UN CICLISTA PRODIGIO

Alejandro Valverde: "Me dije a mí mismo: 'la carrera deportiva se ha acabado'"

El ciclista del Movistar revive en Murcia para EL PERIÓDICO su grave caída del Tour y los meses de recuperación hasta regresar para triunfar de nuevo

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Sergi Lópezs-Egea / Murcia

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Alejandro Valverde mueve las manos. Da la impresión que sean sus piernas impulsando los pedales de la bicicleta. Habla y habla. Han pasado ocho meses desde su caída en el Tour. Sus manos, más que sus palabras, parecen describir un accidente que a punto estuvo de acabar, a los 37 años, con la carrera ciclista más longeva desde que a alguien por allá el siglo XIX le dio por inventar las carreras entre bicicletas. 

Nada parece, en una fría tarde murciana del mes de febrero del 2018, que un verano antes una caída en Düsseldorf, Alemania, 1 de julio del 2017, lo dejó no solo al borde de la retirada sino con el riesgo de quedar cojo para el resto de sus días. Y no parece porque Valverde ha regresado mejor que antes, dando la impresión de ser una especie de Benjamin Button de la bicicleta, contra más viejo más joven; mejor que antes, como si sus células se rejuvenecieran con el paso de los años. 

En apenas un mes de competición ya ha logrado cinco triunfos, incluidas las victorias en la Vuelta a la Comunitat Valenciana y el Tour de Abu Dhabi. Y, por supuesto, demostrando al mundo que ahora es mejor ciclista que hace 10 años y, sobre todo, que todavía sigue siendo un activo del ciclismo español –el mejor, sin duda-- y sin fecha de caducidad.

Sin embargo, todo pudo cambiar la maldita tarde del 1 de julio del 2017; un circuito urbano, una contrarreloj, el inicio del Tour, lejos de Francia, en Alemania, en Düsseldorf donde un verano sin lluvia es como una paella sin arroz. Valverde no podía esconder que, pese a que su compañero colombiano Nairo Quintana había sido designado como jefe de filas y por lo tanto aspirante al triunfo en el conjunto del Movistar, él era la gran opción, como un genio al que era imposible tapar tras una temporada de ensueño en la que había ganado cuantas carreras había corrido a excepción del Critérium del Dauphiné, en junio, adonde fue más bien a divertirse. 

La escena de la caída

Gesticulan las manos de Valverde decididas a recordar el peor maltrago de su vida. Las manos se ven agarrando la puerta del Volvo de su equipo, en la parte trasera del coche, junto a Quintana. Al volante va su director José Luis Arrieta y de copiloto el segundo técnico del Movistar, Chente García Acosta. Siguen en el vehículo auxiliar a Carlos Betancur, el mismo que mes y medio más tarde, en la sexta etapa de la Vuelta, también se caerá y se romperá la mandíbula y el tobillo. Betancur, colombiano como Quintana, les sirve a los líderes del Movistar para ver sobre el terreno como hay que moverse y actuar en los 14 kilómetros de la crono inaugural de la grande boucle.

Por la cabeza de Valverde, una hora antes de que comience a competir, ya ronda la idea de dar la gran sorpresa en la contrarreloj. ¿Por qué no la puede ganar?

–Pero, sin arriesgar, que tampoco era necesario jugársela más de la cuenta.

En apenas siete kilómetros llega la desgracia. Instantes antes, una moto de la organización ha derrapado en una de las curvas más cerradas del circuito y se ha ido al suelo. Ha dejado aceite. Valverde no es ni el primero ni el último en caer en el mismo lugar porque, apenas a los 10 minutos del trompazo del murciano, también se accidenta Ion Izagirre, que se fractura una vértebra y dice prematuramente adiós al Tour.

–Nunca perdí el conocimiento y tampoco tengo lagunas de memoria porque lo que me golpeé fue la pierna izquierda y no la cabeza. El asfalto estaba mojado. Iba al límite pero sin arriesgar. Arrieta me avisa de que 'Radio Tour' acaba de comunicar que se ha caído una moto. Pienso que no es necesario frenar en la curva, sino dejar de pedalear. Pero no cuento con el aceite derramado ni con la suciedad del suelo propia de una ciudad.

El impacto contra la valla es terrible. La rodilla se parte en dos  y el astrálago (un hueso del pie) también se fractura al contacto con el suelo.

–Pero no es todo. Me voy arrastrando y el acople del manillar de la bici de contrarreloj me rompe el culote por detrás y me provoca un corte bestial en la zona anal.

Valverde se mira la rodilla.

–No recuerdo sentir mucho dolor. Me miro la rodilla y me digo a mí mismo: ‘la carrera deportiva se ha acabado’. Me siento un poco mareado; nada más. Pero al ver la rodilla, la raja en la tibia, ya ni siquiera trato de ponerme en pie. Tampoco puedo.

La aparición de un ángel

Es entonces cuando aparece un ángel, un ángel que se llama Rita, una enfermera española que trabaja en el Hospital Universitario de Düsseldorf. Rita ha pedido el día libre. Sabe quién es Valverde y, además, se ha situado en el circuito para animarlo. Sí… para aplaudirlo, pero no para recoger sus huesos. Valverde, 'El Bala', como todos lo llaman en el pelotón, se ha estampado delante suyo. Rita llega antes que Chente García Acosta y que Eusebio Unzué, el mánager del Movistar, que siguen a Alejandro desde el coche.

Rita habla perfectamente alemán y se hace cargo de la situación. Llega una manta y se la coloca enseguida. Pide calma, que no cunda el pánico, habla pausadamente a Valverde.

"Llegó la ambulancia y Rita se sentó a mi lado. Ella buscó al profesor de traumatología que me operó en Alemania"

–Me hablaba y la oía dirigirse a todos en alemán. Llegó la ambulancia y Rita se subió a mi lado. Ella buscó al profesor de traumatología que me operó. Me dicen que si la caída se produce, en lugar de una gran ciudad, en una  montaña perdida por el interior de Francia o España, seguramente no habría podido volver a montar más en bici. Fue imprescindible actuar con rapidez, que la intervención quirúrgica se hiciera la misma noche y que la realizara uno de los mejores especialistas de Alemania.

Valverde se quedó una semana en Düsseldorf. Lo acompañó Natalia, su mujer, que había ido a ver la salida del Tour,  y acabó cuidando a su marido en el hospital.

–Como no había business class en el avión de retorno, el equipo compró tres asientos para que pudiera ir estirado en el vuelo de regreso a España. Llegué un viernes y el sábado por la mañana ya hubo cónclave en mi casa de Murcia. 

Todo el sistema de trabajo de rehabilitación lo dirigiría el doctor Paco Esparza, un especialista en traumatología, recuperación funcional y medicina deportiva, que vive y trabaja en Murcia. "Sin duda, la recuperación de Alejandro ha sido el reto más difícil y complicado de toda mi carrera profesional. La verdad es que cuesta imaginar que siete meses después haya podido volver a competir. Y todavía a mejor nivel", cuenta el doctor Esparza, que asiste al encuentro con el ciclista, en Murcia.

–Ya ese mismo sábado de julio comencé con la acupuntura, con descargas eléctricas en las zonas afectadas, con magnetoterapia, eletroestimulación, masajes en la otra parte del cuerpo para que no perdiera elasticidad y movimientos para empezar a mover unos grados la rodilla afectada.

Sesiones de recuperación

El lunes siguiente (10 de julio) comienza Valverde la recuperación en la clínica de Molina de Segura, por las mañanas (de 9.30 a 12 horas) y en el centro del fisioterapeuta Antonio López, en Murcia, de 16 a 20.30 horas. "Como no podía conducir, por las mañanas lo recogía y lo llevaba yo a la clínica. Muchas veces le preguntaba: ‘¿has desayunado?’ Y el respondía: ‘me me tomado una infusión, que hay que mantener el peso’. En ayunas afrontaba las sesiones de recuperación", explica Antonio Sánchez, su mánager. "En la clínica, lo primero, había que limpiarle todos los días la herida anal porque si se infectaba o no cicatrizaba bien había el riesgo de operar y  podía ser grave y con secuelas", añade el doctor Esparza.

–Me llevaron a casa una aquabike para que pudiera comenzar a pedalear en la piscina, pero solo podía estar sumergido unos 15 minutos porque si no se ablandaban las cicatrices.

Solo ganó dos kilos. ¡Claro, no comía! Y Valverde llegó a la segunda semana de agosto. ¿Por qué no probamos montar en bici? Y se fue a una pista, donde entrenan los chavales del equipo de ciclismo que él promociona en Murcia, junto al estadio de La Condomina. Allí volvió a montarse en bici. Era el viernes 18 de agosto. "Cuando vi, todavía cojo, sin poder siquiera ponerse bien la zapatilla del pie lesionado, que hacía un caballito con la bici, comprendí que ya estaba curado", dice el doctor Esparza entre risas. 

Llamada a Eusebio Unzué

Valverde, por la tarde, cogió el teléfono y llamó a Unzué, que estaba en Nîmes, pues al día siguiente comenzaba la Vuelta a España en la ciudad francesa. "Que me voy a China, que ya estoy curado". China era el destino de una de las últimas carreras de la temporada, en otoño. Hubo que convencerlo entre todos, que no había prisa.

De hecho fue una suerte no debutar en China. Pero en octubre ya me di cuenta de que volvería a ser el de antes. Solo cambié la formula en la preparación invernal. Antes, en diciembre, iba a correr al monte. Esta vez solo fui a andar, porque correr a pie no podía. Pero cuando pedaleaba, y en eso me gano la vida, iba fantástico.

"Me siento como nunca y, sin duda, mejor que cuando tenía 27 años. Estoy más fuerte que con 31 o 32 años"

Alejandro Valverde

— Ciclista del Movistar

Tan bien, que ha vuelto siendo mejor que antes.

-Me siento como nunca, como si el accidente no hubiese ocurrido y, sin duda, mejor que cuando tenía 27 años. Soy mejor ciclista. Me duelen las piernas pero, quizá por genética, menos que a otros rivales. En abril cumplo 38 años, pero estoy más fuerte que con 31 y 32 años, la edad en la que pensé que me retiraría cuando debuté en el 2003. Si algo me retira será pensar en el riesgo. Pero voy a ir a los Juegos de Tokio y, tal vez, entonces, en el 2020 y con 40 años, habrá que pensar en la retirada.

Y solo pensar porque queda Valverde para mucho tiempo.

-Mi cambio se produjo sobre el podio del Tour, en el 2015. Allí me quité toda la presión. Ahora que la tengan otros.