El diario olímpico de Carl Lewis. FALTA UN DÍA

Los 'trials' son inviolables

Carl Lewis critica la polémica abierta en el equipo estadounidense de atletismo con la prueba del 4x400 y denuncia las maniobras del seleccionador Mel Rosen para incluir en el relevo a Michael Johnson, que no participó en esta prueba durante los 'trials' en Nueva Orleans.

CARL LEWIS / Barcelona

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Ver cómo los atletas jóvenes cumplen sus sueños es sin duda el placer más grande de los Juegos Olímpicos. No me refiero a las grandes estrellas. Hablo de las personas que luchan por formar parte del equipo y luego saborean cada uno de los momentos de los Juegos.

Me refiero a atletas como Andrew Valmon y Chip Jenkins. Es cierto que son poco conocidos entre los aficionados al deporte, pero los dos superaron los últimos trials olímpicos (pruebas de selección) de EEUU y se han colocado en una posición que puede permitirles alcanzar algo muy especial. Tras sobrevivir a una de las pruebas más duras de los trials, la carrera de 400 metros, se hicieron merecedores de la emoción y esperanza que los embarga.

Valmon adelantó al recordman mundial Harry Butch Reynolds en los últimos cinco metros y se colocó en cuarto lugar, adjudicándose un puesto en el equipo del relevo de 4x400 metros. Valmon ya fue miembro del equipo de EEUU en 1988, pero ahora, con el predominio de los estadounidenses en los relevos, ésta podría ser su primera oportunidad de correr en una final olímpica.

Jenkins corrió bien durante varios días de preliminares en los trials y acabó en séptimo lugar. En condiciones normales, no hubiera conseguido participar como reserva para el 4x400, pero con la ausencia de Reynolds debido a una suspensión por doping, Jenkins se ha clasificado para sus primeros Juegos como sexto miembro del equipo de relevos; es decir, como reserva. Fue un gran logro para un atleta que se ha pasado años persiguiendo la idea de ser olímpico, como su padre.

Robar la oportunidad

Pero ahora Mel Rosen, el seleccionador estadounidense de atletismo, ha hablado de un cambio en el equipo que robaría a Valmon y Jenkins su oportunidad. Rosen quiere sustituir a Valmon por un atleta que ni siquiera compitió en los 400 durante los trials, lo que supondría la eliminación del puesto que ocupa Jenkins. En un momento en que Rosen tendría que brindar confianza, no hace más que generar turbulencia, y parece que el problema se debe a un conflicto de intereses.

Rosen figura en la nómina de la firma Nike y hace años que presta sus servicios como asesor de la empresa deportiva. Michael Johnson, uno de los atletas des Tacados patrocinados por Nike, decidió no correr los 400 metros durante los trials, pero quiere estar en el equipo de relevos. Rosen ha dicho personalmente a varios atletas y otras personas de la casa que Johnson cumplirá su deseo.

He estado en Italia, participando en mi última competición antes de los Juegos de Barcelona. Personalmente, no participo en el 4x400, y lo cierto es que me gustaría mantenerme alejado del asunto, pero pienso que es importante que la gente sepa lo que está sucediendo entre bastidores.

Lo que pretende hacer Rosen es totalmente injusto para los que corrieron los 400 metros y también para cualquier otro atleta que quisiera competir en pruebas futuras. Los atletas deberían ganarse su clasificación para las pruebas en las que quieren competir. La normativa escrita del equipo estadounidense concede al equipo de entrenadores la última palabra en la selección de los equipos de relevos, pero la tradición y la justicia dictan que deberían correr los cuatro primeros de los trials.

No está grabado en piedra. Se puede sustituir a un atleta lesionado por un reserva. Y el proceso se complica aún más por el hecho de que los miembros de un equipo de relevos pueden cambiarse en tres carreras y antes de las finales. Esto podría resultar en un equipo ganador con seis miembros.

Pero el orden de llegada en los trials siempre debería tener todo el peso posible. Rosen ha entrenado a otras selecciones nacionales, incluida la de los Juegos de 1984, y participó con los cuatro primeros. Poco después de que lo designaran entrenador del equipo de 1992, dijo que de nuevo seleccionaría a los cuatro primeros. Ahora no tendría sentido un enfrentamiento. Pero el equipo se anega en un mar de polémicas.

Sin presiones

Rosen dice que quiere que Johnson corra porque es uno de los mejores hombres del mundo en el 400. Steve Miller, el hombre de Nike encargado del atletismo, dice que la empresa no ha presionado a Rosen. Pero la relación entre Rosen y Nike ha provocado que quienes están presentes en el circuito del atletismo empiecen a cuestionarse muchas cosas.

Aunque Nike no haya presionado directamente a Rosen --es difícil saberlo con seguridad--, ¿no es posible que se sienta influido por su lealtad a la empresa? ¿Está bien que un entrenador olímpico tenga un contrato con un patrocinador importante de algunos atletas, pero no de otros, mientras selecciona entre ellos?

¿Y la decisión de Johnson de no correr los 400 en los trials? Presionó durante meses para cambiar el horario y poder competir tanto en el 200 como en el 400, en los trials y en los Juegos. Luego, se retiró de la prueba de los 400. ¿Qué sabía Johnson de sus posibilidades de correr el relevo antes de tomar esa decisión?

No hay duda de que Johnson es un atleta genial. Participa en Barcelona como favorito para ganar una medalla de oro en los 200 metros, y ocupa el primer lugar en la clasificación mundial de los 400 metros. Pero decididamente no se merece ningún tratamiento especial. Nadie se lo merece.

Lo que Johnson desea es lo mismo que si yo fuera a los trials, sólo compitiera en longitud y luego tuviera previsto clasificarme para el equipo del 4x400, o para las pruebas individuales de los 100 o 200 lisos. Yo he ganado los Juegos en estas competiciones y he batido varios récords en cada una, así que, según la forma de pensar de Johnson, ¿por qué no?

La respuesta es sencilla. Las cosas no deberían ser así.

Con o sin Johnson, este equipo de 4x400 tendría que ser el mejor de la historia. En los trials, Danny Everett, uno de mis compañeros de equipo en el Santa Mónica Track Club y medallista de bronce en los Juegos de 1988, corrió los 400 metros más rápidos de EEUU y batió el segundo tiempo más rápido de toda la historia (43.81 segundos). Le siguieron Steve Lewis, el campeón olímpico de 1988, que también corre para el Santa Mónica; Quincy Watts de USC, el campeón nacional universitario; y Valmon, ganador de la medalla de oro en el equipo de relevos de 1988, pero que en Seúl corrió sólo las eliminatorias, no en la final.

En los trials, el día después de la final de los 400, Lewis se encontraba en un hotel de Nueva Orleans firmando los documentos que lo convertían en miembro del equipo olímpico, cuando se le acercó Rosen para hablarle de los relevos. Le dijo a Lewis que correría en todas las preliminares y en la final, y que Johnson sustituiría a Valmon antes de la final.

Derecho a correr

Lewis se molestó al oír que Rosen quería que Johnson corriera después de haber ignorado los 400 en los trials. Valmon se ha ganado el derecho a correr. Y aunque Johnson compitiera en relevo, ¿por qué habría de correr las preliminares Lewis, el campeón olímpico y segundo clasificado, mientras Johnson, que no se había clasificado, descansaba para la final? En ese momento, Lewis no tenía ganas de enzarzarse en una larga discusión con Rosen y decidió aplazar el tema.

Otros atletas, además de sus entrenadores y agentes, empezaron a enterarse de lo que Rosen había dicho, y nadie excepto Johnson y Nike se alegraban de ello.

Los otros corredores han abordado a Everett y a Lewis uno por uno para ver cómo iban a manejar la situación. Valmon y Jenkins son los más afectados, eso está claro. Sus puestos se ven directamente amenazados. Pero Everett, Lewis y Watts también están muy molestos por la situación y se han comprometido a hacer lo que puedan para apoyar a Valmon y Jenkins.

No quieren enfrentarse por intereses individuales. Quieren luchar por mantener la integridad del proceso de selección.

Se ha hablado de un posible acto de protesta, y aunque no se sabe exactamente cómo se llevaría a cabo, es evidente que el resultado podría ser nefasto: la pérdida de una medalla de oro tan esperada. ¡Qué lástima!

Tan cerca de los Juegos de Barcelona, los atletas no tendrían que verse obligados a lidiar con una situación como ésta. No deberían perder el tiempo debatiendo el tema de Rosen y NiRe y buscando la mejor forma de protestar. Tendrían que estar tranquilos, concentrados en la competición más grande de sus vidas.