¿Debemos limitar el consumo de carne?

Hay que limitar el consumo de carne roja, pero aún no se sabe qué nivel de consumo sería seguro.

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carneroja / Markus Spiske/Pexels

Montserrat Rabassa

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La carne es un alimento de gran valor nutricional y básico en la dieta de buena parte de la población. Recientemente, se ha publicado un nuevo informe que discute los límites de su consumo establecidos en estudios anteriores.

El pasado mes de marzo, el grupo de trabajo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria presentó la guía Importancia de la Carne de vacuno en la alimentación de los españoles, en la que concluye que un consumo moderado de carne de vacuno hasta tres o cuatro raciones semanales (una ración equivale a 150 gramos de peso neto), que vendría a ser medio kilo a la semana, no incrementa el riesgo cardiovascular, siempre que se escojan piezas magras y se elimine la grasa visible antes del cocinado.

Otras guías alimentarias dirigidas a la población general consideran esta cantidad excesiva. De hecho, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición aconseja un consumo moderado u ocasional de carne roja de no más de dos veces por semana, es decir, menos de 200-300 gramos semanales, ya que un aumento de su consumo está vinculado a problemas de salud. En esta línea, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer también recomienda no consumir más de 300 gramos semanales de carne roja.

Carne roja y cáncer

La principal alerta sobre los riesgos de comer carne llegó en octubre de 2015, cuando la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que la carne roja es probablemente cancerígena (la carne procesada o transformada salió peor parada, al ser declarada cancerígena sin género de dudas). Esto se basa en resultados de múltiples estudios epidemiológicos que han asociado la carne roja con el riesgo de desarrollar cáncer en el colon o el recto (cáncer colorrectal).

No obstante, debido al diseño de estos estudios, es probable, que haya otros factores (por ejemplo, la actividad física, el tabaquismo, el consumo de alcohol y la obesidad) que pueden haber condicionado estos resultados. Así mismo, es importante señalar que el aumento del riesgo de cáncer asociado al consumo de carne roja es muy inferior al de fumar o consumir alcohol, según se ha observado también en estudios epidemiológicos.

En concreto, el riesgo de cáncer colorrectal aumentaría aproximadamente un 20% al consumir hasta 150 gramos al día. Estos resultados son similares a los de la OMS, que en 2015 sugirió que este riesgo podría aumentar un 17% por cada 100 gramos diarios consumidos. Es decir, el riesgo absoluto aumentaría del 4,5% al 5,3%; dicho de otro modo: 5,3 personas de cada 100 tendrán un cáncer, frente a las 4,5 de cada 100 que no comen nada de carne. Este riesgo es habitualmente considerado como menor. Para hacernos una idea, los fumadores presentan un riesgo entre 9 y 25 veces mayor que los no fumadores. Con estos hallazgos, la OMS aconseja moderar el consumo de carne roja, incluyendo aquí las de ternera, cerdo, cordero, caballo y cabra.

Evaluación de la evidencia disponible

En este contexto, en el proyecto NutriMedia del Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra, con la colaboración del Centro Cochrane Iberoamericano del Instituto de Investigación Biomédica Sant Pau, hemos evaluado recientemente la evidencia científica disponible para responder la pregunta del público de si la carne es realmente cancerígena.  La evaluación se ha realizado mediante el sistema de referencia internacional GRADE, que permite establecer la calidad de la evidencia que hay detrás de un mensaje o pregunta de salud.

La conclusión, teniendo en cuenta el informe de la OMS y los estudios de mayor calidad metodológica y más recientes sobre este tema, es que el consumo habitual de carne roja “podría” aumentar el riesgo de cáncer colorrectal. Y se expresa en forma condicional o de posibilidad porque el grado de certeza de los estudios actuales relacionados con el mensaje evaluado es baja, lo que implica que la realización de nuevos estudios podría proporcionar resultados diferentes.

Todo parece indicar, por tanto, que hay que limitar el consumo de carne roja, pero queda mucha evidencia científica que aportar para saber a ciencia cierta qué nivel de consumo sería seguro.

La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras