El balón deja de rodar

La Guerra interrumpió la Liga tres temporadas, el Barça perdió al presidente por el fusilamiento de Josep Sunyol y solo conservó al entrenador y un portero

Quincoces y Pedrol, capitanes del Madrid y el Barça, y los árbitros, antes del partido que se jugó en Chamartín el 22 de marzo de 1936.

Quincoces y Pedrol, capitanes del Madrid y el Barça, y los árbitros, antes del partido que se jugó en Chamartín el 22 de marzo de 1936. / periodico

Domènech

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La última jornada de Liga de la temporada 1935-36 se disputó el 19 de abril. No hubo fútbol hasta el 3 de diciembre de 1939, cuando comenzó la Liga 1939-40. De los 132 jugadores que participaron en el cierre del campeonato solo volvieron a jugar 31 futbolistas. El Sevilla y el Valencia pudieron alinear a cinco titulares.

El Barça no recuperó a ninguno. Se despidió empatando en el campo del Hércules (2-2) con Nogués, Pedrol, Areso, Zabalo, Raich, Balmanya, Berkessy, Monlloch, Fernández, Polo y Ventolrà y reapareció en el derbi con el Espanyol (0-1) con un once nuevo: Miró, León, Riera, Garcerán, Homedes, Soler, Rosalén, Emilín, Herrerita, Fuentes y Sospedra.

El nexo de unión de una a otra plantilla fue mínimo: el portero Juan José Nogués, y el entrenador, el irlandés Patrick Joseph O'Connell, que se mantuvo en el cargo aunque fue destituido cuatro meses después de que se reiniciara el fútbol, aunque nada volvió a ser como era.

SIGUE EL 'CAMPIONAT'

El golpe de Estado pilló a los futbolistas de vacaciones. Aún no se había iniciado siquiera lo que se entendería por pretemporada. La Liga no se reanudó, pero el fútbol mantuvo un hilo de actividad cada vez más débil hasta que se rompió a bombazos.

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Mientras las tropas franquistas no llegaron a territorio catalán, se siguió disputando el Campionat de Catalunya, e incluso se creó una competición nueva en 1937: la Liga Mediterránea entre cuatro equipos catalanes (Barça, Espanyol, Girona y Granollers) y cuatro levantinos (Athletic de Castellón, Valencia, Gimnástico y Levante). El Madrid pidió participar pero se lo prohibieron las nuevas autoridades.

LA «DESAPARICIÓN» DEL PRESIDENTE

Las penurias que sufrió el Barça no fueron mayores a las de otros clubs en el inicio. El Hércules y el Murcia, que querían participar en ese torneo creado por el gobierno republicano con la vana pretensión de mantener la normalidad, se quedaron sin campo, bombardeado.

El Barça ya se había quedado sin presidente. Josep Sunyol había sido fusilado en la Sierra de Guadarrama en agosto de 1936 al intentar cruzar el frente controlado por las fuerzas franquistas. «Hasta que no se supo, meses más tarde, se le daba por desaparecido. Mientras duró la incertidumbre, el club le mantuvo como ausente», precisa Carles Santacana, profesor de Historia en la UB, que ha dedicado gran parte de su obra académica al franquismo.

Y SIN LOCAL

Sin presidente (Sunyol era el máximo dirigente del Barça y también diputado en el Congreso por Esquerra Republicana de Catalunya) y sin directiva, el club fue gestionado por los 16 trabajadores en nómina. En 1938 se quedó sin local social, sin trofeos y sin papeles. Una bomba destrozó la sede azulgrana, en Consell de Cent, 333, que se trasladó a la Ronda de Sant Pere.

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Los ingresos apenas procedían de los socios, cuyo número descendió de 7.719 (1936) a 3.486 (1939) durante el conflicto. La vitalidad del Barça era latente: en 1941 volvía a tener más de 10.000 afiliados, según datos de Santacana, que fue director del Centre de Documentació i Estudis del Barça.

TRES MESES DE GIRA

El dinero de los partidos, mayormente amistosos, se dedicaron a causas benéficas. Pero hubo un remanente que se conservó en París: parte de los dólares que cobró el Barça producto de una larga gira por México en 1937.

La plantilla partió el 18 de mayo y no regresó hasta septiembre, tras disputar también amistosos en Estados Unidos. Volvió vía Francia. Allí, los futbolistas eligieron si entraban en España por San Sebastián (en el llamado bando nacional, nadie lo hizo) o por Girona (republicano). La expedición había menguado: Ventolrà se quedó en México y Balmanya fue uno de los que quiso seguir jugando en Francia.

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El deporte se politizó. La falange creó la Delegación Nacional de Deportes, con una estructura piramidal por la que se acababa eligiendo hasta el presidente de cada club y de cada disciplina. En 1938 una opinión del diario Marca sugería la desaparición del Barça, el cambio de nombre a España o el cambio de sus colores.

El 29 de junio de 1939 Les Corts reabrió las puertas, limpio ya el estadio de la chatarra y la maquinaria militar almacenada. Jugaron el Barcelona y el Athletic; un combinado de futbolistas vestidos de azulgrana y los juveniles rojiblancos. Nada era lo que parecía.

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