"Barcelona me invita a marcharme"
Xènia se independizó hace 10 años y ha vivido en cinco pisos
Gemma Varela
Periodista
GEMMA VARELA / BARCELONA
Si vivir en Barcelona es un lujo, vivir solo en Barcelona es una misión casi imposible. Bien lo sabe Xènia Elias, una joven de 32 años que asegura que la ciudad le está diciendo "adiós", le está "invitando" a marcharse.
Xènia se independizó hace 10 años y ha vivido en cinco pisos: en pareja, compartiendo y ahora, sola. Paga 480 euros por un piso que no llega a los 35 metros cuadrados, cerca de la plaza Espanya. Es un ático sin ascensor de una finca antigua, clásica o regia (como venden los anuncios inmobiliarios). "El calentador se estropea dos veces al año. En invierno hace mucho frío y en verano es un horno. Pero es mi casa, mi hogar, y no quería marcharme".
Ahora, su piso está lleno de cajas para una mudanza que todavía no tiene destino final. El 27 de junio se le acaba el contrato, busca piso desde noviembre y sigue sin encontrar nada. Además, está sola en el edificio desde enero. "Vendieron la finca y los nuevos propietarios dejaron de renovar los alquileres. Quieren hacer reformas, supongo que para alquilarlo a turistas". Los primeros en irse fueron los dueños de una joyería que ocupaba el local de la planta baja. "El drama del alquiler, también afecta al pequeño comercio. Se lo están cargando", asegura indignada Xènia.
Ella sigue buscando incesablemente. Dice que no tiene manías, no descarta ningún barrio e incluye Badalona y Hospitalet. Por 425 euros ha encontrado un piso de 12 metros cuadrados. "Es un pasillo sin cocina. Se puede poner un microondas", pone en el anuncio. "En el Gòtic hay pisos de 23 metros por 600 euros. En Nou Barris, los de 700 son suficientemente amplios. ¿Dónde están los pisos de 500 euros?", se pregunta. Compartir es la otra opción para (sobre)vivir en Barcelona y tampoco es la panacea. "Se alquilan habitaciones, que no son una maravilla, por 450 euros. Lo que antes costaba el piso entero".
En su entorno, la situación se repite. "Mis amigos solteros están igual. Vivir en pareja es más sencillo: se pueden compartir gastos sin renunciar a la privacidad". Xènia bromea diciendo que tendrá que renunciar a ser soltera: "Tendré que abrir un perfil en Tinder para poder pagar el alquiler".
Y lo que le preocupa es que el precio de la vivienda ha subido como la espuma, pero "¿qué pasa con los sueldos?". Una crisis y una generación más tarde, la nueva burbuja ya está aquí.
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