DURA ETAPA DE MONTAÑA EN LA VUELTA

Chris Froome demuestra en la Vuelta a España que no es de este mundo

Froome y Nibali

Froome y Nibali / periodico

Sergi López-Egea

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Chris Froome no es de este mundo. O por lo menos es la impresión que da. Y hasta, en ocasiones, con toda la Vuelta controlada, hasta parece que le entren ganas de descolgarse para darle todavía más emoción a una carrera que domina no solo excepcionalmente, sino con clase, sabiduría y buen hacer. Cada día es más líder, cada etapa está más fuerte y, además, con tanto hambre que hasta lucha por las bonificaciones como sucedió este miércoles en la cima de Calar Alto, donde está uno de los más importantes observatorios de Europa, en Almería. Sucedió en una etapa que los históricos cronistas de ciclismo habrían definido como dantesca por las adversas condiciones que castigaron a los ciclistas durante todo el día.

Froome juega con sus rivales y tal vez consigo mismo. Hace unos días se le preguntó si tenía tiempo de ver los paisajes de la geografía española. Y la verdad es que no tiene tiempo ni de ver el territorio ni tampoco de degustar el jamón, pata negra, por supuesto, el manjar del que dice que está enamorado pero que lo deja para Navidad cuando no tiene que disputar ni la Vuelta ni el Tour.

Con la mirada en el potenciómetro

Y nada ve porque se pasa toda la etapa mirando el potenciómetro que lleva en su bici, hasta aburrirse, hasta decir basta. Otros ciclistas viven de las sensaciones. Si van veloces y se sienten bien, el corazón bombea más rápido y si van mal, que mejor notarlo que sentirse cansado. Él se engaña, porque corre como si fuera una máquina y porque solo hace caso a los dictámenes de los vatios que ve reflejados en la pantallita del potenciómetro que tiene colocado en el manillar de la bici.

Por eso, parece que no sea de este mundo, más bien se asemeja a un robot que obedece solo lo que le dicta el ordenador. Si ve que algo falla, como a 8 kilómetros de la cima de Calar Alto, se descuelga hasta la cola del grupo de favoritos. Cuando la máquina le advierte que todo se ha normalizado sale al contragolpe, a frenar, sobre todo, el ímpetu guerrero de Vincenzo Nibali, convertido desde ahora en su principal adversario aunque alejado a más de un minuto. Cuando la situación se normaliza, como a 2 kilómetros de la meta, habla por el 'pinganillo' con su fiel Mikel Nieve y le autoriza a demarrar para ganar la etapa. Pero, atención, si el potenciómetro le vuelve a alertar de peligro, entonces frena a Nieve, para que también lo proteja del viento frío de una cima que parece estar más en los Pirineos por la baja temperatura que en la cálida Almería por culpa de la gota fría que golpea a los ciclistas de la Vuelta.

Contador ya es noveno y se acerca al podio

Todo absolutamente controlado por Froome, que ve como parte de sus rivales flaquean (en Calar Alto, Esteban ChavesNicolas Roche Fabio Aru) y que otros avanzan, aunque sea poco a poco, como Alberto Contador, que sigue animado en su remontada para alcanzar un podio que no es una utopía. Ya es noveno y ya está a 1.22 minutos de la tercera plaza que salvó Chaves por los pelos.

Y la salvó porque David de la Cruz corre la Vuelta con una forma exquisita pero con una injusta mala suerte. Pinchó a 12 kilómetros de la llegada y se pasó toda la ascensión a Calar Alto persiguiendo a los buenos.

Triunfo colombiano

Froome solo dejó ser feliz a Miguel Ángel López, al que llaman 'Super López', un prometedor escalador de solo 23 años surgido de la inagotable fuente colombiana.

Todas las clasificaciones en la página oficial de la Vuelta.