¿Dónde está el precio justo en el fútbol?

Munir forma un corazón con las manos para dedicar su gol al Sevilla.

Munir forma un corazón con las manos para dedicar su gol al Sevilla. / periodico

ALBERT GUASCH

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A estas alturas del verano nos hemos acostumbrado a tantos fichajes de peones pagados a precio de rey que apenas pestañeamos cuando leemos, por ejemplo ayer, que el modesto Crystal Palace pagará unos 30 millones al Liverpool por el inglés Christian BentekeChristian Benteke. Para quien no lo sepa, Benteke es un tanque del área sin poesía que se ha estrellado a base de bien en Anfield.

La incredulidad nos la han desgastado unos cuantos locos con demasiado dinero a su disposición. Entre los 120 millones por Pogba, los 90 por Higuain o los 55 por Hulk, por mencionar solo tres traspasos recientes, algunos nos hemos desorientado. Es como si en el fútbol hubiera desaparecido el concepto del precio justo.

Antes poníamos los ojos como platos por las millonadas que movían los supercracks. Ahora esas paletadas de billetes se desembolsan por verdes promesas o por centrales musculados o buena salida del balón, según los gustos, sobre todo en la Premier League, la nueva meca de los representantes, que debe ser ahora mismo una magnífica profesión.

Por lo general, estos futbolistas se incorporan con la perspectiva de la titularidad. Solo faltaría, ¿no? Gastarse los cuartos para que el nuevo jarrón se oculte en el banquillo... Pues ojo que, como diría Mourinho, el Barça puede estar en una nueva categoría con Paco Alcácer. Pagar unos 30 o 40 millones por alguien que presumiblemente jugará poco más que Munir la pasada temporada despierta la capacidad dormida de asombro. Uno tiene la sensación de que si Munir estuviera en el Valencia y fuera objeto de deseo del club azulgrana, ofertaría esos 40 kilos más Samper Alcácer. El mercado, con el Barça por el medio, es aún más confuso.