La apuesta municipal

Test a la bici eléctrica

CENTRO DE MANDO. El uso de una bicicleta eléctrica requiere un mínimo pero imprescindible aprendizaje. En la foto, un detalle del manillar.

CENTRO DE MANDO. El uso de una bicicleta eléctrica requiere un mínimo pero imprescindible aprendizaje. En la foto, un detalle del manillar.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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El chico se fija en ella pero no se atreve. Vuelve a repasarla en el siguiente semáforo. Y entonces sí se arranca: «Oye, perdona, ¿esta bici ya la podemos coger?». Señala con el dedo el primer modelo eléctrico del Bicing, un prototipo que este diario ha tenido ocasión de probar durante una calurosa mañana de verano.

El joven asume que deberá esperar hasta diciembre porque se trata de un test, como los que se pueden leer en el suplemento Airbag. Explica que un amigo suyo se encarga de la campaña de publicidad, y que ambos están convencidos de que esto «será un éxitazo». Su modo de hablar y el de su interlocutor demuestran la diferencia principal entre la bicicleta normal y la que incorpora asistencia eléctrica. Uno habla con frescura; al otro, la respiración solo le permite pronunciar frases cortas.

EL PERIÓDICO tiene el privilegio de estrenar el Bicing eléctrico que Barcelona pondrá a disposición de los abonados a finales de año. Para alguien acostumbrado a moverse por la ciudad en una bicicleta plegable, esta máquina en la que han participado cinco empresas catalanas presenta un par de ventajas evidentes: las pendientes exigen el mismo esfuerzo que el terreno llano, pero ojo, el manejo del mecanismo requiere más atención de lo normal.

BSM, empresa municipal que gestiona la bici pública, tiene a bien entregarla en su sede de Gran Via de Carles III. En ese punto da comienzo una ruta de unos 20 kilómetros pensada para poner a prueba las prestaciones del modelo eléctrico. No resulta difícil adaptarse al funcionamiento si se tiene cierta experiencia ciclista. Un neófito en la materia, sin embargo, puede que necesite de algún tiempo para hacerse con el control. No sería ninguna tontería que el ayuntamiento, una vez desplegado el servicio de 300 unidades, organice sesiones prácticas para que los abonados que se pasen a la cuota eléctrica puedan probar el modelo antes de salir a la jungla vial. El servicio costará 14 euros adicionales y además se pagará un tanto por uso.

UN MÍNIMO GAS/ La eléctrica parece mucho más robusta que la convencional, la roja y blanca -en las pruebas piloto era azul- que empezó a rodar en marzo del 2007. Pesa solo cuatro kilos más (23), pero una rueda más ancha brinda una estabilidad que será necesaria a cierta velocidad, hasta 25 kilómetros hora. Algunos quizá esperen encontrar un cuadro similar al de una moto, con un gas que se acciona e impulsa la bici. El modelo del Bicing dispone efectivamente de un gas, pero se ha instalado solo para asistir el arranque. A los seis kilómetros por hora deja de aportar energía, y a partir de ahí es el pedaleo lo que irá generando la ayuda eléctrica. El chiste de «no hay manos, no hay galletas», se traduce aquí en «no hay pedaleo, no hay asistencia»: Si el esfuerzo humano cae, también lo hace la batería.

El primer test es sobre llano. Como sucede con el modelo tradicional, la primera marcha parece innecesaria, pues de inmediato hay inercia suficiente como para poner la segunda. El motor eléctrico tendrá tres niveles de ayuda, pero es fácil de prever que los usuarios pondrán siempre el superior, a no ser que estén bajando por Balmes. De hecho, ir cambiando de potencia y de marcha a la vez resta atención en la calzada. Si se trata de alguien poco avezado, el trajín de estar más pendiente de los comandos que de la carretera podría tener fatales consecuencias. Quizá vendría bien rebajarlo a dos velocidades, o incluso tirar de sentido de la previsión y colocar solo uno, el máximo, el que sin duda la mayoría de la gente usará.

No cuesta, pero sí resulta al principio algo rara la relación entre la fuerza de las piernas y la asistencia de la electricidad. Se equivocará quien se pase al modelo eléctrico pensando que no deberá mover un dedo. Hay que pedalear, como siempre, pero lo que antes requería de un esfuerzo y de un llegar a casa sudado, ahora será un paseo mucho más  asequible. Esa es la característica destinada a cumplir el vaticinio de «exitazo» del joven que ya quisiera dejar su viejo Bicing por el nuevo.

EL FUTURO ELÉCTRICO / El alcalde Xavier Trias suele decir que el futuro de la movilidad pasa por la bicicleta eléctrica. Resulta llamativa semejante afirmación cuando la bici a secas todavía tiene los cimientos blandos, cuando el ciclismo urbano está lejos de ser 100% aceptado y, lo que es más importante, respetado. Es indudable que una parte muy importante de la ciudadanía podrá dar el paso a este medio de transporte. Personas mayores o ejecutivos con traje verán en este nuevo modelo un enorme aliado a sus necesidades: el desgaste es muy inferior y el atuendo laboral no destilará ronchas de sudor.

El paseo conduce hasta Arc de Triomf, y ahí hasta Isabel II con Via Laietana. Empieza la subida, el verdadero test para calibrar la valía del invento. Para alguien que repite este trazado a menudo -del ayuntamiento a la sede del diario en Consell de Cent, y viceversa-, las diferencias se notan a los pocos metros. Llegar a Urquinaona exige de un pedaleo ágil. Por dos razones: el agobio de los coches y una pendiente que pide cierta velocidad para no acabar andando con la bici a un lado. El Bicing eléctrico permite un avance constante, y facilita un carencia de pedaleo tan cómoda como eficaz.

No habrá convencimiento hasta encontrar una cuesta de las de verdad. Gran de Gràcia es otro aperitivo. El hábito, a pesar de la ayuda para avanzar, lleva a subir por el carril bus, pues por el de tráfico regular te ganas más de una bronca. No resulta difícil adelantar a otros colegas ciclistas. Sin apenas esfuerzo. La intención es llegar a lo más alto de la plaza de Alfons Carles Comín, donde ya sería necesario pasar de la bici de ciudad a la de montaña. La calle Esteve Terrades, que desemboca en la nueva Quirón, solo es apta para unos pocos. O para unos muchos si se ataca con el Bicing eléctrico. No es el pedaleo tranquilo de Via Laietana, pero con un esfuerzo muy asumible se alcanza la cima. Hora de bajar: cuidado con el freno de tambor, requiere tiempo para detener la cosa. Ah, y de bajada, nada de tirar de vatios.