ESTUDIO DE LA UAB

Calles vivas en los barrios, calles muertas en la nueva Barcelona

Vida en la Rambla del Poblenou, este martes.

Vida en la Rambla del Poblenou, este martes. / ELISENDA ROCA

Carlos Márquez Daniel

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Todos los debates sobre el diseño de las ciudades terminan por citar a Jane Jacobs (1916-2006). Madre, activista, periodista y urbanista, esta estadounidense logró parar proyectos urbanísticos en Nueva York y Toronto que, en resumen, primaban el automóvil por encima de las personas. Sus ideas han trascendido al personaje e inspirado a los hacedores contemporáneos de grandes concentraciones urbanas. El último ejemplo es reciente y muy cercano: la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB), basándose en los principios de Jacobs, acaba de publicar un estudio sobre la vitalidad en la capital catalana, sobre el nivel de vida en la calle. Arroja novedades, como que hay latido más allá de las zonas previsibles, y expone lo sabido, como que la línea de costa no fluye como debería o que las grandes obras y los edificios monumentales tienden a guillotinar el vigor ciudadano

Jacobs era Batman en una época en la que Robert Moses era el Jocker. O al revés, según convenga a cada cual. El caso es que esta mujer combativa lideró una protesta contra su archienemigo, un defensor público del urbanismo expansivo al que tanto se acusa de haber destrozado Nueva York como de haber ayudado a esculpir Manhattan. "Una ciudad sin tráfico es una ciudad fantasma", solía decir. A principios de los 60 se enfrentaron a favor y en contra de una autopista que cruzara la Gran Manzana. Ganaron los vecinos. "Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo", defendía Jacobs. Consideraba la calle "el órgano vital de cualquier ciudad" y sostenía que una avenida llena de gente es "más segura".

Las seis condiciones

En un ejemplo local para entender qué es lo que quería decir Jacobs, que la Ronda del Mig, desde Cerdà hasta Can Baró, haya dejado de ser una vía rápida dentro de Barcelona y haya permitido cierta actividad en su perímetro, es un éxito de su pensamiento. Pero faltaba radiografiarlo todo. Y eso es precisamente lo que han hecho los investigadores del departamento de Geografía de la UAB Xavier Delclòs y Carme Miralles. Han aplicado las seis variables que Jacobs estableció como condiciones para la diversidad urbana. La redactó en su libro 'Muerte y vida de las grandes ciudades' (1961), y van desde la densidad de población hasta la accesibilidad, pasando por la mezcla de edificios nuevos y antiguos, las oportunidades de contacto interpersonal, la diversidad de usos de los inmuebles o la distancia con los espacios frontera vacíos.

En conversación con este diario, Miralles señala que es la primera que se aplican los postulados de Jacobs en una ciudad. Explica que lo más importante del estudio es que marca "espacios o partes de barrios que nadie habría definido como diversos o vitales". Se refiere, sobre todo, a dos distritos y a dos zonas concretas: la Via Júlia de Nou Barris y las ramblas de Prim o del Poblenou de Sant Martí. "Esto nos demuestra que se puede favorecer la vitalidad urbana en nuevos desarrollos, si son diseñados apropiadamente". "Que Gràcia, Ciutat Vella o el Eixample son vitales era de esperar, pero que también lo sean estas zonas es una novedad", prosigue Miralles. Esto, definitivamente, rompe con la lógica centro-periferia.

El fracaso olímpico

El estudio también pone en evidencia que la zona marítima de la capital carece de actividad. No así la de Badalona, donde la mancha demuestra una vitalidad alta. "Que la Vila Olímpica tenga tan malos registros en un fracaso", asiente Miralles, que recuerda que una ciudad "vital y diversa necesita una densidad de viviendas concreta, y quizás en ese barrio se hizo con otras perspectivas". Lo mismo sucede con algunas de las grandes zonas en obras, como la Sagrera, donde se distingue fácilmente la cicatriz ferroviaria que todavía está por resolver, o el agujero de la futura plaza de las Glòries. También, tal y como narraba Jacobs, los grandes edificios destinados a un solo uso, como es el caso del Camp Nou, generan una suerte de páramo a su alrededor

¿Y qué aprendizajes deja este trabajo? Por lo pronto, el consistorio haría bien en echarle una ojeada para saber dónde hay que actuar y dónde hay que echar el freno -el turismo es otro factor a tener en cuenta-. También el sector privado podría sacar tajada: a mayor presencia humana, mayor posibilidad de que negocios concretos tengan éxito. 

Otro factor que demuestra el estudio es la pobre conexión entre municipios. Solo Barcelona y L'Hospitalet (Sants y Collblanc) y Santa Coloma y Badalona (barrios de Santa Rosa y La Salut) exhiben cierto vínculo vital. Pero ese, el de la gran ciudad metropolitana, es otro tema.