La 'quinta de Cobi', al poder

El fútbol español también tuvo su gran fiesta en Barcelona-92. Los jóvenes jugadores de la selección olímpica no sólo conquistaron la medalla de oro, sino que han abierto con su éxito una gran esperanza sobre el futuro del equipo absoluto. La generación que se coronó en el Camp Nou, a la que empiezan a llamar la quinta de Cobi, parece garantizar la renovación que necesitan los mayores, lastrados por sus últimos fracasos y por la pésima imagen de las recientes competiciones.

El presidente de la Federación, Ángel Villar, se lo dijo a todos como brindis en la cena de celebración posterior a la final: “Gracias por este triunfo, porque habéis hecho vibrar a miles de personas”. La actuación del equipo, además del brillo de las medallas, quedará para la posteridad, como los goles decisivos de Kiko, el genio de Ferrer --no se separó de una senyera durante la cena--, la madurez creativa de Guardiola o el liderazgo del indio --le gusta que le llamen así, como a los seguidores del Atlético-- Solozábal.

Ganaron la final por tenacidad porque cuando se fueron al descanso perdiendo por 0-1 “estábamos muertos de cansancio” según admitieron luego. Se sobrepusieron al buen juego de los polacos, al sofocón de la temperatura --”no hace calor, esto es psicológico”, cantaban luego, con una copa de cava en la mano-- y aprovecharon el empuje de un Camp Nou de paisaje inédito: 95.000 personas entregadas a la selección española, la mayor asistencia registrada en estos Juegos.

“Ha nacido un bebé y ahora hay que cuidarlo para que crezca”, dijo Rafael Cortés Elvira como síntesis de la victoria. La quinta de Cobi ha emergido súbitamente con una medalla de oro bajo el brazo, el mejor estímulo con el que podría haberse encontrado el deporte más popular del país.