La primera española de oro

Fue lucha contra sí misma. Miriam Blasco tuvo que superar en menos de dos meses el enorme trauma que le supuso la trágica muerte de Sergio Cardell, su entrenador y amigo. El hombre que le hizo ver sus auténticas posibilidades no iba a estar con ella. Todo el trabajo de cuatro años podía venirse abajo, pero la misma entereza que demuestra sobre el tatami le hizo seguir con más ilusión y rabia.

Tenía que hacerlo por Sergio, y por tantos y tantos anónimos practicantes de un deporte maltratado como el judo, el segundo en número de fichas en nuestro país. Miriam no estuvo sola. La propia esposa de Cardell, Mayfe, fue la primera en empujarla. También lo hicieron su preparador físico, José Antonio Arruza, a partir de entonces su nuevo entrenador; sus padres, Ángel y Carmen; sus ocho hermanos, y todo un club, el J. C. Ali cante. Ellos y las miles de personas que repitieron en el Palau después de haberla visto ganar el Mundial-91. También estuvo el Rey, que abrió así su racha de afortunadas comparecencias allí donde algún español se jugaba una medalla.