La semana BCNegra

El napolitano que veía muertos

Maurizio de Giovanni presenta a su intrigante comisario Ricciardi

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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El torturado comisario Ricciardi conoce el dolor. Puede ver, en cada rincón de Nápoles, el último gesto de las víctimas de actos violentos (no le faltan) y escuchar su último pensamiento. Una premisa brillante que, sumada a la sabrosa reconstrucción de la Nápoles de los años 30, ha servido al escritor napolitano Maurizio de Giovanni para construir una serie de novelas que lo convierten en una de las visitas más interesantes de la semana BCNegra.

«Ricciardi es un personaje un poco particular, está obligado a sentir compasión», explica De Giovanni. Además del fiel sargento Maione, el otro gran personaje de sus series es su ciudad, «una Nápoles que en los años 30 vive su último momento de ingenuidad, que perderá con la guerra». De Giovanni, no obstante, se confiesa «curioso» pero no «nostálgico» de esa ciudad en la que la gente «luchaba por su supervivencia».

SIN CAMORRA / En sus obras, el crimen organizado apenas aparece. «Siempre ha existido como un orden constituido alternativo al del Estado ausente, que se manifiesta en los barrios pero desaparece en cuanto aparece la autoridad. Pero la industria del crimen, como la actual, nace con el mercado negro posterior a la guerra», se justifica.

Aunque ayer participó en una mesa redonda sobre la herencia de Camilleri en la novela negra italiana actual, una advertencia a sus lectores: De Giovanni, más moroso, se siente más próximo a autores como el marsellés Jean-Claude Izzo o el italoamericano Ed McBain. «Me gustaría escribir como él. Sobre todo explicar el sentido de una ciudad, de su clima y de sus sombras». Empleado de banca, ha decidido no dejar su trabajo: «Así no dependo de los condicionamientos editoriales y además conozco a mucha gente, con historias que son el combustible de mis novelas».

Las novelas de De Giovanni (de momento, El invierno del comisario Ricciardi y La primavera del comisario Ricciardi) han sido traducidas a un castellano convencional en Lumen, pero en su versión en catalán para La Campana brilla la adaptación de Anna Casassas del lenguaje popular de los personajes napolitanos. «Creo que el catalán, por una cuestión de proximidad, es la única lengua a la que se puede trasladar la cadencia napolitana», reconoce de Giovanni.

La máquina del tiempo del escritor, para satisfacción de su incipiente club de seguidores, seguirá trabajando. Además de una primera tetralogía situada en las cuatro estaciones de 1931, trabaja en una segunda, apuntalada en cuatro fiestas del calendario local: Navidad, Pascua, el festival de Piedigrotta y la festividad de San Gennaro. «Ya sabe -dice-, en la que se licua la sangre del santo. Me gusta la idea, la sangre está en el principio y en el final».