EFECTOS COLATERALES DE UN ACTIVIDAD ECONÓMICA CLAVE

Viviendo con el turista

Poble Sec - Turime

Poble Sec - Turime / periodico

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Hubo un tiempo en que la Rambla del Poblenou tenía el encanto de la de las Flors, pero con espacio suficiente como para pasear sin tener que abrirse paso a codazos entre bañistas. Un tiempo en el que la Vila de Gràcia se asemejaba a eso, a una ‘vila’, y en el que el Poble Sec era un barrio popular al que solo llegaban los turistas entregados con ganas de descubrir la ‘otra’ Barcelona. El Poblenou, Gràcia y el Poble Sec, no son aún la Barceloneta o el Gòtic, pero han visto las barbas del vecino cortar y algunos no se resignan a poner las suyas, cada vez más humedecidas, en remojo. Hablamos con vecinos de tres de los barrios ‘de moda’ en la ciudad. Todavía barrios, pese a todo.

José Francisco Molina vive en el Paral·lel, a dos pasos del parque de las Tres Xemeneies, donde pasea a su perrita a diario. Los turistas que arrastran maletas por la avenida no le molestan, dice. Tampoco los que estos días taponan la entrada del metro a todas horas. A veces van despistados y se paran de golpe en medio de la calle, pero nada grave. Están en la calle, que al fin y al cabo es de todos, no pasa nada. Al oírle hablar, es evidente que Molina no es en absoluto sospecho de padecer 'turismofobia'.

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El relato cambia cuando ese inocente turista se mete literalmente en casa. “En mi edificio hay ya siete pisos turísticos. Cada vez que se vacía uno lo convierten en turístico”, explica el hombre. Para él, que vive en un décimo, el principal problema es el ascensor. “Es pequeño y tiene un cartelito en el que pone claramente que solo pueden subir tres personas, pero suben siete y hasta ocho, y se estropea cada dos por tres, claro”, lamenta el hombre tranquilo.

Después están los sustos, prosigue. Como cuando sus cambiantes vecinos de rellano -“vivo en el décimo”, recuerda- se sientan a tomar el fresco en el alféizar de la ventana. “Están de vacaciones y a veces beben, normal, y sufres al ver como se asoman a la ventana sin miedo. Cualquier día...”, cuenta.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"La Rambla","text":"\u00a0del Poblenou cada d\u00eda se asemeja m\u00e1s a la de las flors: suvenires, sangr\u00edas,\u00a0paellas y turistas sin camiseta y en ba\u00f1ador"}}

“Hay pisos con tres habitaciones en los que entran hasta 15 personas. Dormirán en el suelo, supongo, porque es imposible que haya tantas camas”, añade el hombre antes de contar la guinda de su particular historia. Lo que más molesta a Molina es que el dueño del hostal de la finca de al lado, cuando lo tiene lleno, manda a sus huéspedes a la suya si sabe que hay algún piso vacío. "Sea el día que sea y sobre todo, sea la hora que sea. Abierto 24 horas”, narra con resignación.

De esa deriva alertan desde hace varios años los vecinos organizados en la plataforma creada contra la reforma del Paral·lel impulsada por Xavier Trias.

VENTANAS CERRADAS EN AGOSTO

Cuando Stefania y Chien decidieron instalarse en el corazón de la Rambla del Poblenou, hace un par de años, no tenían en la cabeza formar una familia, y, cuando no se tienen hijos, todo se ve distinto. Pero hace dos meses nació Viola, su pequeña, coincidiendo con los calores del verano, y se dieron cuenta de que abrir las ventanas -con el imprescindible doble cristal- en estas calurosas noches de verano era un lujo que ya no podían permitirse. Tienen una terraza justo debajo de su piso y la niña, como (casi) todos los niños, tiene un sueño frágil. "Entre semana las terrazas recogen a las once, pero nunca son las once. Y después están los que no están en las terrazas, sino en los bancos, y el ruido arrastrando mesas y sillas al desmontar la terraza", explica Chien con la pequeña Viola en brazos.

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Lo de llamar a la Urbana para quejarse por el ruido o el incivismo también hay que pensárselo dos veces, explica el matrimonio. "Llamas a las once de la noche porque hay una despedida de soltero cantando serenatas a los pies de tu cama. Te piden tus datos y los das. Al cabo de media hora, por fin, los de la fiesta se cansan y se van. Aunque te cuesta porque te has desvelado, consigues dormirte. Pillas el sueño y… ding dong. La Urbana, que ahora llega y pregunta que qué tal. Y te despierta. Y,lo que es peor, te despierta a la niña", ejemplifica Grassi con humor.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Stefania Grassi","position":"VECINA DE LA RAMBLA DEL POBLENOU","text":"El 'boom' tur\u00edstico tambi\u00e9n ha hecho que subieran mucho los alquileres. Cambiarnos de piso tampoco ser\u00eda f\u00e1cil"}}

Pese a que ninguno de los dos es nacido en la Rambla del Poblenou -ella es italiana; él, de Taiwan- mudarse no entra en sus planes. "Nos gusta mucho el barrio, pese a que una mañana de domingo de verano cueste a horrores avanzar con el cochecito por la Rambla", explica Chien. El eterno debate sobre el uso del espacio público. La convivencia entre terrazas, numerosos grupos de ciclistas en bicicleta bajando a la playa y paseantes. 

"Además, el 'boom' turístico ha hecho que subieran mucho los alquileres, tampoco sería fácil encontrar otra cosa así como así", cuentan. Su piso es propiedad de un compañero de trabajo de Chien, por lo que les hace un buen precio. "Los vecinos se están organizando para evitar que esto acabe como la Barceloneta. Y es que la el barrio marinero tampoco se convirtió en lo que es de la noche a la mañana. Todo lleva su procesa y es es evidente que aquí las señales de alerta son muchas y claras", cuenta Chien, quien no forma parte de la plataforma vecinal Ens Plantem, pero simpatiza plenamente con su lucha.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"\"La Gu\u00e0rdia\u00a0Urbana","text":"\"La Gu\u00e0rdia\u00a0Urbana\u00a0llega tarde a las llamadas\u00a0y encima, cuando ya no hace falta, llega, te toca al timbre y\u00a0te despierta\", lamentan"}}

Chien enumera esas 'señales' que acercan cada día un poco más la Rambla del Poblenou al paseo de la Barceloneta. "Los súpers abiertos 24 horas, una tienda de suvenires con sus camisetas del Barça y sus toallas de playa en la puerta, pizarras con anuncios de paella precocinada y sangría, vehículos para turistas...", relatan. 

Desde la plataforma vecinal Ens Plantem señalan que en el barrio existen 32 hoteles con 12.000 camas y que se espera la construcción de ocho nuevos hoteles y tienen contabilizados más de 700 pisos turísticos. Alertan, como en el Poble Sec, del peligro de gentrificación que eso supone. La semana pasada organizaron una cacerolada para mostrar su rechazo a esa deriva, y en varios balcones del barrio cuelgan banderas de "vecinos en peligro de extinción", similares a las que llevan años ondeando en la Barceloneta.    

UNA FIESTA PARA QUEDARSE EN CASA

Las historias que explican en la Vila de Gràcia recuerdan -y mucho- a las que explican en el Poble Sec y el Poblenou. Y seguramente son las mismas o muy similares a las que contaban en la Barceloneta hace una década. Sorprenderse, en la Barceloneta ya no se sorprenden, aunque siguen protestando, pese a que de forma menos intensa que en veranos anteriores.

"Lo peor son los ruidos por las noches entre el jueves y el domingo. El incivismo de la gente, que hablen bajo tu ventana a las tres de la mañana como si fueran las doce del mediodía", asegura sin dudar Jordi Vilasaló, vecino de Gràcia desde hace 31 años, mientras arrastra su carro de la compra por el viejo mercado de la Abaceria, cuya reforma acaba de ser anunciada

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Montse Dom\u00e8nech","position":"vecina de gr\u00e0cia","text":"La Festa Major ya no es lo que era. Yo hace a\u00f1os que no bajo. Veo solo la calle de Puigmart\u00ed, porque est\u00e1 aqu\u00ed al lado"}}Montse Domènech, también usuaria del mercado, pone el punto nostálgico. Hace 60 años que vive en la Travessera de Gràcia. "Antes bajabas con la silla a la calle para la Festa Major. Ahora, en cambio, para la Festa Major, ni bajo. Voy a ver solo los adornos de la calle de Puigmartí, porque está aquí al lado, pero me quedo en casa todas las fiestas. Esto todo lleno de gente, no se puede ni salir", concluye. 

Como en el Poblenou, varias asociaciones de vecinos y entidades de la Vila se han organizado para "contra la especulación y la elitización" del barrio. También se manifestaron hace unos días, y preparan nuevas acciones coordinadas para septiembre.