El diario olímpico de Carl Lewis

El momento más emotivo que he vivido en una ceremonia

CARL LEWIS / Barcelona

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Fue un show increíble. La noche era cálida, muy agradable, perfecta para una ocasión tan memorable. Vi el espectáculo rodeado de atletas, de colegas de mi equipo y de otros deportistas, muy cerca de la pista, sintiendo todo el calor y la emoción del instante. El espectáculo entero fue fastuoso, pero, por encima de todo, me sentí fascinado por la música. En el Estadio reinaba un espíritu de fiesta y fraternidad --incluso los guardias de seguridad estaban contentos y se mostraban amables con la gente-- que me hizo sentir de nuevo, en mis terceros Juegos Olímpicos, la emoción de inaugurar esta competición.

No puedo comparar la ceremonia de ayer con la de Los Ángeles, por supuesto, porque ése era mi país. Pero el espectáculo de anoche en el Estadio Olímpico fue, sin duda, mucho, mucho mejor que el de los últimos Juegos celebrados en Seúl en 1988. La entrada de la antorcha en un Estadio oscuro y el último relevo fueron momentos mágicos y muy emotivos.

Sin embargo, el momento en que el arquero lanzó la flecha que encendió la llama sobre el pebetero fue el más emocionante que he vivido jamás en una ceremonia olímpica.