Ajo

Un estudio científico repasa los efectos biológicos atribuidos a la planta

cabeza ajo

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Pere Puigdomènech

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El ajo es un componente muy usual de nuestra dieta mediterránea y de muchos países del centro y el este de Asia, de donde parece proceder. De él se han mencionado efectos beneficiosos que han despertado la curiosidad de diferentes investigadores. Una revisión reciente trata de resumir lo que sabemos sobre el ajo y la conclusión es que los compuestos que contiene tienen efectos biológicos claros, pero que es difícil concluir cómo los podemos utilizar para mejorar nuestra salud.

El ajo es una planta de olor y sabor muy característicos que provienen de una serie de compuestos que contienen azufre y que en algunos casos son volátiles, lo que da a la planta su aroma característico. La revisión recientemente publicada repasa los datos que existen sobre cómo se producen estos compuestos en la planta y lo que ocurre cuando se tratan con ellos células humanas en cultivo. Estos compuestos sulfurados modifican los niveles de otras sustancias gaseosas de la célula que regulan su funcionamiento y la forma en que responden en situaciones de estrés.

Muchos de estos estudios en células aisladas son difíciles de extrapolar para determinar los efectos de un alimento como el ajo en la dieta humana. Hay estudios actuales que confirman en términos generales la sabiduría tradicional según la cual el ajo reduce el riesgo de tumores del intestino, de algunas enfermedades cardiovasculares y de ciertos tipos de diabetes. La reciente revisión acepta que habría que investigar más para extraer conclusiones válidas y que se hace difícil asegurar las cantidades de comida y de qué forma se deben ingerir. Sus autores proponen también que se trate de identificar las sustancias más activas que hay en el ajo y que se estudien sus efectos en personas de diferentes edades y procedencias. Entre otras cosas puede que un exceso de ajo no acabe ayudando mucho a nuestra salud, estropee los platos y aleje de nosotros a quien no tolera su olor. Como dice Josep Pla: "El ajo. Mucha calma".