su vida más allá del deporte. Quiso ser piloto de helicópteros y quebró la empresa donde se sacaba el título, las lesiones lo retiraron de la alta competición. Murió el jueves y aún no había cumplido los 37.