Hungría despierta en pijama

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ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Puskas, Czibor, Kocsis, Hidegkuti, Bozsik… El santoral completo del fútbol húngaro recibió el domingo por la noche una ofrenda que llevaba esperando tres décadas. Ya no vive ninguno de aquellos grandes maestros magiares coetáneos de Kubala, los campeones olímpicos que se quedaron a un palmo del título mundial en la final de 1954 en Berna, la ciudad que para algunos de ellos, los del Barça, volvió a ser una condena en 1961.

Pero el domingo por la noche en Budapest todos se acordaron de aquellas viejas glorias, cuando la selección de Hungría certificó su clasificación para la Eurocopa del próximo verano, tras eliminar a Noruega en la repesca con una segunda victoria en el choque de vuelta por 2-1. Hacía 43 años, desde 1972, que ese país no alcanzaba la fase final del torneo, sin contar que la última presencia en un Mundial tiene el óxido de 1986.

En aquella competición, disputada en México, Gabor Király tenía 10 años y vio apenado cómo la Unión Soviética hacía fosfatina a Hungría por 6-0 en la ciudad de Irapuato. Después del fiasco mundialista, los húngaros cayeron en un letargo excepcionalmente largo, roto al fin el domingo.

DOS PARADAS BESTIALES

Király, el hombre que con su chándal-pijama parece más un portero de balonmano que de fútbol, o incluso un dominguero preparado para el bricolage, alcanzó el partido número 100 con su selección en la ida del duelo contra Noruega, el pasado jueves. Además, hizo dos paradas bestiales. Ya se temía que nunca iba a participar en un gran torneo, pero lo conseguirá, al fin, el próximo verano, con los 40 años cumplidos.

"Soy portero, no una modelo. Y llevo el pantalón una talla mayor que la mía para ir más cómodo", suele decir sobre su atuendo estrafalario, que hace también funciones de amuleto desde que, en los inicios de su carrera, le dio buena suerte en una racha de partidos.

 Király --cuyo nombre significa 'rey' en húngaro-- es un portero muy viajado. Ha jugado en tres equipos alemanes (cuando estaba en el Hertha de Berlín se enfrentó al Barça de Luis Enrique, Guardiola y Kluivert en la Champions de 1999) y en cuatro ingleses, y ahora da sus penúltimas bocanadas en el club de su ciudad natal, el Haladás de Szombathely.

Si meritorio fue el papel del más viejo, un debutante resultó clave en el encuentro de ida de la repesca ante Noruega. Lászlo Kleinheisler, delantero del Videoton de 21 años, marcó el gol del triunfo en Oslo. Kleinheisler no lleva mucho tiempo en el primer equipo del Videoton. Se formó en el Puskas Academy, un club filial fundado hace solo 10 años en memoria del gran zurdo del Real Madrid de la época dorada que hace dos temporadas subió a Primera División y cuyo estadio, para completar el homenaje, se llama Pancho Arena.

El joven atacante fue una de las apuestas para esta eliminatoria del seleccionador de Hungría, el alemán Bernd Storck, un técnico seguramente no tan conocido como su segundo, Andreas Möller, centrocampista campeón del mundo con la RFA en 1990 y de la Champions con el Borussia Dortmund en 1997.

En el campo, Hungría no tiene grandes nombres, y solo uno con una trayectoria cruzada con la Liga española: el delantero Adam Szalai, que marcó 23 goles en tres temporadas en el Real Madrid B, del 2007 al 2010. La selección de hoy carece de un solo nombre que se acerque ni remotamente a la altura de sus antepasados. Baste un dato. En los 10 partidos de la fase de clasificación solo marcaron 11 goles, y eso que en su grupo estaba Islas Feroe. Hoy la estrella es un portero de casi 40 años que juega con pijama.