la opinión

Artículo de Antoni Bassas: 'El orgullo de ser culé'

Esta temporada solo puede acabar bien o muy bien

ANTONI Bassas
PERIODISTA

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Mi confianza en el Barça de Guardiola, Iniesta, Messi, Xavi, Etoo, Valdés, Piqué, Alves y compañía es tan grande que ya hace días que tengo el cava en la nevera. Esta temporada solo puede acabar de dos formas: bien o muy bien. Aquí estamos, en mayo, líderes de la Liga, finalistas de la Copa y con un Chelsea que vino tan asustado por las goleadas al Lyón y Bayern que celebró el 0-0 del martes como una victoria. Y lo mejor es que no estamos hablando solo de la posibilidad de ganar tres títulos, sino de la capacidad de ganarlos.

Otros años hemos tenido posibilidades hasta muy al final. Ahora tenemos juego y jugadores para hacerlo posible. Pero pase lo que pase, no tengo palabras para agradecer lo mucho que este equipo me ha hecho sentir orgulloso del Barça. Lo mucho que me ha emocionado este viaje compartido de una historia improbable durante 8 meses y 53 partidos. Cómo de bien representado me he sentido ante España y el mundo entero por eso que Guardiola calificó de "propuesta". De cómo de dichoso me siento de saber que, en todo el mundo, la gente que ama el fútbol quiere al Barça. De la personalidad, el equilibrio y la categoría con que este equipo ha salido a jugar. De cómo todo esto ha sido posible con juego limpio, mucho trabajo y gente de la casa, mucha gente de la casa.

No me estoy cubriendo ante un mal paso esta noche. Solo digo que si el camino hacia los títulos no siempre ha sido fácil, ahora se convierte en un alambre finísimo y será necesario que tengamos una disposición mucho más generosa con el equipo y su esfuerzo que la que hemos tenido hasta ahora. Se merecen que les ayudemos a sostenerlos con una actitud mental definitivamente liberada. Es tiempo de creer en nosotros mismos. En el que somos y lo que representamos.

MIREN, LA HISTORIA de esta temporada se podrá escribir en dos columnas. En una pondremos: "Me cambiaría por ellos ahora mimoso", de Casillas; "Cuando habla Pep, aprendo", de Heinze; "Juega a fútbol como ningún equipo de Europa", de Manolo Jiménez; o "es algo inmenso, el Barça es el mejor equipo del mundo en todo", de Manolo Preciado. En la otra, escribiremos: "¿De dónde es el árbitro?", de Schuster; el Villarato, de Relaño; el Cagómetro, de no sé quién, o "vamos a chorrear al Liverpool", de Boluda. Cada cual es muy libre de jugar sus cartas, pero si las comparamos, el juego exhibido por el think tank blanco durante toda la temporada ha basculado entre la impotencia y el fastidio indisimulado. Leamos, sino, la carta de un lector de EL PERIÓDICO publicada el jueves sobre el tono de la retransmisión del Barça-Chelsea de Antena 3.

E incluso así es verdad que en Catalunya no nos hemos sacudido de encima una ancestral tendencia a pensar en lo peor y a prestar atención al relato que llega de Madrid. En parte es inevitable, es una cuestión de volumen de los medios de comunicación. Pero ya sería hora de que rompiéramos la cadena psicológica. Sobre todo porque este año el relato interesado quedaba desmentido por la dura --y azulgrana-- realidad.

El nacional-madridismo, que siempre ha sido excluyente, este año se ha convertido en una narración desagradable y provinciana. Todos tenemos muchas ganas esta noche. Partiendo, sin embargo, de la base de que el partido es más importante para el Madrid que para el Barça. El equipo de Guardiola puede dejar la Liga sentenciada. El Madrid, no. La persecución del equipo blanco ha sido espectacular y merece un enorme respeto. Su juego, no. Es favorito porque juega en casa, sí, pero, ¿quién sino este Barça puede ganar en cualquier campo?

Miren y escuchen el Madrid-Barça con alegría, saboreando que cuando el fútbol mundial nos mira, Catalunya y Barcelona están inmejorablemente representadas.