CHARLA ENTRE DOS GRANDES PILOTOS

Alonso y De la Rosa repasan su dilatada trayectoria en la F-1

Fernando Alonso charla con Pedro Martínez de la Rosa.

Fernando Alonso charla con Pedro Martínez de la Rosa. / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nada como una charla entre amigos, entre viejos (perdón, veteranos) amigos, de piloto a piloto, una conversación entre dos tipos apasionados por la F-1, a los que su amistad y las circunstancias unieron durante la última época en Ferrari (2012-2014) y antes en McLaren (2007). El tercer piso del impresionante hospitality de McLaren es precisamente el escenario del encuentro entre Fernando Alonso y Pedro de la Rosa.

El barcelonés era piloto de pruebas en McLaren cuando Alonso llegó en el 2007. Completó miles de kilómetros en los tests en la pista y, por supuesto, en el simulador, el artefacto maltratador de cuerpos con el que las escuderías intentan mejorar las prestaciones de sus monoplazas. Alonso insistió a Ferrari para que le ficharan años después y pudiera evolucionar el entonces (2012) obsoleto simulador de Ferrari, una de los hándicaps del equipo de Maranello para plantar cara a Red Bull entre el 2010 y el 2013. «Oye Fernando, esas mejoras que dicen en McLaren-Honda que van a llegar... ¿llegarán de verdad? ¿O son como aquellas mejoras aerodinámicas que vivíamos en Ferrari, cuando decían que el coche iba a mejorar no sé cuantas décimas, y, al final, casi nunca era así?».

Pedro se lo espeta así, como es él, con una sonrisa de oreja a oreja, con la complicidad de quien sufrió junto a su amigo las promesas incumplidas cada año en la scuderia. «Esperemos que no, tenemos algunas mejoras en aerodinámica que se van a ir colocando en el coche poco a poco, pero en el motor, nuestro punto más débil, aún tendremos que esperar alguna carrera más. Cuando llegue todo, tendríamos que mejorar esas tres o cuatro décimas que nos permitan entrar en el grupo de Williams, Toro Rosso... y olvidarnos ya de los Haas, Renault e, incluso, Sauber (carcajada auténtica de  Pedro)».

EL MIEDO A MORIR

Poca gente recuerda que, en el 2002, ambos compartieron colores en el equipo Jaguar, entonces De la Rosa como titular y Alonso como probador eventual. Un año antes, Pedro había sufrido un aparatoso accidente con el Arrows en Monza. «Salvando las distancias, fue un accidente parecido al tuyo en Melbourne (Australia) de este año. Cinco vueltas de campana... yo me veía ahí arriba en el coche y, sí, se me pasó por la cabeza ese 'de esta no salgo' que nos atormenta a menudo a los pilotos». Son instantes críticos en la vida de un profesional, donde la fatalidad roza por segundos a los pilotos. «No pensaba en la muerte», recuerda Pedro al compararlo con el escalofriante accidente del asturiano en el pasado GP de Australia. «Es evidente que te entra el miedo y, de inmediato, piensas: 'A ver cómo aterrizo'; sobre todo, por la cabeza. 'A ver si en la siguiente vuelta de campana me golpeo la cabeza con algo', piensas».

«Saliste rapidísimo del coche, ¿cómo estabas en aquel momento?», pregunta Pedro recordando el atolondramiento que él mismo sufrió en Monza y que recuerda segundo a segundo. «En aquel instante estaba bien. Me llevaban en el coche médico hacia el hospital del circuito y vi que había bandera roja en la pista, y pensé (risas): 'Si me hacen un chequeo rápido igual puedo subirme al muleto y salir a carrera (ahora sí que Pedro estalla de risa) porque pensaba que, en esa carrera, el tercer coche estaba configurado para mí». Hace más de 10 años que los equipos ya no disponen de muleto. La cabeza del Nano retrocedió una década creyendo que podía coger el coche de reserva que ya no existía. «Solo pensaba en volver a subirme al coche, el que fuera, al que me diesen, al muleto si lo hubiera, al de Button, a un GP2... daba igual», se sincera el asturiano. «Yo salí con magulladuras de mi accidente y, en las siguientes carreras, me sentía inmortal», desvela Pedro (más risas). «Yo aún no me siento inmortal, de verdad», dice Alonso. «Ya veo que no eres tan burro como yo», apostilla Pedro.

LA MOVIDA EN MCLAREN

Se ríen sin parar. Son colegas. Su amistad se fraguó -como suele ser habitual- en los peores momentos de aquel 2007 en que Ron Dennis, el patrón del equipo, apostó por Lewis Hamilton incluso yendo contra Alonso (pidió para él una sanción en Hungría y se ocupaba de diseñar la estrategia para que Lewis tuviera opciones de batir a Fernando en pista). Luego llegó el escabroso asunto del espionaje entre McLaren y Ferrari, el juicio en la FIA con Pedro y Fernando de testigos, los gritos (incluso insultos) en el hospitality... «Fue un año tranquilo, aquel», recuerda Pedro con ironía. «Yo pasé ocho años aquí, pero me da la sensación de que este equipo ha cambiado mucho».

Y Alonso lo corrobora. «En aquel 2007 aún era un equipo muy inglés, con mecánicos históricos que habían trabajado con Hakkinen, incluso con Senna, mecánicos de toda la vida, hijos de mecánicos de otras épocas… Ahora, el ingeniero jefe es italiano, el experto en neumáticos es japonés, algunos franceses manejan los sistemas eléctricos, tenemos varios españoles y, por supuesto, los ingenieros japoneses de Honda. Es un equipo más internacional y el ambiente es más relajado. Ya no hay aquel cerrojo ante el que venía de fuera de Inglaterra, al que se trataba como un extraño».

«Ya veo, ya», asiente Pedro. «Incluso detecto cierto relajamiento en Ron Dennis, porque compruebo que te deja lucir pelo largo, barba, tatuajes... A mí me decía, constantemente, que me cortara el pelo, y yo me lo cortaba para ver si me daba el volante de titular, pero no me lo dio nunca...». Y Alonso se ríe. «Cada día me dice lo de la barba, el pelo... No, no, Ron no se ha relajado ni un ápice en ese sentido, pero tampoco tiene la presencia que tenía en 2007. Ahora está menos en el detalle. Así que también hay mecánicos tatuados y con barba en el equipo. Bastantes».

LA CONSULTA EN EL LAVABO

No siempre compartieron equipo como titular y piloto probador, también fueron rivales en la parrilla, en equipos distintos durante seis años entre el 2001 y el 2012. Fue en 2010, con Alonso en Ferrari y De la Rosa en Sauber, cuando un día coincidieron en el lavabo, antes de ir al coche para la salida. Lo explica De la Rosa: «Yo te dije, preocupado: 'Se me va el coche mucho de morro'. Y tú me contestaste: 'No pasa nada, a mí ocurre lo mismo, di a los mecánicos que, en la primera parada en boxes, te cambien un poco el alerón delantero'. Y yo pensé: 'Joder, este tío jugándose el Mundial tan tranquilo, y yo preocupado por tonterías'».

DLR, como también le llaman algunos, expresa su sorpresa por la serenidad de Alonso en momentos críticos. «Siempre me ha alucinado tu tranquilidad cuando los demás estamos llenos de tensión». Y Fernando, que acostumbra a echarse una pequeña siesta en el hospitality en la mañana de la carrera, corrobora esa impresión: «Soy así, tranquilo, siempre y cuando todo siga el proceso habitual. Lo único que me pone nervioso es si hay dudas sobre la estrategia, si hay que estar pendiente de si llueve o no llueve... Cuando las cosas no están dentro del plan trazado, fuera de los planes, me inquieto».

Y puede que ese sea uno de los secretos de Alonso para destacar en las salidas, una de sus mayores virtudes. «Muchos de esos toques que se ven en las salidas o en la primera curva los generan pilotos nerviosos que tienen un comportamiento insospechado, gente que frena 50 metros antes o 50 metros después de lo habitual, de lo que lleva haciendo durante tooodo el fin de semana». Nuevas risitas de Pedro, que añade: «Se ve mucho de eso, sí. Y te puedo decir que, cuanto más atrás sales en la parrilla, y en eso tengo mucha más experiencia que tú (carcajada general), se ven cosas aún más suicidas».

BÓLIDOS QUE NO CORREN

De pronto, y no sé qué punto de broma, de risa, de gracia existe en la mirada de De la Rosa hacia Alonso, el catalán mira al asturiano y le dice muy serio: «Tengo la sensación, y perdona que te lo comente, que has estado comentando todo esto del caos que se produce en las salidas mirándome muy fijamente, como si me estuvieses recordando algunos pasajes de mi vida en la cola de las parrillas». Alonso casi sale catapultado del taburete y le dice muy serio: «No, ni hablar, ni hablar, en ningún momento estaba particularizando el comentario en ti. Solo explico que cuando sales desde atrás, ves que todos siguen un mismo patrón, una armonía y, de pronto, los hay que no siguen esa estructura y esos suelen ser los que provocan los toques».

Salir desde atrás ¡maldito problema! Y lo quiera o no, Pedro se siente aludido, sobre todo, por sus tiempos en el modesto HRT, su última participación como piloto antes de volcarse en su faceta de analista técnico en Movistar F-1, el canal que facilitó este diálogo con Alonso. «Pilotar aquel HRT no era nada exigente físicamente», recuerda DLR. «No tenía ni que entrenar o reforzar el cuello. Iba tan lento en las curvas que no me cansaba en absoluto». Los actuales F-1 son un poco como aquel HRT. «Solo vamos rápidos en la crono porque tenemos ruedas superblandas, el coche descargado de gasolina y las baterías a tope, pero luego, en carrera, vamos 9 segundos más lentos, y vas tan lento que tienes la tentación de ir saludando al público mientras corres porque estás obligado a ahorrar gasolina, neumáticos y frenos».

PROFESOR EN EL KÁRTING

Y Alonso añade sin pestañear: «Eso de ir al límite todas las vueltas, como en la F-1 que compartimos tú y yo en 2004, 2005, 2006, 2007, ha pasado a la historia. Ahora haces una vuelta rápida el sábado y, luego, 65 o 75 vueltas, las que tenga el gran premio, ocupado en diferentes procedimientos que exige la normativa u obedeciendo como un robot las órdenes de tu ingeniero, pero jamás exprimes tu intuición o talento».

«Y viendo todo esto, ¿te quedan baterías, ganas para seguir pilotando muchos más años?», le espeta Pedro. «Lo que está claro es que esta F-1 no es la más divertida de todas las épocas. Veremos, no lo tengo muy claro. Tengo otro año de contrato con McLaren y, al final del año que viene, veremos. Parece que hay un gran cambio en la normativa, así que tengo esperanzas de que los coches vuelvan a ser más divertidos. No va a ser un problema de cuántas ganas o cuánta batería me quede. Batería la tengo toda, por mí pilotaría hasta los 60 años, porque es lo que hecho toda mi vida, pero tiene que ser otra F-1, diferente a la actual».

Se despiden. «Deberías invitarme a tu kárting», le sugiere Pedro. «Mira, podrías venir este verano, hacemos un casting de monitores, si quieres te someto a una prueba y, si la pasas, podrías dar clases», le suelta Alonso. Y más carcajadas. Bonito final.