LOS AÑOS 70

Mi Madrid-Barça preferido (3): Asensi y el mítico 0-5 de 1974

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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Muy bien tiene que jugar el Barça en el Bernabéu para que se marche aplaudido. Fresca sigue aún la imagen de aquel caballero de cabello cano y bigote, en pie, ovacionando junto a su hijo a Ronaldinho tras el recital del brasileño en el estadio madridista, del que este jueves se cumplen justamente diez años.

Pero hubo una ocasión anterior en la que ocurrió algo parecido, o al menos así lo recuerda Juan Manuel Asensi (Alicante, 1949), uno de los verdugos aquella noche de febrero de 1974. El Barça acababa de exterminar al Real Madrid con un resultado de leyenda, aquel 0-5 tan inapelable, y los seguidores blancos reconocieron con sus palmas la superioridad barcelonista. “Que después del repaso que les dimos nos lo reconocieran hizo que nos marcháramos del campo doblemente satisfechos”.

Exaltados e impregnados de adrenalina como iban, los jugadores que entonces entrenaba Rinus Michels irrumpieron en el vestuario reventando de euforia. Gritos, abrazos, cánticos, bromas… “Ángel Mur [el histórico masajista] terminó en la ducha vestido”. No solo era haber sellado un tanteo que, ya se lo imaginaban ellos, traspasaría los siglos, sino que el equipo casi se aseguraba con aquella victoria el título de Liga, un triunfo que el club no olía desde 14 años atrás. “Teníamos la Liga en el saco, lo sabíamos. Volvimos a Barcelona la misma noche y nos encontramos a mucha gente que vino a recibirnos a El Prat. En Canaletes también se juntaron muchísimos aficionados”.

AQUEL PRINCIPIO NEFASTO

El Barça había llegado a aquel partido como un ciclón, embalado hacia el título después de un inicio de temporada calamitoso. El equipo acumuló tres derrotas, dos empates y solo una victoria en los seis primeros encuentros de Liga, hasta que llegó Cruyff, el hombre que cambió la dimensión de un club cenizo.

Cuando se iba a jugar aquel clásico, en febrero de 1974, el Madrid no andaba fino. Pero es el Madrid. “Siempre que vas al Bernabéu vas preocupado, sabes que es un partido muy importante para la vida no solo del equipo sino de la ciudad”, rememora Asensi.

El partido, sin embargo, no arrancó de una forma tan apacible como pueda deducirse de la paliza final. “Empezamos regular tirando a mal. El primer cuarto de hora lo pasamos fatal y recuerdo que incluso Velázquez lanzó un tiro al palo. Estábamos apurados pero poco a poco nos soltamos”.

Asensi era un centrocampista laborioso y muy resistente, lo que en la época se llamaba un pulmón; un potro que no se lesionaba casi nunca, que además manejaba la zurda con habilidad y marcaba goles. En sus años en el Barça alcanzó el centenar, y en aquella temporada 73-74, en la que fue uno de los pocos que jugó los 34 partidos, marcó 11 solo en la Liga. Dos de ellos, en el Bernabéu. “El primero lo metí con la derecha, que aunque yo fuese zurdo cerrado también cuenta eh”. “Johan marcó el segundo y ya nos fuimos al descanso 0-2, mucho más tranquilos”.

El tercero fue un golazo. Una colada por la izquierda y, ya dentro del área, un tiro cruzado sin piedad para García Remón. “Ellos no decían nada, iban cabizbajos, conscientes de que les estábamos pasando por encima”. A nadie se le ocurrió levantar el pistón. “Cuando tienes delante al Madrid, quieres meterle cinco, seis o siete”.

El Madrid, en aquellos tiempos acostumbrado al favor arbitral, arrogante y quejoso siempre ante los jueces, calló como una tumba. Juan Carlos anotó el 0-4, y el Cholo Sotil, el más bajito, puso la última grapa con un cabezazo, solo en el área chica.

AUTOCAR APEDREADO

A Asensi siempre se le dio bien el Madrid. También marcó el único gol de un clásico que se jugó en el Camp Nou el Lunes de Pascua de 1972. Otra victoria en el Bernabéu, en 1976 por 0-2 con goles de Rexach y Heredia, tuvo un epílogo accidentado. El autocar azulgrana fue apedreado tras el partido y, pese a que varias lunas saltaron por los aires, nadie sufrió daños.

Más tranquilas se ven las cosas ahora desde el sofá, con un Barça que transmite confianza y se ha acostumbrado a rascar victorias en el Bernabéu en los últimos años. Busquets, dice Asensi, encarna al jugador al que le habría gustado parecerse. "Es el mejor centrocampista del mundo".

Por no hablar de Messi, el número uno, cuya presencia en el clásico aún es una incógnita. "Yo no veo bien que le metamos prisa, hay que cumplir los plazos de la recuperación. Pero si lo de jugar a toda costa es cosa suya, si es su deseo, entonces me callo. Uno siempre es su mejor médico y si él lo ve claro y tiene confianza, pues adelante. Es tan superior que aunque tuviera que jugar con muletas lo haría bien".

Asensi, que dejó atrás su breve carrera como entrenador, vive ahora en Alicante, su ciudad natal. Mantiene el contacto con sus amigos del Barça y habla a menudo con Cruyff. Lo hizo hace pocos días, cuando se conoció la enfermedad del holandés. "Lo vi muy animado, me alegré. Al 'Flaco', si le das tiempo, lo saca adelante todo. '¿Tienes tiempo?', le pregunté. Me dijo que sí y ya me dejó tranquilo".