LA TRASCENDENCIA DEL CRUYFFISMO

¿Debe Johan Cruyff dar nombre al Camp Nou?

Los culés disienten sobre la necesidad de rebautizar el estadio del Barça

Permanente desfile de aficionados en el Camp Nou para rendir  homenaje a la figura de Johan Cruyff.

Permanente desfile de aficionados en el Camp Nou para rendir homenaje a la figura de Johan Cruyff. / periodico

JORDI TIÓ

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La poliédrica idiosincracia barcelonista propicia que no todos los socios y aficionados consideren del todo merecido que el Camp Nou pase a llamarse algún día Johan Cruyff. Lo que sería justo a juicio de algunos derivaría en una injusticia al parecer de otros dada la cantidad de personalidades y figuras legendarias que ha dado el club en sus casi 120 años de historia. Eso sí, todos, desde los más jóvenes, aquellos que veneran a Messi como el más grande, a los más veteranos, reacios a poner a Kubala por debajo de Cruyff, están de acuerdo en que Johan cambió la historia del club. «Nos enseñó a ganar, a creer en nosotros», dice Jordi Pacheco, partidario de poner el nombre del 'holandés volador' al estadio.

No es de esa opinión Jordi Parera. «Creo que ese honor debería recaer en Hans Gamper, el fundador del club y el hombre que evitó su desaparición en momentos muy complicados». Eso sí, a Cruyff le reconoce el mérito de «haber cambiado la mentalidad de la entidad. Nos hizo ganadores y nos inculcó un estilo que aún perdura».

WEMBLEY-92, EL CAMBIO

Martín Gràcia, sobrino de Sígfrid Gràcia, defensa del Barça de les Cinc Copes, valora más el legado de Johan como entrenador que como jugador. «En Wembley, en el 92, con la primera Copa de Europa, allí llegó el gran punto de inflexión para el club», considera Martín, que vería justo que el nombre de Cruyff luciera bien grande en el estadio por más que él sigue venerando a Kubala.

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«¿Y qué haremos con el nombre de Messi el día que se muera (Dios le dé larga vida)?», se pregunta Álvaro, exempleado del club, quien cuestiona la necesidad de poner nombre y apellido al santuario culé. Arnau Torné, un joven socio, le sugiere una solución: «Claro que el Camp Nou debe llamarse Johan Cruyff. Es el mito del barcelonismo más grande de los que han fallecido. ¿Que qué pasará cuando le llegue el día a Messi? Como será dentro de muchos años, entonces habrá que construir un estadio nuevo y ponerle el nombre de Leo». Por su juventud, Arnau venera al argentino, «el más grande de todos los tiempos como jugador, un extraterrestre», pero el mérito de Johan es el de «evolucionar conceptualmente el fútbol, alargando los ciclos positivos y reduciendo los negativos, integrando la cantera en un único sistema. Es muy grande su legado».

Roser Pont, una joven socia de Girona, recuerda que en su familia se vivió el fichaje de Cruyff, en 1973, como «la llegada de la democracia, de la libertad y la modernidad. Lo mejor para conservar su memoria es mantener el estilo de juego que nos ha hecho casi imbatibles. Mejor eso que poner nombres a las cosas».

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En cambio. Oriol Arias vería bien rebautizar el estadio. «Pero no se hará porque se necesita dinero y le pondrán una marca comercial. Johan Cruyff-Catar, eso sí que sería un sacrilegio. Al menos que le pongan su nombre al nuevo Miniestadi». Ahí va eso.