Los otros protagonistas

El alemán que dijo 'no'

Ben Pastor, escritora italiana afincada en Estados Unidos, este jueves, antes de la charla que dio en BCNegra.

Ben Pastor, escritora italiana afincada en Estados Unidos, este jueves, antes de la charla que dio en BCNegra.

ANNA ABELLA / Barcelona

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El «ojo del huracán» de Cielo de plomo (Alianza) es el bosque de Krasny Yar, en la Ucrania ocupada por los nazis de 1943. Un inquietante lugar de infausto recuerdo, bañado con sangre, antiguas violaciones y recientes desapariciones y crímenes y donde las brújulas no funcionan. Ben Pastor quiso trasladar a la ficción las sensaciones que sintió cuando visitó el gueto judío de Cracovia meses antes de que Spielberg rodase La lista de Schindler. «Era una cápsula del tiempo, estaba intacto, como en 1941. Me evocó la presencia de espíritus, el peso de la ausencia de los vivos, un lugar con fantasmas. Cuerpo ausente y alma presente».

Ben Pastor -seudónimo de María Verbena Volpi, italiana afincada en Estados Unidos- es toda una maestra en diseccionar mentes, especialmente la masculina de Martin Bora: aristócrata y militar alemán durante la segunda guerra mundial, íntegro, honesto, apuesto,  jinete olímpico, culto y encima toca el piano como los ángeles. Protagonista de su serie negra -Lumen y Kaputt Mundi...-,

se lo inspiró el coronel Claus von Stauffenberg, que atentó contra Hitler el 20 de julio de 1944. «Yo nací en 1950 y jugábamos buscando armas entre los escombros de la guerra. Sabíamos que los alemanes eran los malos. Hasta que con 15 años leí su biografía y pensé '¡hay alemanes buenos!'», recuerda. Y así construyó a un oficial de la Wehrmacht, con «valores, coraje, honor, luchador por la libertad y buen soldado», por el que rezuma orgullo. «Una lectora nacida en 1943, de madre italiana, me dijo que siempre se sintió avergonzada porque su padre fue un soldado alemán, pero que al leer a Martin Bora alcanzó la paz, porque se imaginó que su padre fue como él».

En Cielo de plomo, Bora, a quien la autora vería «genial» encarnado en el cine por Michael Fassbender, ha sobrevivido al sitio de Stalingrado «conservando la cordura pero sin salir indemne» y, asumiendo sus ocultas cicatrices, afronta la muerte de dos altos oficiales rusos, un desertor y un prisionero. Capaz de arriesgarse para salvar a campesinos y denunciar crímenes de guerra en las filas alemanas, se enfrenta a sus propios dilemas morales, dividido entre lo que cree que debe hacer y los horrores que ve a su alrededor. «Sabe que se están abocando al desastre pero le gana el corazón. Mucha gente no estaba de acuerdo con aquellas malas políticas que tanto sufrimiento causaron pero se veía implicada en ellas, como mi padre, un cirujano militar que estuvo en el ejército fascista sin ser fascista. En ese contexto unos cometieron crímenes y otros, como mi padre, Bora o Schindler, intentaron subsanar injusticias y salvar vidas sin perder la suya».

PECADO DE OMISIÓN / Bora, añade, «es un soldado, pero sabe decir no. Olvidamos que el Ejército alemán permitía acogerse a la objeción de conciencia si no se estaba de acuerdo con una orden. Ese fue el verdadero crimen, que tantos no dijeran no, lo que la gente no rechazó hacer. No sé si yo habría tenido el coraje de decir no. Los alemanes aún lidian hoy con ese pecado de omisión y el remordimiento por los crímenes nazis».

Para Ben Pastor, que siente debilidad por los uniformes y las armas, la novela negra es, admite, «un caballo de Troya» para retratar su documentadísimo fresco de la historia. «Debemos conocerla para aprender de los errores pasados y que no se repitan. Hay que evitar las guerras. Solo generan dolor». Dolor, que, afirma, no «entiende de bandos». Y cita a un colega israelí profesor universitario: «No entiendo cómo mi pueblo, que ha visto asesinar a nuestros abuelos tras los muros del gueto de Varsovia, es capaz de construir otro muro para marginar a los palestinos».