CONFLICTO POR EL USO DEL ESPACIO PÚBLICO
58 mesas y solo 16 licencias: la guerra de las terrazas en Ciutat Vella
A diez metros de la puerta del distrito, la orden de retirada de cuatro mesas ha indignado a los restauradores; a 50 metros, en Xuclà, es la jungla de la terraza
Ernest Alós
Coordinador de Opinión y Participación
Periodista
ERNEST ALÓS
El pulso por las terrazas de bares y restaurantes en las calles, apaciguado en Barcelona tras el pacto del pasado verano pero muy vivo aún en Ciutat Vella, afecta a todo el distrito, empezando por la mismísima puerta de su sede. Aunque en este momento las grandes concentraciones de mesas y veladores en cuestión son La Boqueria (problema solucionado), el paseo de Joan de Borbó (en negociación) y la Rambla y la plaza Reial (las grandes incógnitas de futuro), y los procesos de reducción de mesas más avanzados afectan a las plazas de Santa Maria del Mar, Ramon Berenguer y Jacint Reventós, han sido exactamente cuatro mesas las que han vuelto a enrarecer las relaciones entre el Gremi de Restauració y el Ayuntamiento tras una reunión en que parecía que los roces daban paso a un ambiente de colaboración. Dos terrazas situadas frente a la puerta principal del edificio municipal de la plaza Bonsuccès, las de los bares Escac y Buenas Migas, recibieron la semana pasada una notificación, efectiva en 10 días, por la cual las ocho mesas que les autorizaba a cada uno la licencia temporal de que gozan durante el año 2018 pasarían a ser seis. Los otros dos locales con mesas en la plaza, Bubbolitas (cuatro mesas) y el bar Castells (ocho) dicen no haber recibido, en cambio, ningún aviso. A 50 metros de allí, en la calle Xuclà, se encuentra otro foco de este conflicto: dos bares de la calle exhiben sus licencias vigentes: 8 mesas cada uno. Pero en la plaza, la noche del sábado se podían contar 58 mesas, de cuatro establecimientos.
La notificación que recibió el bar Escac de la plaza Bonsuccès considera que debido a las “especiales circunstancias que se dan en este ámbito, como son la concurrencia de establecimientos de diversos usos y su posible impacto en la convivencia del entorno”, es necesario “un aumento de la superficie libre para destinarla a los peatones, favoreciendo el paso de vehículos de emergencia, vehículos de carga y descarga de mercancías y otros servicios, liberando los espacios frontales de los edificios”.
Agravios
Enrique Santos, del bar Escac, sostiene que la diferencia de trato tiene, en cambio, motivos menos objetivos: “Los dos locales a los que nos reducen las mesas organizamos una agrupación que le boicoteó una sesión participativa al distrito, con el apoyo de los vecinos de estas fincas, que decían que no molestamos y que era mejor para la seguridad de la plaza que estuviesen las mesas”.
En cambio, denuncia que la tetería Bubbolitas, que no ha recibido ninguna notificación y según él lleva años con terraza sin licencia (no luce en el local la preceptiva pegatina con el número de mesas autorizadas y su personal dice que debe de estar en la oficina, que hace muy poco que la tienen), “hicieron campaña a favor de Barcelona en Comú” y “la concejal Gala Pin pasa cada día por delante sabiendo que es una terraza ilegal”. Otro restaurador lamenta que perderá un tercio de sus ingresos: “Si facturo más tengo más personal, y podemos estar más pendientes de lo que sucede en la plaza, de que los sin techo o los mendigos no molesten a los clientes, algo que agradecen los vecinos, porque no se puede decir que haya mucha presencia de la Guardia Urbana ”.
Sobre las actuaciones en Bonsuccès, Pin alega que si hay “incumplimientos” y llegan quejas vecinales, el ayuntamiento no puede dejar de actuar y de enviar a la Guardia Urbana aunque se esté negociando. Y a dos pasos, en la calle Xuclà, insiste, lo ha tenido que hacer ante los “incumplimientos reiterados” de la normativa. Aunque en el caso de Bonsuccès, la notificación municipal no hace ninguna alusión a infracciones, lo de Xuclà sí tiene miga.
A dos establecimientos, que en su día tuvieron licencia para 14 mesas cada uno, se les redujo a ocho y han recibido el aviso de que perderán de nuevo espacio y deberán desplazar las mesas al centro de la plaza, para dejar libre el paso frente a las fachadas (aunque entonces los coches que entren en el aparcamiento del hotel 1898 deberán pasar rozando las puertas de las casas). Al lado, otros dos establecimientos sin licencia visible reunían este sábado 30 mesas, sin espacio siquiera para que los clientes pasaran entre ellas. "Si hace buen tiempo aprovechamos", dicen sus camareros. La queja es de los bares vecinos con licencia: "Cumplíamos con las ocho, pero en vista de que al lado hacen lo que quieren, hemos vuelto a sacar las 14. Cuando viene gente tenemos que aprovechar; si nos dejan solo cuatro no saldrán los números y tendremos que prescindir de dos camareros", lamenta la encargada de uno de ellos. El resultado: este sábado, en un tramo con licencia para 16 mesas, se apelotonaban 58.
Fenómenos extraños
El conflicto de las terrazas tiene también algún episodio en el que no queda claro si priman los planteamientos restrictivos o la descoordinación, pero que tampocoparece que pueda ayudar a conciliar posturas enconadas. En la avenida Francesc Cambó, por ejemplo, la terraza del restaurante de pinchos Orio (ciertamente, con un tamaño desproporcionado respecto a la acera que ocupa, frente al mercado de Santa Caterina) fue retirada hace tres semanas tras recibir un aviso municipal del inicio de unas obras en el alcantarillado. Durante estas tres semanas las mesas se han retirado, pero las obras no han empezado.
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