Mi Madrid-Barça preferido (5): Òscar Garcia y el 2-3 de las butifarras de Giovanni

Òscar Garcia rememora el clásico que pasó al imaginario azulgrana por la conversión culé de Luis Enrique

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Eran los primeros días de Louis van Gaal. Todo era, por lo tanto, nuevo. Tan nuevo que los jugadores no entendían en ocasiones el mensaje del vehemente técnico holandés, que se asomaba al Bernabéu para disfrutar de su primer clásico. Apenas dos meses de Liga y el Madrid enfrente.

“Hacemos marcajes individuales, ¿vale?”. La voz de Van Gaal sonó fuerte en el vestuario del templo blanco, mientras los jugadores se miraban. Cada oveja con su pareja. Y a Òscar Garcia le tocó emparejarse con Redondo en el centro del campo. Sacrificado. Ese fue el adjetivo empleado por EL PERIÓDICO al día siguiente para calificar el trabajo del futbolista de Sabadell. “Inteligente en su papel de pivote.

Controló a Redondo y apenas perdió el balón hasta que se le acabaron las fuerzas”. Al escuchar hoy, casi 20 años después ese retrato periodístico de su paso por el Bernabéu, Òscar no puede evitar una sonrisa. “Sí, es verdad. Aquel día me tocó marcar a Redondo. Apenas toqué tres balones, como él”.

Lo que quería Van Gaal era apagar la luz del juego del Madrid que emanaba del exquisito y elegante centrocampista argentino, un medio centro deliciosamente jerárquico. En el uno contra uno que planteó el técnico holandés por todo el Bernabéu salió ganando el Barça.

Ganó gracias al prodigioso pie izquierdo de Rivaldo, ese brasileño jamás valorado del todo, a la conversión culé de Luis Enrique,que marcó un gol decisivo enseñando orgulloso al madridismo su nueva camiseta azulgrana. “No sé por qué me silbaban. ¿Por qué enseñé la camiseta? Sé que a la gente del Barcelona este partido le da mucho morbo, se lo dedico a los culés”, dijo entonces el ahora técnico del Barça. La magia de Rivaldo, la pelea de Luis Enrique y las butifarras Giovanni, un cóctel único.

“A mí me sorprendió también el cambio de Iván. ¿Era a la media hora de partido?”, pregunta aún hoy asombrado Òscar. No, no. Ni media hora estuvo De la Peña sobre el césped del Bernabéu. Él también tenía un marcaje individual, obligado además a escorarse a la banda derecha "para frenar a Amavisca”.  Además, por esa banda también circulaba un tren de alta velocidad llamado Roberto Carlos. A los 24 minutos, Van Gaal lo envió a la ducha.

“No lo había visto nunca en el fútbol profesional. Era la primera vez”, recuerda Òscar, analista ahora de los partidos del Barcelona para EL PERIÓDICO. “Con el 0-1 ya nos iba bien el empate”. Así justificó Van Gaal el cambio de Abelardo por De la Peña, quien luego argumentó que quería atraer al Madrid hacia el centro para sorprenderle “con tres contragolpes mortales”, según su propia definición.

Tres contraataques, tres disparos, tres a puerta, tres goles. Y cada oveja con su pareja: “Iván con Amavisca, Luis Enrique con Seedorf, Reiziger con Raúl, Sergi con Mijatovic, Chapi con Suker y yo con Redondo, claro”.

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La bufanda de Gaspart

Òscar llevaba el seis. Y jugaba de seis. O sea, jugaba de Bakero. “En la punta del rombo”. Intentando anular a Redondo. Y lo consiguió. Tal vez no fuera casualidad que el argentino, desconectado del juego, fuera sustituido un minuto antes que el centrocampista de Sabadell.

“El Barcelona ha vendido a Ronaldo y ha fichado a la Virgen de Fátima. Este equipo no juega a nada”, clamó acabado el partido Lorenzo Sanz, presidente del Madrid, indignado porque Joan Gaspart ejerció de Joan Gaspart al presentarse en el palco del Bernabéu con una bufanda azulgrana en el cuello. “La bufanda es mi cara, con ella pago y dejo claro a todo el mundo que soy culé”, aseguró el entonces vicepresidente del Barça. “Es una provocación”, le espetó Sanz.

“Yo me acuerdo de Redondo, de la posición de Iván y de la dureza del Madrid con Rivaldo. ¡Qué partidazo hizo! Figo también estuvo muy bien. ¿Las butifarras? Justo me acababan de cambiar. Y, por supuesto, de la victoria. No estábamos habituados a ganar en el Bernabéu. No es como ahora”.