Sueño americano en Bellvitge

El grupo de breakdance Street Squad recurre al micromecenazgo para competir en el mundial de la danza urbana

STREET SQUAD

STREET SQUAD / periodico

OLGA MERINO / BARCELONA

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Vuela una gaviota extraviada -o hambrienta- sobre el territorio limítrofe entre L’Hospitalet y Bellvitge, cuando, de camino hacia la crónica, sale al paso una pintada sobre la tapia de una fábrica, una frase a golpe de espray negro que dice: "Y la Tierra giró, giró sobre sí misma y en nuestro interior hasta que por fin nos reunió en este sueño". ¡Ah, los grafitis de barrio, cuánta agudeza! Y en este caso, encima, con mensaje premonitorio porque de eso van estas líneas, de sueños y acrobacias girantes, las piruetas de Street Squad. Dicho de otro modo, Pandilla Callejera.

Hoy es sábado. Bueno, en realidad, el sábado de la semana pasada, pero poco importa: el tiempo es una falacia que solo sabe encadenar días laborales, de manera que los 12 componentes del grupo disponen de un único día, el sexto, para reunirse, y cuando llega lo exprimen como un limón en el gimnasio hospitalense donde entrenan, Street Dance Area. Un ensayo matador desde primera hora de la mañana, bocata o fiambrera entre medias y a seguir (las novias respectivas sobrellevan como pueden el fin de semana jibarizado).

EL VIL METAL

Una sola jornada para dedicarla al breakdance, un baile urbano que nació del malestar en barrios neoyorquinos difíciles, como el Bronx y Brooklyn, allá por los años 70. Un solo día para el baile porque la docena proviene de familias humildes -de Bellvitge, de La Torrassa, de Sant Adrià, de Cornellà, de Sant Feliu- y va tirando con curros temporales: hay en el elenco un camillero de hospital, un transportista y un repartidor de periódicos en la Renfe. También, estudiantes: uno de informática y otro que va para protésico dental. En cualquiera de los casos, muchas horas y poca mosca. 

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Y es eso, el vil metal, lo que les rompe la cabeza más que el duro asfalto. En su caso particular, para participar en el campeonato mundial de breakdance que se celebra en 30 de julio en Los Angeles. Necesitan 30.000 euros para comprar los billetes de avión -ya en temporada alta-, pagar el hotel y alimentarse durante la estancia, aunque sea a base de nachos y hamburguesas. El año pasado ya se quedaron con la miel en los labios. Aun cuando se habían clasificado para representar a España en la competición mundial, celebrada entonces en Las Vegas, no pudieron ir por las pelas.

Subimos azotea del gimnasio para la foto de grupo, y en los saltos que enlazan y en las bromas compartidas, se les notan tanto la ilusión, como el  'esprit de corps'. Han emprendido una campaña de micromecenazgo (www.indiegogo.com) y nada, no acaba de funcionar: apenas han recaudado el 3% de lo que necesitan. Ahora prueban suerte con los mensajes por móvil: envía SSQ al 25033. "Aclara, por favor, que el SMS solo cuesta 1,45 euros". Hecho.

'ROAD MOVIE'

Quien habla es el coreógrafo y director de Street Squad Ángel Patiño (Kadoer), el más veterano de la banda, con 35 años, y quien, por cierto, había sido grafitero. Los demás andan todos en la veintena, y estos son sus nombres de guerra: Andrinho, Loks, Wolf, James, Virgo, Less, Josh, Ruly, Crow, Patiñorock y Chuck

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Buenos bailarines, desde luego, deben de serlo porque se proclamaron campeones de Europa el pasado mes de marzo, en Bélgica, compitiendo en condiciones digamos frágiles con una coreografía montada sobre 'Para Elisa' ('Für Elise'), de Beethoven

Como también andaban justos de monises, se comieron una kilometrada de 17 horas en dos autocaravanas e hicieron noche en un cámping de Amberes, con el añadido de que, al coincidir la visita con las secuelas del atentado suicida en Bruselas, los pararon en ruta hasta en tres ocasiones. Doce tíos reventados en dos 'roulottes', miau.

Encima, se les atascaron los vehículos en el barro, peripecia que filmó Andrinho con el móvil. Una especie de 'road movie', sí. Porque a veces lo mejor de los sueños está en el viaje.