UNA OBRA TAN ESPERADA COMO POLÉMICA

La invasión de la intimidad del cajón ajardinado de Sants llega al juez

RAMBLA DE BADAL

RAMBLA DE BADAL / periodico

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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El culebrón del cajón de Sants parece lejos de llegar a su fin. Fue polémico antes de su construcción (los vecinos querían soterrar las vías, no un mastodóntico armazón sobre las mismas), durante (por los retrasos encadenados por el rifirrafe político), y tras su urbanización, por las quejas de algunos residentes. Estos últimos, vecinos de fincas cuyos balcones quedan literalmente encima del flamante jardín, y donde no se sabe si sus ventanas son un mirador hacia los jardines o si es más bien al revés. Una evidente pérdida de intimidad que les puso en pie de guerra desde el día de su inauguración, a mediados de agosto. Cuando se cumplen más de dos meses de la inauguración y tras varias reuniones con el ayuntamiento para intentar llegar a un acuerdo, Ismael Lucas, uno de los afectados, ha perdido la confianza y la paciencia y ha decidido interponer una demanda por los daños que la obra le ha causadoYa tiene toda la documentación a punto y presentará la denuncia "como muy tarde el lunes próximo", cuando ultime los últimos flecos. Algunos de sus vecinos no descartan seguir sus pasos.

"He tenido que contratar a un arquitecto, a un abogado y a un aparejador para preparar toda la documentación para la demanda, lo que económicamente supone un gasto, pero estoy convencido", asegura Lucas. "Se da una situación tan esperpéntica que si yo salgo de la ducha me pueden llegar a denunciar por exhibicionismo. ¡En mi propia casa!", prosigue el hombre, indignado.  

Cristóbal Torregrosa vive en la misma finca que Lucas, en el 122 de la Rambla de Badal. "Vinieron aquí la concejala y los técnicos municipales, y mostraron buenas intenciones; pero ha pasado un mes desde entonces y no han hecho nada. Nosotros también nos planteamos recurrir a la vía judicial; parece la única manera de que te hagan caso", asegura Torregrosa, quien se muestra decepcionado con la lentitud de la administración. "Nos dijeron que había medidas urgentes que se podían implantar ya al no ser costosas, como apagar los focos de la pérgola para que no invite a sentarse allí o mover la papelera, pero no lo han hecho. Ni eso", lamenta este vecino, también cansado de esperar.

Fuentes municipales aseguran que, "tras abrir el diálogo con los afectados y haber recogido las distintas peticiones", están calculando el coste de todas las alternativas "para llegar a un punto de máximo consenso". "Ya les hemos informado de que se tome la decisión que se tome, los trabajos correrán a cargo del ayuntamiento", apunta una voz municipal, quien no da un calendario de actuación. 

CRÍTICAS POR FALTA DE MANTENIMIENTO

Desde la coordinadora vecinal que ha seguido durante todos estos años las largas obras aseguran que la valoración global es positiva. "Cuando hace buen tiempo, la rambla está llena. Los vecinos la han hecho suya", indica Jordi Clausell, miembro de la coordinadora, para quien el principal problema en el lugar sigue siendo la ejecución de la tercera fase de los trabajos, en el lado mar del cajón, donde habrá que decidir el futuro de Can Vies. 

Uno de los escollos a salvar para desencallar Can Vies -el actual equipo de gobierno se ha mostrado siempre a favor de mantener en pie el centro social- es la reticencia de la coordinadora a mover ni una pieza de lo pactado en el 2006, cuando se acordó su demolición. Eso fue lo que impidió modificar el polémico trazado del jardín frente a las fincas denunciantes, pese a que los afectados lo advirtieron antes de terminar las obras.     

Aún en la segunda fase y más allá de las fincas de la discordia, los vecinos presentan ya algunas quejas de los jardines. Algunos temores se están empezando a confirmar. El principal es la falta de mantenimiento. Uno de los ascensores, el que da a Mercat Nou, lleva semanas sin funcionar, lo que los vecinos afearon al distrito en la última audiencia pública. También critican que parques y jardines no están cuidando como sería necesario los distintos vergeles de la nueva Rambla. "No sirve de nada plantar tanto y tan bonito si después no se cuida", lamentan los vecinos.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Al otro lado del caj\u00f3n","text":"Todas las asociaciones de vecinos que conforman la\u00a0comisi\u00f3n de seguimiento\u00a0de las obras del caj\u00f3n coinciden en que el \"verdadero drama\" que persiste en la zona es el de los edificios del lado mar:\u00a0viviendas viejas y muy deterioradas en las que vivien\u00a0familias\u00a0en condiciones p\u00e9simas. Entre la\u00a0calle de Burgos\u00a0y la\u00a0Riera de Tena,\u00a0frente a la estaci\u00f3n de metro de\u00a0Mercat Nou, aguardan decenas de viviendas precarias, cuyos inquilinos viven con incertidumbre desde el a\u00f1o 2003, cuando la llegada del AVE\u00a0a Barcelona modific\u00f3 el PGM y declar\u00f3 sus casas\u00a0futura zona verde.\u00a0\"Hay un acuerdo por parte de todos paran que las familias afectadas sean realojadas\u00a0en\u00a0los\u00a0pisos sociales ya constru\u00eddos en\u00a0Can Batll\u00f3, solo falta que el ayuntamiento se decida a afrontar la ejecuci\u00f3n de esta fase\", asegura Jordi Clausell, miembro de la coordinadora vecinal de la zona. Iniciar esa tercera fase obligar\u00e1 tambi\u00e9n al ayuntamiento a decidir\u00a0el futuro de Can Vies."}}