Vecinos del Casc Antic destapan una red de pisos turísticos ilegales y el gerente les planta cara

Los activistas desarbolan con un exhaustivo informe la leyenda de que los apartamentos de Airbnb son un salvavidas familiar ante la crisis

CARLES COLS / BARCELONA

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Nueva escaramuza tras las líneas enemigas de los vecinos de Ciutat Vella agrupados bajo el inequívoco lema NoEnsFaraFora. Como hace seis meses, han alquilado un piso anunciado en Airbnb y, una vez dentro, han solicitado la presencia de la Guardia Urbana y de los inspectores municipales para demostrar que se trata de un apartamento turístico sin licencia. Pero el propósito esta vez de la Asamblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS) no era subrayar lo obvio, lo que todo el mundo sabe, que Barcelona es un gran queso gruyer de pisos turísticos ilegales, sino ir más allá, demostrar que este negocio no es, como se afirma desde el lobi turístico, un método de subsistencia de familias que no llegan a fin de mes, sino una industria  perfectamente estructurada. El propósito era sacar a la luz el nombre de Mark Serra, que, según los denunciantes, gestiona 12 pisos turísticos sin licencia alrededor de la Via Laietana. Ninguno es suyo. La escaramuza ha terminado en bronca.

A las 11 de la mañana, cuatro vecinos, con las llaves de un piso del número 22 de la calle de la Princesa que alquilaron a Serra en persona el 28 de marzo, se han asomado al balcón, han colgado una pancarta de protesta entre los aplausos de varias decenas de otros vecinos y, cuando micrófono en mano se disponían a leer un largo manifiesto, ha aparecido el denunciado. Ha habido insultos y empujones. Serra, acompañado por dos personas, ha arrancado personalmente la pancarta. En el piso, no obstante, estaban ya los agentes de la Guardia Urbana y los inspectores municipales. Ha tratado, al parecer, de convencerles de que aquel es su piso y que reside en él. La documentación aportada por los vecinos lo desmiente. No solo eso. Han realizado un seguimiento tan minucioso del proceso de alquiler del piso que han descubierto, de paso, algunas tretas poco comunes de esta industria del gruyer turístico.

ADVERTENCIA A LOS CLIENTES

Por ejemplo. Primer descubrimiento. A los clientes de los pisos turísticos se les proporciona una hoja impresa en la que se les subraya que bajo ningún concepto abran la puerta o respondan preguntas del Ayuntamiento de Barcelona y del gremio de hoteles, porque las inspecciones que tratan de realizar “son ilegales”. La orden es que no abran la puerta y que ni siquiera muestren su documentación, porque la ley española lo impide.

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Segunda sorpresa. Según los denunciantes, Serra utiliza el número de licencia de apartamentos legales de otras direcciones postales de la ciudad en esos pisos que gestiona para terceros. Es, obvio, una práctica fraudulenta.

Ante los clientes, Serra se presenta bajo el perfil de “anfitrión”. Es el eufemismo almibarado sobre el que se ha construido en Barcelona la leyenda de que Airbnb ha sido un salvavidas para muchas familias durante la crisis. Que algo extraño ocurre bajo esa etiqueta ya se pudo comprobar cuando a finales del mandato de Xavier Trias se organizó una asamblea ciudadana para debatir el modelo turístico de la ciudad.

La mayoría de los vecinos afectados por molestias no pudieron entrar en la sala porque, de forma coordinada, una legión de jóvenes, con carteles calcados (“sóc anfitrió”) hicieron fila desde mucho antes, como si aquello fuera el concierto de una estrella del pop y coparon la mayor parte de los turnos de palabra contando historias lacrimógenas sobre cómo el turismo les permitía comer cada día.

INFORME EXHAUSTIVO

Aquella batalla la ganó el lobi. La del número 22 de la calle de la Princesa, los vecinos. En un primer momento, tras tener que abandonar el piso antes de lo previsto, han tenido una sensación agridulce, como de fracaso. Ha sido breve. Entonces, Daniel y Reme, dos de los activistas, han recreado la célebre anécdota del Gran Capitán, cuando le estalló el arsenal de pólvora en plena contienda y animó a sus tropas al grito de que no eran más que las luminarias de la victoria. Han leido el manifiesto entre vítores y aplausos. 

En cualquier caso, la acción de protesta de la calle Princesa no ha sido, en absoluto, una operación precipitada. Antes, los miembros de la Asamblea de Barris per un Turisme Sostenible han realizado una minuciosa y exhaustiva labor de investigación y documentación en la que, ya puestos, se descubren curiosas conexiones empresariales entre los apartamentos turísticos ilegales y, por ejemplo, la empresa que gestiona los Go Car, los microcoches de alquiler para turistas.

La guinda del caso (suele haberla) es que a los activistas que alquilaron el apartamento de Princesa, Mark Serra en persona les cobró la tasa turística. El denunciado, que en entrevistas pasadas como defensor del negocio de los pisos turísticos se vanaglorió de que se pueden ganar entre 2.000 y 3.000 euros al mes con un apartamentos con o sin licencia, no ha respondido todavía a la invitación cursada para que dé su versión de los hechos. Ha preferido limitarse a un comunicado a través de Facebook.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Serra achaca la protesta a sus ideas pol\u00edticas","text":"Lo curioso del contrataque de Serra es que no va dirigido a los vecinos de Ciutat Vella, los cuales se\u00f1alan a los pisos tur\u00edsticos como responsables de la p\u00e9rdida depoblaci\u00f3n del distrito y del alza de los precios del alquiler, sino, sobre todo, contra la CUP, lo cual merece una interpretaci\u00f3n. Serra es un hiperactivo militante independentista, excandidato del Partit Dem\u00f2crata Catal\u00e0 que lider\u00f3 Joan Laporta y actualmente militante del PDECat. Tanto es as\u00ed que en la foto de su perfil de Facebook aparece junto a Carles Puigdemont. Nunca rehuye el enfrentamiento en las redes. A veces es el que aviva el fuego sobre tal o cual discusi\u00f3n. Por eso, tras la denuncia vecinal, la disputa con sus detractores ha alcanzado cotas sin precedentes, hasta el punto, casi, de eclipsar el motivo de la acci\u00f3n de protesta, la turistificaci\u00f3n galopante de media ciudad."}}