Emerger del agua como un héroe

Durante años, Martín López Zubero ha pasado siete horas diarias en la piscina de la de la Universidad de Florida en Gainesville, ciudad norteamericana donde reside. Siete horas diarias sumergido en el agua, con un sólo objetivo: ganar la medalla de oro en los Juegos de Barcelona.

Antes de su gran día, los medios informativos norteamericanos, ansiosos de apropiarse cualquier éxito que huela a estadounidense, intentaron sacar de su boca las palabras de que, en realidad, se sentía más americano que español. López Zubero respondió en todo momento con contundencia. A pesar de haber nacido en Florida dijo que se sentía español, que en casa vivía como un español y que estaba orgulloso de nadar ante su propio público.

Ese público, unos 10.000 espectadores en las gradas de las piscinas Picornell, presenciaron el 28 de julio una remontada espectacular. Cuando Martín todavía no nadaba en cabeza y faltaban sólo 50 metros para los 200, algunos temían que la presión pudiera con el nadador. Pero la presión jamás ha podido con López Zubero desde que está en la cima absoluta de su disciplina.

El plusmarquista mundial quedó dos segundos por encima de su récord, pero eso no importaba en la prueba más importante de su vida. Sólo quería ganar, y lo hizo. Como lo hace siempre. Arrancando lento, demasiado lento quizás (“hice la peor salida de mi vida”, confesó el día después), pero como un autentico diesel fue imparable en la segunda mitad de la exigente carrera. Intentó repetir el éxito en los 100 espaldas y 200 estilos, pero el fuego sagrado estaba prácticamente apagado. Martín López Zubero estaba cansado de tanto entrenamiento, pero sobre todo de esa enorme presión, esa increíble mentalización con la que había llegado a Barcelona. Ahora le queda esa medalla de oro y el lógico vacío después de vivir un año intensamente. López Zubero ya ha ganado todo. “Pero buscaré nuevas metas”, anunció ayer el mejor nadador español de la historia.