PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL 30 DE JULIO DE 1992

El precio físico

El deportista de alta competición somete su organismo a un sobreesfuerzo continuo que deja secuelas de mayor o menor gravedad, pero siempre irreversibles, cuando acaba el periodo activo

ÀNGELS GALLARDO / Barcelona

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El deportista de élite paga con una elevada cuota de bienestar físico la gloria de superar en la juventud una marca que parecía inalcanzable al ser humano. Cualquier actividad corporal que se inicia en la infancia y se realiza de forma habitual durante más de 25 horas a la semana deja secuelas irreversibles, de mayor o menor gravedad, en el cuerpo y la mente del deportista.

Un movimiento que se repite cientos de veces en un día y miles de veces en un mes hasta el punto de quedar incorporado a la gestualidad más profunda del atleta marca su esqueleto inevitablemente. Las lesiones degenerativas surgen en la zona corporal que el atleta fuerza con persistencia ¿que son las que intervienen en su especialidad¿ y, con el paso de los años, se expanden a los órganos contiguos.

Ese deterioro, unido a la degeneración física propia del envejecimiento humano, conduce al deportista de elite a un doloroso deambular por la vejez. Los expertos en medicina deportiva calculan que aproximadamente un 70% de los atletas de alta competición sufren en su edad madura intensos dolores óseos o musculares causados por los excesos deportivos que les exigió su especialidad. Las enfermedades producidas por el deporte son, en su mayoría, de carácter degenerativo, crónicas, limitantes y muy molestas.

El dolor o las incapacidades pueden aparecer mientras el deportista está en edad activa o aguardar a la madurez para mostrar su evidencia. Las lesiones repetitivas de tobillo, menisco o vértebras dorsales, en el caso de los baloncestistas, futbolistas o remeros, o la torsión permanente del dedo pulgar, en el caso de los esquiadores, son algunos ejemplos que advierten de futuras degeneraciones irrecuperables.

Las secuelas físicas de origen deportivo son consecuencia, en muchos casos, de una mala técnica de entrenamiento y competición. A ella se suman las invariables lesiones de por vida con que marca la práctica de algunas especialidades ¿el boxeo o la hípica, por ejemplo¿. La craneosis (aumento del grosor de la cobertura craneal) y el exagerado desarrollo maxilar son degeneraciones consustanciales a la práctica del boxeo, son la consecuencia de las constantes fracturas y callosidades óseas a que se ve sometida la cabeza del púgil. La bursitis isquiática (inflamación del hueso que asienta la pelvis) son malestares que identifican a quien ha sometido a su columna vertebral al rebote de un caballo veloz durante los mejores años de su juventud, es decir, a un jinete.

“Todos los deportistas acaban teniendo las lesiones que les corresponden”, afirma el doctor Ferran Cardenal, director médico de las piscinas Bernat Picornell y miembro de la Federación Española de Baloncesto femenino. “No siempre es cierto ¿añade¿ eso de que el deporte es salud. Lo es para quien mueve su cuerpo en horas de ocio, pero no para una persona que hace gimnasia siete horas al día. El deportista de élite sufre un desgaste impresionante que exige una gran precisión técnica. Un gesto erróneo repetido provoca casi siempre una lesión”,

La precocidad con que se inician algunas especialidades olímpicas implica una significativa alteración en su proceso de desarrollo físico. Las canteras de gimnastas, saltadores, nadadores, velocistas o baloncestistas llegan a las pistas de entrenamiento a los 5, 6 u 8 años de edad, y, si bien son sutilmente controlados, sus propios preparadores asumen que esos muchachos pagarán más tarde algunas cuotas físicas por aspirar al podio.

Las gimnastas femeninas, en activo de los 5 a los 18 años, sufren con frecuencia un apreciable retraso en la aparición de sus menstruciones a causa del bajo peso corporal que exige su especialidad.

Un repaso al organismo del deportista maduro explica cuál fue su especialida dde juventud. El nadador de élite culminará su carrera sufriendo una otitis más o menos pronunciada ¿por las repetidas infecciones de oído debidas al agua¿; el ciclista, siempre con la columna vertebral arqueada mientras está sobre el pedal, se despedirá del éxito cop una profunda artritis cervical y bursitis (inflamación) en el hueso que flanquea las nalgas. El futbolista profesional, la danzarina y el tenista, habituados a forzar su abertura de piernas, dejarán el deporte con artropatías en la pelvis, el pubis y los huesos que asientan el cuerpo.

Los remeros sufrirán, en su mayoría, fuertes dolores de columna vertebral, por la tensa y pesada postura de espalda con que hacen avanzar sus naves. Judo y halterofilia provocarán degenaraciones en la columna lumbar de sus practicantes, a consecuencia de la descarga corporal que debe asumir la base del tórax en el periodo activo. Futbolistas, tenistas y karatekas pasarán por el quirófano en más de una ocasión para recomponer sus codos, inflamados de forma repetitiva. Ciclistas, gimnastas y balonmanistas sufrirán constantes inflamaciones en los tendones de la rodilla; y futbolistas, baloncestistas y esquiadores se verán obligados en más de una ocasión a operarse del menisco, siempre sumido en luxaciones.

Aproximadamente un 25% de los deportistas de alta competición han pasado por el quirófano al concluir su periodio de actividad deportiva. Las lesiones que en principio parecen más agresivas -roturas de ligamentos o luxaciones de los tenodones del tobillo en el caso de los baloncestistas, o degeneración de cadera en los atletas -son las que, con el tiempo provocan menor desgaste físico, según explica el doctor Ferran Cardenal. Son las que pueden ser sometidas a cirugía.

Las degeneracione óseas de los atletas que estan en periodo de crecimiento suelen ser graves e irreversibles. De ellas destaca la enfermedad de Shuermann, que afecta a algunos yudocas y gimnastas causando un reblandecimiento de las estructuras que sostienen la columna vertebral. Esos muchachos acaban su carrera deportiva con una apreciable curvatura de espalda.

La enfermedad de Osgood¿Shlatter puede afectar a quienes se incorporan al fútbol, atletismo o baloncesto a los 12 o 13 años. Se trata de un proceso degenerativo de los huesos de la pierna que aparece exclusivamente en deportistas adolescentes.

El deporte de masas, el que se practica siguiendo modas sin respetar los necesarios entrenamientos, es, según los especialistas en medicina deportiva, el que genera mayor riesgo de lesiones. En él apenas se respetan las normas de higiene deportiva y es muy fácil sufrir accidentes tontos pero muy incapacitantes.

Algunas de las lesiones que sufre el deportista ocasional -traumatismos agudos, fracturas o luXaciones¿ son comunes a los accidentes fortuitos de los deportistas de alta corrpetición. Estos, no obstante, sufren además sus enfermedades exclusivas, las que reciben apelativos propios: el pulgar del esquiador -esguince permanente del dedo pulgar debido a las caídas-; el codo del tenista o epicondilitis - inflamación repetida de los tendones que sostienen al codo; o el hombro del lanzador - lesión degenerativa que sufren lanzadores y nadadores por la constante movilización de los hombros. Estas dolencias exigen la atención de un especialista.